viernes, 7 de octubre de 2022

LA FE NOS HACE RECONOCER QUE DIOS NOS AYUDA

 Colaboración de Paco Pérez

DIOS NO EXCLUYE, ACOGE

La fe encauza nuestros pasos por el buen camino cuando escuchamos al Señor porque Él siempre se preocupa de nosotros aunque su forma de manifestarse a las personas haya ido cambiando con el paso de los años.

Un ejemplo lo tenemos en el relato de Naamán, en él se nos enseña que al Señor no le importó que él fuera general sino la humildad que había mostrado al aceptar que una esclava le aconsejara acudir al profeta Eliseo para que le ayudara, lo hizo, Dios lo valoró y quedó curado.

Naamán reconoció porqué se había curado e intentó hacer un regalo a Eliseo pero no lo aceptó porque actuó sirviendo a Dios y con haberle hecho un bien ya se sintió pagado. Comprendió al profeta y le comunicó que en el futuro sólo haría sacrificios al Señor.

En Israel, por ley, quienes tenían alguna enfermedad de la piel eran considerados como leprosos, eso les impedía vivir en los núcleos urbanos y acercarse a las personas. Esta circunstancia les hizo pedir a Jesús, desde lejos, que los curara. En ese grupo iban judíos y un samaritano pero, aunque tenían una enemistad histórica, la enfermedad los unió, juntos se acercaron hasta Él y le pidieron con fe su ayuda. Lucas 17, 13: [Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.]

Ahí queda probado que para Dios todas las personas son iguales aunque esté presente la enfermedad, la raza, la enemistad entre los pueblos o las equivocadas leyes por las que se guiaban, en aquel momento las del pueblo judío. A Jesús sólo le preocupó atender la necesidad que le plantearon aquellas personas y no se fijó en los prejuicios raciales que los tenía enfrentados por haber nacido en Galilea o Judea y adorar a Dios en los templos en Gerizim o Jerusalén.

Jesús sabía que las leyes humanas por las que se guiaban no tenían sentido pero las respetaba y por eso recomendó a los leprosos que fueran a visitar a los sacerdotes para que, al cumplirlas, los declararan limpios de impureza. Todos fueron el templo pero sólo regresó uno para agradecer a Jesús su curación, era samaritano, y con su gesto se confirmó que la fe que tenía en Jesús había sido quien lo curó… ¿La tenemos nosotros?

En aquel entorno la mayoría de las personas tampoco tenían fe pues habían sido educados mal y por ello creían que aquellos leprosos habían adquirido la enfermedad porque Dios los había castigado y eso les hacía no compadecerse de ellos.

También se nos muestran los dos modelos de personas que estamos en el mundo, quienes consideran que tienen derecho a todo, están representados en los curados que no buscaron después a Jesús, y aquellos otros que sí lo buscan, quienes reconocen que todo lo bueno que tenemos viene de Él, el samaritano es el modelo a seguir.

La sociedad judía no conocía a Dios en su justa dimensión porque los habían confundido con planteamientos equivocados sus referentes religiosos al enseñarles creencias alejadas de la verdad de Dios. Ellos rechazaban mezclarse con los pobres y los enfermos pero Jesús hacía lo contrario, los acogía y se reunía con todos… ¿Por qué actuaban así?

Porque para ellos los que serían acogidos por Dios serían los sacerdotes, los que se mostraban muy piadosos y los cumplidores de la Ley; aquellos que no entraban en esos grupos eran considerados por ellos pecadores y que Dios los rechazaba.

Este planteamiento no encaja en el comportamiento real de Dios porque nos ama a todos por igual, cumplidores e incumplidores, y por esa realidad todos seremos acogidos y no rechazados.

Pablo comunicó a los cristianos de su comunidad que el ejemplo de Jesús era el camino que él recorría, que a sus enseñanzas se encontraba encadenado como si fuera un condenado y que así seguiría hasta el final de sus días pues es el único camino que debemos recorrer, el que Jesús nos enseñó, para alcanzar la salvación de la que Él hablaba y ya alcanzó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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