Colaboración de Paco Pérez
EL CAMINO DE LA SALVACIÓN
Los israelitas vivieron en Egipto esclavizados y Moisés,
con una posición social relevante, los defendió y tuvo que huir.
Un tiempo después Dios valoró su comportamiento, y lo
escogió para sacar a los israelitas de Egipto, le comunicó quién era y le expuso
sus planes. Moisés dudó pero,
como tenía fe, aceptó.
Su
gesto nos enseña el camino de la salvación, escuchar la llamada del Señor y trabajar
por el prójimo.
Lucas muestra una realidad que sucedió, sucede y sucederá: Países que invaden, por egoísmo, otros territorios causándoles dolor, destrucción y muerte. Roma ocupó Israel y oprimió al pueblo, moral y económicamente. Aquella injusticia no debe sorprendernos porque Jesús, que sólo hizo el bien, también padeció las consecuencias del proceder que aún opera cuando los invasores, empujados por el mismo combustible, siguen cometiendo las mismas atrocidades empleando medios diferentes.
Roma
los agobiaba con violencia e impuestos, el pueblo protestaba porque no podían
comer y el invasor les respondió con una masacre histórica en el Templo, el
centro neurálgico de sus creencias. Esta realidad y el desplome de una torre
fueron interpretados por los judíos erróneamente: Dios castigó a quienes
murieron. Hoy… ¿También son castigados los ucranianos, judíos y palestinos muertos?
¿También castiga las muertes, secuestros, violaciones y miseria que causan los
otros conflictos mundiales de los que no informan los medios?
Jesús
negó la interpretación y afirmó que para Dios esas personas eran igual de malas
o buenas que quienes no habían muerto. Hizo esa reflexión para desmontarles las
supersticiones que tenían y advertirles que si no cambiaban tendrían difícil la
salvación.
Con
la parábola de la higuera propuso estar vigilantes, valorar qué frutos damos, ser
pacientes y concedernos un margen de confianza para mejorar lo anterior pero, si
no lo hacemos, es posible que no tengamos otra oportunidad porque la vida es
corta.
Pablo
nos enseña a protestar por la desigualdad porque es justo hacerlo pero no lo es
si todos recibimos igual. Como ejemplo, les recordó que cuando abandonaron
Egipto todos recibieron la misma comida y bebida, material y espiritual, pero
algunos se quejaron y el Señor los castigó.
Así
les enseñó que lo ocurrido entonces puede repetirse en cualquier lugar y época.
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