Colaboración de Paco Pérez
ÉL NOS SIGUE LLAMANDO
La
grandeza del Señor está junto a nosotros a diario, se nos muestra en la
Creación, pero, como vivimos muy ocupados en las minucias, no la percibimos y
no trabajamos para que sus propuestas se implanten. Isaías la conoció en una
visión y se declaró pecador, lo perdonó, le propuso comunicar su mensaje y aceptó.
Después,
el Señor sigue manifestándose a las personas y lo hace adaptándose a los
tiempos y al nivel cultural de quienes escuchan.
Jesús nos enseñó el camino definitivo con actos ejemplares y nosotros trabajaremos guiados por las enseñanzas que se desprenden de ellos, así el planeta podrá ser de nuevo el lugar idílico que Dios nos regaló al comienzo de los tiempos.
Jesús
comenzó en el lago de Galilea con métodos diferentes y acciones bondadosas porque
sabía que, para desarrollar su plan, necesitaría rodearse de personas que lo escucharan,
conocieran y comprendieran, se convencieran de su verdad y le siguieran
ilusionados. Para captar el seguimiento de los
apóstoles combinó las palabras y las acciones extraordinarias, la “Pesca
milagrosa” es un buen ejemplo. Lo fue porque
comprendieron “qué había ocurrido”, en este caso “una pesca abundantísima”; “quién
lo había hecho”, “un tal Jesús” y “por qué”, “para ayudar a los necesitados”.
Como
la sociedad siempre necesita realidades y no promesas vanas pues es lógico que
después de presenciar aquella escena los sencillos e incultos pescadores que le
acompañaban reconocieran a Jesús como su autor, no dudaran más de Él y aceptaran
su propuesta de seguimiento sin titubear.
Así
mostró el camino del Reino a quienes vinieran detrás. Los apóstoles continuaron
su labor predicando y organizando las primeras comunidades cristianas, Pablo lo hizo pues el Señor lo escogió… ¿Cómo se
explica?
Supongo
que encontró en él las cualidades adecuadas: Arrepentimiento; creencia ciega; cambió
total, pasó de perseguir a los seguidores de Jesús a evangelizar, y,
finalmente, murió por Él.
Aconsejaba
a los corintios que trabajaran por la causa de Cristo pues murió por nuestros
pecados y resucitó; que cometer errores no es una situación final sino
transitoria pues el problema no está en caer sino en no levantarnos cuando se
nos da la mano para hacerlo, Jesús se la dio a él, cambió y no le falló.
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