Colaboración de Paco Pérez
¿POR QUÉ CAMINO VIAJAMOS?
Quienes son justos y responsables se preocupan de
dar respuesta a los problemas de quienes lloran pero también los hay que no
escuchan sus lamentos y, consecuentemente, no intentan consolarlos. Ocurre
porque en la sociedad hay carencia de personas responsables y justas que, sin
intereses personales, se acercan a quienes lloran para tratar de paliar esas deplorables
situaciones.
Jesús
conocía estos problemas sociales y por esa razón las propuestas que les hacía buscaban
encontrar respuestas pero no eran comprendidas y por eso tuvo que dedicarles
algún tiempo para hacerles ver que Él venía a servir, es decir, ser el último y
que por ese empeño moriría… ¡Cómo iban a comprenderlo si lo veían como un
liberador vencedor!
No
fue suficiente el aprendizaje porque el egoísmo les hacía seguir deseando
ocupar los primeros puestos y por eso les propuso ser como los niños… ¿Por qué?
Porque
en aquella sociedad los niños eran los últimos pero Él los puso delante de
todos y les aconsejó que actuaran como ellos si querían ser acogidos en el
Reino, es decir, con inocencia y desinterés.
La
sociedad continúa sin cambiar el pensamiento pues sucumbe ante la tentación de
conseguir el poder para ser relevantes mientras Él sólo se preocupó de ser el
último y ayudar a todos.
Santiago también habló de los problemas que
afectaban a la sociedad de su tiempo y de su origen. Les dijo que cuando el mal
inocula en las personas la envidia y la ambición éstas entorpecen las
relaciones sociales y se generan rivalidades que desembocan en enfrentamientos
pero si las personas escuchan al Señor aparecen buenos sentimientos, dicen la
verdad y practican la justicia aunque no logren que sus buenos criterios sean
escuchados.
Hacer el bien es el camino silencioso que debemos
andar para mitigar la acción de la ambición pues esta fuerza es alimentada con
el egoísmo y no con la búsqueda de puntos de encuentro que satisfagan a todos y
no aplasten al débil.
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