jueves, 19 de junio de 2025

CORPUS CRISTI

Colaboración de Paco Pérez

RESPETAR Y COMPARTIR

Jesús enseñó lo importante que es cumplir con nuestras obligaciones y hacerlo sin establecer diferencias entre las personas receptoras por razones de posición social, sexo, raza, religión… A Él le preocupaba que las personas conocieran al Padre, que vivieran unidas y que no sufrieran.

Con el acto del milagro de los panes y los peces nos enseñó la importancia de recibir el alimento espiritual de la Palabra y el material de los alimentos, sin olvidarnos de acoger a todos.

Pasaron los años y Pablo les recordó que Jesús se reunió con sus amigos en un acto en el que comieron, bebieron y recibieron consejos para el futuro. Él les sugería seguir reuniéndose para recordar y practicar el espíritu de aquella Última Cena del Señor, compartirlo todo y ayudarse pero no convertir aquellas reuniones en actos bochornosos pues los asistentes llevaban a ellas los comportamientos que a diario practicaban, abuso y desprecio hacia los desfavorecidos y sus problemas.

Él les recordó cuales eran sus obligaciones con la pobreza y que retornaran al espíritu de la Última Cena: Unión y ayuda mutua.

Por el Génesis comprobamos que los tiempos cambian pero los comportamientos humanos no y por esa razón los perfectos planes de Dios siempre los estropeamos nosotros. Entonces también tenían normas y Melquisedec, sacerdote y rey, reconoció a Abraham el mérito de su trabajo bien hecho, les ayudó a recuperarse del esfuerzo, le comunicó que Dios había estado a su lado y lo bendijo en su nombre. Éste se lo agradeció y le entregó la décima parte de su logro.

Estos comportamientos prueban que las leyes eran conocidas por todos y que, al ser personas muy creyentes y justas, las cumplían.

Hoy también tenemos leyes pero no damos valor al cumplimiento del deber y, como la creencia esta cogida con alfileres, se retuercen las leyes para que quienes cometen errores queden limpios y no sean castigados.

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