Colaboración de Paco Pérez
TIEMPO DE ESPERA, PAZ Y TOLERANCIA
TEXTOS, para
meditarlos:
1ª
LECTURA: ISAÍAS 35,1-10
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán
el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y
alegría.
Tiene la gloria del Líbano, la belleza
del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro
Dios.
Fortaleced las manos débiles, robusteced
las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no
temáis.»
Mirad a vuestro Dios, que trae el
desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará.
Se despegarán los ojos del ciego, los
oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo
cantará.
Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.
SALMO RESPONSORIAL: 145
2ª LECTURA: SANTIAGO 5.7-10
Tened paciencia también vosotros,
manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca.
EVANGELIO: MATEO 11, 2-11
En aquel tiempo, Juan, que había oído
en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus
discípulos:
- «¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?»
Jesús
les respondió:
- «Id
a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos
andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a
los pobres se les anuncia la Buena Noticia… ¡Y dichoso el que no se escandalice
de mí!»
Al
irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
- «¿Qué salisteis
a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a
ver, un hombre vestido con lujo?»
Los
que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a
ver a un profeta?
Sí,
os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero
delante de ti para que prepare el camino ante ti”.
Os aseguro
que no ha nacido de mujer uno más grande que el Bautista, aunque el más pequeño
en el Reino de los cielos es más grande que él.
REFLEXIÓN:
El
pueblo de Israel, invadido por otros pueblos, sufrió el tener que vivir deportado.
En esa
lamentable situación, Isaías les recordó las bondades del Señor, les aconsejó
que no se desanimaran, tuvieran esperanza, levantaran el espíritu porque Él les
ayudaría y porque comportándose así, cuando llegara ese día, ellos estarían
preparados para el regreso.
Pasaron
los años, el pueblo seguía viviendo esperanzado
con la venida del Mesías pero se presentó el Bautista y, con sus formas de hablar
y comportarse, les generó unas expectativas positivas muy grandes. Esta
realidad inquietó a los gobernantes invasores porque lo consideraron un peligro
social, lo metieron en prisión y él, desde ella, envió a sus discípulos a Jesús
para que le preguntaran si era el Mesías esperado pero Él les respondió con la
prueba irrefutable de lo que hacía: Los ciegos ven, los cojos andan… ¿Necesitaban
más pruebas para reconocerlo?
Cuando
se marcharon, Jesús les habló de Juan y lo confirmó como el más grande de los
profetas nacidos de mujer.
A Juan
lo perdió el sentimiento de intolerancia que ahora también nos acompaña, el
temor a que otros nos hagan tener que abandonar la situación de poder y
comodidad que disfrutamos.
Más
adelante, Santiago les recomendó que fueran pacientes con el anuncio de la
venida del Señor y les puso como ejemplo las prácticas del agricultor, éste no puede
sembrar y al día siguiente ir a recoger la cosecha porque todo necesita tener un
tiempo de preparación, cuidados, maduración, espera y recolección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario