viernes, 19 de mayo de 2023

LA ASCENSIÓN DE JESÚS…

 Colaboración de Paco Pérez

¿DÓNDE ESTÁ EL CIELO?

Jesús, después de resucitar, convivió con sus discípulos y les dio los consejos finales, les encargó evangelizar para que la Palabra llegara a todos los lugares, se despidió y subió al Cielo.

Se nos habla de la Ascensión de Cristo y del Cielo pero… ¿Sabemos cómo es y dónde está?

En 1 Tim 6, 16 encontramos una buena ayuda: [… habita en una luz inaccesible…].

No entendemos bien los mensajes de Dios y por esa verdad, a veces, algunas personas necesitan palpar las cosas; con el Cielo nos ocurre igual. Con el paso de los años nuestra comprensión ha mejorado y ya no hablamos de él como un lugar de llegada y final de trayecto sino de una situación indescriptible en la que estaremos mejor. Ésta no es tangible pero sí existe y está cerca de nosotros, una vivencia nueva que nos transformará totalmente pues en ella no nos toparemos con los elementos que nos agobian a diario: El trabajo, la incomprensión, la guerra, el dolor, la enfermedad, la soledad, la indiferencia...


Alcanzar esa meta no resultará fácil pero lo conseguiremos si vivimos aquí siguiendo las enseñanzas del Maestro. Él vino desde ese lugar desconocido para las personas, la aspiración de quienes creen y que está fuera del alcance de nuestras posibilidades mentales.

Cuando Jesús acabó su misión ocurrió el hecho extraordinario de la Ascensión, regresó adonde estaba desde siempre y allí nos espera. Está en HECHOS: 1, 1-2: [En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue “haciendo y enseñando” hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo.].

Afirmar o negar este hecho no es el camino pero buscar la verdad siguiendo la lógica sí. Cuando nos vamos de viaje es por algo y, cuando acabamos lo que nos hizo trasladarnos, regresamos de nuevo a casa. Luego, si Cristo vivía en el Cielo, cuando acabó su misión terrenal es lógico que regresara de nuevo a él.              

Jesús nos enseñó el camino del Cielo y ahora tenemos que responderle haciendo nuestros deberes mientras caminamos aquí. No olvidemos que mirar sólo a las estrellas y no preocuparnos jamás de quienes caminan a nuestro lado estrellados es un error que nos debe hacer reflexionar para reconducir nuestros actos diarios y pedir perdón por nuestros errores… ¿Lo hacemos?

Como despedida, os propongo leer MATEO 28, 20:

[…Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.].

Luego, si Jesús subió al Cielo y Él está a nuestro lado a diario, el Cielo también está con nosotros y no debemos mirar tanto a las estrellas y mucho más a quienes caminan a nuestro lado porque una de las personas con las que nos cruzamos a diario puede ser Jesús.

 

       

 

 

 

 

 

       

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