viernes, 11 de noviembre de 2022

EL TEMPLO

 Colaboración de Paco Pérez

¿QUÉ FUE Y QUÉ DEBE SER?

Dios estableció normas, las personas se olvidaban de cumplirlas y Él les recordaba el camino por mediación de los profetas. Malaquías les pidió que retornaran a los caminos del Señor y así, cuando les llegara la hora de presentarse a Él, fueran premiados.

Se desviaban porque se cansaban de cumplir los preceptos y sólo recibían de la vida golpes pero comprobaban que triunfaban quienes vivían al margen de toda ley y justicia. En nuestros días se repite la historia, a las personas también se les debilita la fe y la crisis espiritual también aparece.

En tiempos de Jesús el Templo de Jerusalén guiaba la religiosidad de Israel y en él todo estaba regulado: Quienes oficiaban los servicios religiosos y dónde; qué debía ofrecerse, cuándo y cuánto; dónde realizar las compras para las ofrendas; los espacios de oración y quienes debían hacerlo en cada uno de ellos.

El edificio deslumbraba a los visitantes cuando observaban su grandeza y las cosas materiales que en él había pero Jesús les dijo que hacerlo así era un error. Se relata en LUCAS 21, 5-6: [En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: - Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.].

Con este texto enseñó qué tiene valor eterno y qué no, que las piedras y los exvotos se pueden comprar con dinero y destruirse por acciones humanas perversas, lo que hizo Roma, o por la acción de los elementos naturales pero las buenas obras de las personas, aunque sean sencillas y humildes, siempre tendrán un gran valor para Dios y no perecerán porque quienes dan lo poco que tienen vale más que lo mucho que dan quienes les sobra. También les anunció los acontecimientos destructivos que ocurrirían en el futuro al Templo, a las naciones y a las personas que creyeran en su mensaje y les dio unas pautas de comportamiento para que nadie los confundiera cuando llegaran esos tiempos.

Es evidente que el culto que se practicaba en el Templo se apartó del verdadero sentido que debía tener, un negocio del que se beneficiaban las autoridades religiosas y políticas.

La escena violenta que Jesús protagonizó con los “cambistas” fue una forma de protestar contra los poderes que habían convertido en un mercadillo el lugar donde sólo se debía dar culto a Dios… ¿Es correcto lo que hacemos ahora en los templos o debería cambiarse algo?

Después de Jesús, sus seguidores confundieron la forma de vivir la espiritualidad y eso hizo que muchos de ellos abandonaran sus obligaciones laborales. Al enterarse Pablo les escribió para sacarlos de su error y les recordó lo importante que era acudir cada día al trabajo para la persona y la familia para no responsabilizar a la comunidad cristiana de sus problemas, aunque sus miembros no actúen mirando para otro lado.

Jesús anunció el “fin del mundo” y creyeron que estaba detrás de la esquina, cuando los entendidos opinan que su mensaje fue otro: El final del judaísmo y el comienzo del cristianismo. Por ese error, al creer en la resurrección y en la inminencia de los acontecimientos anunciados, precipitaron el cambio cuando deberían haber ralentizado el proceso para que su maduración hubiera sido correcta. Dos mil años después… ¿Hemos comprendido la forma de ejecutar el proceso que propuso Jesús?

Opino que no porque planificamos mucho y nos olvidamos de cimentar bien el presente para llegar a vivir con éxito el futuro. Por ejemplo: Si durante nuestra vida laboral dejamos de cotizar al fondo de pensiones… ¿Qué paga cobraremos cuando nos llegue la jubilación?

Seguimos admirando las catedrales, llorando cuando llueve porque no podemos procesionar nuestras imágenes pero nos despreocupamos de solucionar la problemática real de nuestros tiempos: El paro, el hambre, las guerras, el robo generalizado, el despilfarro propio y público, la droga, la violencia social…  

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