sábado, 3 de febrero de 2018

MOSTRAR EL CAMINO


Colaboración de Paco Pérez
A diario nos relacionamos en el trabajo, la familia, el vecindario… Cuando lo hacemos la convivencia nos lleva a conocer personas de diferente condición y nos topamos con algunas que se lamentan de las desgracias que les ocurren, buscan culpables y, si no los encuentran en su entorno, la toman con el Señor y lo acusan de ser el causante de aquello que les pasa.
¿Por qué plantean muchas personas, con frecuencia, estas situaciones tan irracionales?
Es posible que se deba a no tener un conocimiento acertado del hecho religioso. Jesús, para que mejoráramos, inició el camino de la evangelización.

Si nos asomamos a la Biblia podemos comprobar que los reproches a Dios no son nuevos pues por esa experiencia también pasó Job. Éste hombre fue muy responsable y por ello, como había cumplido siempre, se sintió defraudado al considerar que no se lo había tenido en cuenta y no le había correspondido. Por estas razones sintió la necesidad de reprochárselo y con esa actitud, al hacerlo, nos enseñó que no conocemos a Dios suficientemente y que por eso lo cuestionamos.
Este ejemplo es la cara desagradable de las pruebas que recibimos y, a su vez, la constatación de que los amigos, en los momentos complicados de la desgracia, deben ayudar al caído con soluciones reales y no dándole consejos teóricos.
El Salmo 146 nos enseña cómo es el Señor y que no debemos rebelarnos contra Él. No lo haremos porque conoce perfectamente nuestros problemas y nos ayuda pero no olvidaremos tampoco que con quienes no son rectos no tiene compasión.
Jesús nos regaló el camino perfecto, lleva años en la Biblia esperando el momento de presentarse ante nosotros pero, lamentablemente, preferimos mirar en otras direcciones para no leerla y así, alejados de la verdad, convertimos las rutinas en religión.
Pablo les comunicó las razones que deben empujar a quienes deciden “predicar el Evangelio”: Hacerlo como “una obligación” que brota en quienes están enamorados profundamente del mensaje de Jesús y convierte la predicación en “un compromiso” que necesita de un sacrificio personal y así, por él, recibiremos el premio de conocer mejor el mensaje bíblico que nos ayudará a cambiar nuestro comportamiento. En cambio, si lo hacemos por “placer”, la paga que recibiremos será sólo la satisfacción de hacerlo pero no dejará en nosotros la huella que necesitamos para nuestro cambio personal y para ayudar a otros.
En MARCOS 1,29-39 nos enseña Jesús con su ejemplo lo que debemos hacer cada día para transformar nuestro comportamiento y así poder arrastrar con él a los que no lo conocen:
En 1, 29-31: [En seguida, al salir de la sinagoga, fue a casa de Simón y Andrés, en compañía de Santiago y Juan. La suegra de Simón yacía en cama con fiebre. En seguida le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó, se le quitó la fiebre y se puso a servirles.].
Aquí comprobamos que fue respetuoso con el sábado, asistiendo a los actos de la sinagoga. Concluidos éstos decidió que debía visitar en su casa al prójimo enfermo para curarlo, aunque fuera sábado. Esta acción lo llevó a incumplir la normativa del judaísmo pero Él dio prioridad a lo que se debía hacer en ese momento.
En 1, 32-33: [Caída la tarde, cuando se puso el sol, le fueron llevando a todos los que se encontraban mal y a los endemoniados. La ciudad entera estaba congregada a la puerta.].
Lo buscaban porque no hacía como los doctores de la Ley, usar palabrería hueca, Él les ofrecía realidades tangibles… ¡¡¡Los curaba!!!
En 1, 35: [De mañana, muy oscuro, se levantó y salió; se marchó a un lugar despoblado y allí se puso a orar.].
Queda claro que la oración diaria es necesaria y que lo importante no es el lugar sino hacerla.
En 1, 36-39: [Echó tras Él Simón y los que estaban con él. Lo
encontraron y le dijeron:
- ¡Todo el mundo te busca!
Él les respondió:
- Vámonos a otra parte, a las poblaciones cercanas, a predicar también allí, pues para eso he salido.
Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.].
La huida de Jesús nos muestra su rechazo a ser vitoreado por el pueblo debido al éxito conseguido con sus buenas obras, todo lo contrario de lo que hacen los dirigentes cuando lo alcanzan. Éstos, casi siempre, intentan perpetuarse en él y no comprenden que es algo efímero y Él lo que nos enseña es totalmente diferente, el “Camino del Reino”. Por esa razón la labor evangelizadora nunca estará acabada pues siempre habrá personas que no conozcan el mensaje y habrá dárselo a conocer.
¿Hemos pensado que debemos poner el filtro ya para seguir a Jesús y abandonar lo que no es religión?

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