viernes, 6 de junio de 2025

PENTECOSTÉS


Colaboración de Paco Pérez

UNIDAD, CAMBIO Y COMPROMISO PERSONAL

Cuando el Espíritu Santo vino la ciudad de Jerusalén estaba muy concurrida pues estaban de fiesta y había personas de otros lugares. En esos días había mucha incertidumbre, vivían atemorizados y estaban escondidos.

Su manifestación estuvo precedida de unos fenómenos conocidos en la historia del pueblo de Israel, se presentó a quienes estaban escondidos por temor a los judíos pero, al recibir su presencia cambiaron de manera total: Perdieron el miedo, reforzaron su creencia, salieron a dar testimonio con la ayuda del don de lenguas, convencieron al auditorio y triunfó el Espíritu de Dios.

Seguir a Jesús y dar testimonio es la consecuencia de percibirlo cerca y porque nos lo pide, ellos lo entendieron y le respondieron… ¿Lo hacemos?

No hay que señalar sino mirar en nuestro interior y, al repasar nuestra vida, entonces comprobaremos que, en ella, concurren las actuaciones equivocadas de una evangelización familiar, parroquial e institucional sustentada en planteamientos que florecen pero después dan frutos escasos.

¿Tan complicado es intentar cambiar lo que no funciona?

¿Por qué ocurrió aquella transformación tan radical en los discípulos?

Porque Jesús proponía cambiar las relaciones sociales evitando cometer errores irreparables, no atarnos a la injusticia, practicar el amor y el perdón y no juzgar y condenar las acciones ajenas.

Para trabajar por el Reino pediremos al Espíritu Santo FE, sin olvidar que para tener creencia hay que conocer, que para conocer hay que buscar y por este planteamiento yo me pregunto… ¿Nos preocupamos de buscar a Dios para conocerlo?

La creencia debe ser el fruto lógico que se recoge después de sembrar en nuestro corazón la “semilla del amor a Dios y al prójimo” pero priorizamos adorar a muchos dioses, no dedicamos el tiempo necesario a Jesús y a preocuparnos por quienes diariamente caminan a nuestro lado con problemas… ¿Nos sentimos satisfechos?

Pentecostés nos regaló el Espíritu Santo para que cambiáramos pues nada debía permanecer anclado en el pasado sino evolucionando para buscar algo mejor y con ilusión. Con Él la Iglesia inició su andadura y recibió la valentía necesaria para la evangelización.

Pablo pedía a sus miembros trabajar en cosas diferentes y coordinados porque así todo irá bien pero cuando hay discrepancias se resiente la institución y se pone en peligro la misión que nos encargó Jesús.


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