sábado, 21 de abril de 2018

EL BUEN PASTOR


Colaboración de Paco Pérez
EL PASTOREO DEL REBAÑO
Con el “Buen pastor” se nos muestra el formato social en que vivimos, el comportamiento de sus miembros y lo que se debe hacer siempre.
Una vez más, se nos recuerda que el hombre nunca entendió a Jesús, a pesar de decirnos qué y cómo debemos hacer las cosas para que el bien triunfe.
Él, como “Buen pastor”, se sacrificó en la Cruz por las personas pero todavía no hemos sabido reconocerlo y por eso practicamos un seguimiento de tradición y no de evangelio, lo que enseñó Él nos cuesta trabajo aplicarlo pero la tradición no porque no nos compromete.
El mundo es un rebaño integrado por personas con comportamientos diferentes e incorrectos, por esa realidad Jesús no dudó en entregar su vida para salvarnos.

Se demostró cuando lo conducían a la muerte pues sólo unos pocos lo acompañaron y la mayoría actuaron como los asalariados del evangelio, abandonándolo y huyendo. Quienes actúan así son los que siempre huyen cuando se tuercen las cosas, temen perder la posición alcanzada y nunca están dispuestos a dar la cara por la verdad. Este grupo sólo defiende sus intereses, los problemas de los demás no les interesan, no luchan para que se arreglen y dejan su resolución a los otros.
A pesar de esta realidad social Jesús, después de su muerte, siguió siendo “El Buen Pastor” para todos y a los discípulos les hizo comprender lo que antes no asimilaron. Por esa razón siguieron enseñando y curando enfermos. Ante esa evidencia los poderes públicos y los ancianos se sorprendían, los llamaban y los interrogaban para intentar esclarecer qué poder les permitía realizar esos hechos extraordinarios.
Pedro les reprochó que los trataran como a quienes cometen delitos, cuando lo único que habían hecho era ayudar a una persona enferma. Él no se adjudicó el mérito de su autoría sino que les comunicó que lo había hecho Jesús, al que ellos crucificaron y Dios había resucitado y en cuyo nombre ellos habían sanado al enfermo. También les recordó el error que habían cometido al no reconocer a Jesús y rechazarlo porque nadie más que Él podía salvar a los hombres.
Juan explica cómo son nuestras relaciones con el Padre; comunica el gran amor que nos tiene, de ahí que nos llame hijos y que esa realidad es la que nos regala esa condición. Este sencillo planteamiento nos lleva a otra verdad, las gentes no conocen lo expuesto… ¿Por qué?
Porque si no lo conocieron cuando Jesús estuvo entre ellos y si en nuestros días seguimos sin esforzarnos en lograrlo… ¿Nos vamos a sorprender de ello por mucho que proclamemos que somos cristianos y no practiquemos lo que Él nos enseñó?
La siguiente verdad está por llegar, aún no se ha manifestado, pero cuando ocurra seremos semejantes a Él y lo comprobaremos porque entonces lo veremos tal y como es.










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