sábado, 3 de septiembre de 2022

SEGUIR A JESÚS

 Colaboración de Paco Pérez

¿CÓMO HACERLO?

Todas las personas estamos llamadas a seguir a Jesús y a sentarnos en la mesa del banquete en el Reino de Dios. La semana pasada se nos aconsejaba ser prudentes porque antes de hacerlo los comensales deben saber que se sentarán según los méritos que han ganado antes y así, conociendo cada cual los suyos, evitará hacerlo en el lugar equivocado. 

En esta semana se nos invita a vivir practicando la reflexión antes de tomar decisiones importantes, sobre nosotros o los demás, y para ello se nos propone valorar las consecuencias positivas o negativas que pueden venirnos si lo hacemos de manera correcta o no. Partiendo de aquí se nos ponen unos ejemplos que puedan servir para orientar a quienes deciden seguir a Jesús como discípulos en la evangelización o a quienes viven como ciudadanos normales que tienen que tomar decisiones que necesitan de un fuerte desembolso económico para ejecutarlas felizmente, a éstos se les aconseja no actuar a la ligera porque si no lo hacen bien pueden sufrir graves contratiempos. El consejo más drástico va dirigido a quienes deciden tomar el camino del discipulado, RENUNCIAR a todo lo que pesa en la mochila de la vida: Familia, trabajo, posición social, vida cómoda, propiedades…

Por hablar con total claridad, la predicación de Jesús estuvo acompañada de polémica pues quienes lo escuchaban no comprendían el mensaje, a pesar del buen comportamiento que tenía con ellos. Ocurrió porque sus palabras chocaban con la tradición del pueblo, incluso quedó palpable que los discípulos tampoco lo entendieron mientras estuvo a su lado.

Pasaron los años, continuaron las dificultades para comprenderlo porque nada dejó escrito y de ahí que su enseñanza se conservara oralmente. Así, al pasar de unos a otros, el mensaje pudo haberse deformado por el desgaste lógico del formato o porque el transmisor comunicara lo que entendía y no lo que realmente era.

Os propongo leer Lucas 14,26: [Si alguien viene a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas e incluso a su propia vida, no puede ser mi discípulo.].

¿Tan complicado es ser discípulo de Jesús?

¿Deben ser entendidas estas palabras como una incitación a tener que “odiar” a la familia para poder seguir a Jesús?

Entiendo que pensar así es un error pues es posible que su deseo, tal vez, fuera hacernos entender que lo terrenal ata y que la ausencia de pertenencias libera el espíritu de las preocupaciones que nos limitarán a la hora de ayudar a los demás.

Jesús nos responde a esa interrogante en Mt 8,20: [Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros del cielo nido, pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza.].

Después de Jesús hubo muchos cristianos que practicaron con total radicalismo esta forma de entender el seguimiento… ¿Por qué adoptaron esta forma de comportamiento religioso?

Porque Dios les dio la capacidad de comprender lo que Él deseaba que hicieran.

Leemos SABIDURÍA 9, 13: [¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere?].

Los humanos nos empeñamos en dar respuesta a lo que desconocemos, incluso nos tomamos la libertad de hacer afirmaciones sobre cómo actúa Dios pero la realidad es que sabemos muy poco o nada de Él y a pesar de ello, aunque tenemos muchas dificultades para encontrar respuesta a las cosas normales de la vida, nos empeñamos en hablar de lo desconocido.

Lo más correcto es pedirle a Dios que nos conceda un poco de sabiduría para que ésta nos ayude a comprender lo que espera de nosotros y con ella podamos guiarnos acertadamente.

Otra forma de entender el seguimiento nos la muestra Pablo en FILEMÓN 9B-10. 12-17, lo hizo al tratar el tema de la “esclavitud”. Onésimo, un esclavo, robó a Filemón y huyó. Pablo lo rescató para la causa cristiana y lo envió a Filemón con una carta, en ella le pedía que lo aceptara pero le aconsejaba que no lo acogiera como “esclavo” sino como “hermano”. Este ejemplo nos debe servir para entender la erradicación de esta problemática social, tratando a las personas como hermanos y no aplicándoles las prácticas opresoras que establecen desigualdades y aislamiento.

La propuesta de Pablo será una realidad si se logra imponer un cambio social radical para que quienes la ejercían, Filemón, dejaran de practicarla liberando y abrazando a quienes estaban oprimidos y éstos, Onésimo, supieran perdonar a quienes les causaron tanto dolor.

Esta realidad sólo será posible si se hace desde la fraternidad que nos propone el cristianismo y no desde la violencia de los comportamientos.

 

 

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