miércoles, 7 de febrero de 2018

RECORDANDO A FRANCISCO “EL CUCO”


Colaboración de Paco Pérez
Capítulo IX
DE ALBAÑIL EN BARCELONA
El contenido de este relato también ha salido del recuerdo que conserva Paqui, su hija, de la época en que Francisco trabajó allí en la construcción.
No puedo situar los hechos en una época concreta porque no se me comunicó pero no me cabe duda de que eran unos tiempos complicados para todos los españoles, en Cataluña menos y en Andalucía más, por la escasez del trabajo y de ahí que quienes tenían en sus manos el dar o negar la ocupación laboral lo supieran bien y por esa razón apretaran a los trabajadores en su labor con un recargo indebido.

Un día cualquiera de trabajo, mientras Francisco hacía la labor que le habían asignado al comenzar la jornada laboral, recibió la visita del “encargado” de la obra y le dijo:
- Sr. Francisco, tengo que darle unos cuantos encargos.
En ese momento él estaba en una habitación del piso enluciendo las paredes. Al ser requerido, dejó de trabajar, se puso frente al “encargado” para escuchar con atención su mensaje y le dijo:
- Usted dirá lo que quiere que haga.
Inmediatamente comenzó a darle instrucciones en estos términos: - Sr. Francisco cuando acabe lo que está haciendo quiero que haga las siguientes cosas: Se va usted a la habitación contigua y le pone los marcos, después limpia los escombros que resulten en las dos habitaciones y los lleva al contenedor y una vez limpias habla con el capataz.
- ¿El sabrá a qué voy o me lo tiene que decir usted ahora? – le preguntó un poco mosqueado.
– Quiero que le diga que ya acabó el encargo que le di, que le muestre las baldosas y rodapiés que vamos a poner en esas dependencias, visita el almacén para retirarlas, las sube…
Francisco tomó la palabra y cortó al “encargado” su retahíla de acciones futuras para decirle:
- Por lo que estoy comprobando me veo obligado a hacerle una pregunta, si es posible.
– Usted dirá –le contestó.
- ¿Es que se va usted de vacaciones? – le preguntó.
La pregunta lo dejó muy sorprendido y le contestó:
- ¡¡¡Nooo!!! ¿Por qué me hace esa pregunta?
- ¡¡¡Porque me ha puesto usted faena para un año, coooño!!! ¿O nooo?
El encargado comenzó a dar carcajadas, lo abrazó, le pidió disculpas y se marchó riendo.


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