viernes, 9 de mayo de 2025

JESÚS, EL BUEN PASTOR

Colaboración de Paco Pérez

NOSOTROS, SU REBAÑO

Jesús estaba en el Templo y unos judíos se le acercan para que les aclare su gran preocupación, si era o no el Cristo anunciado. Les recordó las cosas que hacía en nombre de su Padre, ellas decían quién era.

Se mostró como el “buen pastor” que cuida de las ovejas del rebaño porque las conoce pero ellos, como eran de otro rebaño, no lo reconocían como tal y de ahí sus dudas.

¿Por qué les habló así?

Porque el “buen pastor” las conoce y ellas a él, las protege, les ayuda y da su vida por ellas pero el “pastor” se limita a llevarlas reunidas y a cobrar el salario.

Jesús fue claro pero, como no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, los “pastores” del judaísmo siguieron

dando la espalda a sus enseñanzas porque no deseaban perder el gran nivel de vida que llevaban a costa de los pobres.

Hemos avanzado pero no lo necesario pues nuestros pastores no han mostrado al rebaño el camino del Reino como lo hizo Jesús, diciendo y haciendo. Siempre hubo, y hay, excepciones que dejan huella pero… ¿Qué camino se puede enseñar mirando mucho al cielo y preocupándose poco de solucionar los problemas del entorno?

Quienes conocieron a Jesús y no comprendieron sus palabras fue porque el judaísmo enseñaba el cumplimiento rígido de unos “preceptos” y el ofrecimiento de sacrificios en el Templo pero... ¿Se preocupaban del necesitado?

No, sólo de convertir a la sociedad judía en una manada que no pensara para que los pastores los llevaran en la dirección que les interesaba. Lo demostraron al señalar a Jesús y matarlo.

Él decía y hacía cosas buenas con quienes tenían necesidades, así les enseñó qué era ser “oveja”, “rebaño” y “buen pastor” pero ellos sólo eran “pastores” que no habían sabido conducir a las “ovejas” de manera correcta… ¡Nunca buscaron para ellas lo mejor!

Años después, Pablo y Bernabé viajaron hasta Antioquía para predicar, visitaron la sinagoga, los animaron a seguir fieles al Señor y, al concluir el acto, una multitud los acompañó.

El sábado siguiente acudieron muchas más personas y los judíos se enfadaron… ¿Por qué?

Porque, al seguir sin acoger la Palabra, rechazaron su labor misionera, los insultaron y movilizaron a las personas contra ellos. Las gentes sencillas, al mostrarles el camino del Reino sin violencia y presiones, comprendieron que debían liberarse de los planteamientos obsoletos del judaísmo, abrirse a la verdad, seguirlos y creer en Jesús.

También los rechazaron y tuvieron que irse.

El Apocalipsis nos llena de esperanza al mostrarnos el Reino y las bondades que reciben quienes están allí, aquellos que, sufriendo aquí agarrados a su fe, supieron sobrellevar su dolor buscando el amparo del Señor.

Jesús, con su muerte, premia y acoge para que gocemos allí de su presencia hasta el final de los tiempos.

 


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