sábado, 29 de enero de 2022

JESÚS LES HABLABA DEL AMOR

 Colaboración de Paco Pérez

ELLOS LO RECHAZARON

Jeremías nos muestra cómo es el trabajo de los profetas y por él aprendemos que Dios los escogió para encargarles misiones especiales y supongo que, por esa razón, estos hombres extraordinarios que tuvieron que sufrir para comunicar su mensaje fueron unos pocos y que los vulgares somos esa multitud cómoda que sólo se preocupó, y preocupa, de comerse las brevas cuando están maduras.

Dios no escogió a los profetas entre los importantes de la sociedad sino entre los humildes porque para cumplir sus deseos sólo se necesita tener fe, entereza, valentía, fidelidad, defender la verdad, actuar con justicia y, lo más importante, amar a los demás. Estos atributos están en las personas que tienen plena confianza en Dios porque caminan con rectitud.

El profeta decía la verdad, sabiendo que le ocasionaría problemas denunciar los intereses egoístas de las personas que manejaban los hilos del poder. Dios se anticipó y le dijo que no tuviera miedo de luchar contra quienes lo tenían: Reyes, sacerdotes y terratenientes. Jeremías los acusó de haberse olvidado de cumplir la “Alianza que tenían con Dios” y de “empobrecer al pueblo”.

Pasaron los años y, en Nazaret, Jesús comenzó a manifestarse con la pujanza de los profetas cuando leyó en la sinagoga, después se sentó y proclamó la “buena noticia” que Isaías prometió al pueblo de Israel.

Un mensaje profético que tenía como destinatarios a los pobres y a los ricos. Con él pretendía que la “sociedad enriquecida” con acciones incorrectas tomara conciencia de ellas, les concedieran la “LIBERACIÓN” y así retornara la “igualdad” a la sociedad. ¿Cómo pondrían en marcha esta propuesta de Jesús?

Mediante el “Año de Gracia” o “Año del Jubileo” pues con él, cada cincuenta años, las deudas quedaban anuladas, las propiedades compradas retornaban a los vendedores – así se evitaba la acumulación- y los esclavos recuperaban la libertad perdida. Con estos cumplimientos se pretendía recordar que el ÚNICO dueño de todo era Dios y que cuando el pueblo regresó a Israel desde Egiptotodos eran iguales y nada era de nadie”.

Al principio, las enseñanzas que Jesús dio a los vecinos fueron bien acogidas por ellos pero cuando les habló con la verdad ya comenzaron a cuestionarlo quienes tenían que cambiar de comportamiento, los poderosos. Como ellos lo conocían pues sabían que Él no había estudiado las Sagradas Escrituras desde pequeño y se sorprendían de sus palabras, por ahí empezaron a no aceptarlo y aún siguen en esa postura. La sencillez de su mensaje del Reino no caló entre ellos, también ocurre ahora, porque siempre buscamos hechos portentosos para encontrar a Dios y no valoramos que Él siempre está junto a quienes tienen problemas.

Pablo les hablaba de la fuerza que tiene el “amor” para conseguir que las relaciones sociales fueran correctas y la colocaba tan alta que él siempre debería estar presente en nuestras vidas, hasta el punto de que “sin el AMOR nada podremos hacer”.

Analizando este planteamiento con frialdad comprenderemos que el gran problema de entonces y el de nuestros días es la “individualidad” que genera el “egoísmo”, por él sólo nos preocupamos de nosotros, idolatramos la acumulación desmedida y ésta, como consecuencia lógica, es la que ocasiona las diferencias sociales tan enormes que tenemos.

 

 

 

 

 

 

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