Colaboración de Paco Pérez
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Nos preocupamos
de encontrar una explicación a los misterios y también lo hacemos con la Santísima
Trinidad pero al indagar olvidamos que, si no es fácil comprender lo humano… ¿Cómo
vamos a comprender bien las cosas de Dios?
Tal vez, lo más aconsejable no sea centrarnos sólo en la comprensión del misterio sino en vivir a diario practicando las enseñanzas recibidas sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Después, es posible, que conozcamos mejor la clave del misterio.
El Padre se muestra,
desde siempre, en el día a día de
las personas y por eso descubrieron que un ser superior estaba detrás de
todo, comenzaron a mirar al cielo y surgieron las religiones y los rituales
para corresponderle y ganarse sus favores. Esa religiosidad estuvo
alejada de la realidad de Dios
hasta que el Padre se manifestó
a Moisés.
En su
momento, nos envió a Jesús-Hombre para que ayudara y enseñara a las personas el verdadero camino, murió, resucitó y, con su Ascensión, retornó
glorioso al
cielo como Hijo de Dios. Antes de marcharse, nos dejó el Espíritu Santo para que siempre
estuviera a nuestro lado ayudándonos.
Si la
predicación del Misterio no se hizo o hace acertadamente se entorpece la
recepción del mensaje y eso ocasiona que no percibamos acertadamente que Dios
es bueno y ama a todas las personas. Opino así
porque a los mayores se nos enseñó: [Dios es nuestro Padre, premia a los buenos
y castiga a los malos.]… ¿Así era y es Dios?
Siempre
fue y es lo contrario, amar a todos igual, aceptarnos totalmente con nuestras
virtudes y defectos - aunque lo insultemos-, y nunca discrimina por posición
social, raza, religión… ¿Somos nosotros como Él?
La condición
humana de Jesús debió facilitar a la comunidad su aceptación y la comprensión del
mensaje, rectificar y perdonar las ofensas para que el Padre nos perdone las
nuestras, no lo comprendieron y lo rechazaron. Hoy… ¿Lo entendemos o seguimos
rechazándolo?
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