jueves, 18 de septiembre de 2025

LA HONRADEZ SALVA

 Colaboración de Paco Pérez

LA AVARICIA DESTRUYE

DOMINGO 25 C

TEXTOS, para meditarlos:

1ª LECTURA: Amós 8,4-7

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo:

«¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?»

Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo.

Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

SALMO 112

R. Alabad al Señor, que alza al pobre.

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R/

2ª LECTURA: Timoteo 2, 1-8

Querido hermano:

Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad.

Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.

EVANGELIO: Lucas 16, 1-13

16,1. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.

16,2-4 Entonces lo llamó y le dijo:

- "¿Qué es eso que me cuentan de ti?

Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos:

- "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo?

Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."

16, 5-7: Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:

- "¿Cuánto debes a mi amo?"

Éste respondió:

- "Cien barriles de aceite."

Él le dijo:

- "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro:

- "Y tú, ¿cuánto debes?"

Él contestó:

- "Cien fanegas de trigo."

Le dijo:

- "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."

16,8-9 Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.

Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo:

- Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

REFLEXIÓN:

La sociedad siempre estuvo azotada por los problemas que corroen la convivencia: Explotación, pobreza, injusticia y una religiosidad diseñada por las personas a su medida.

El Señor siempre se preocupa de quienes sufren y, actuando con formatos válidos para cada tiempo, intenta dar respuesta humana al dolor social que hay.

Hoy se nos recuerda que los profetas denunciaban las irregularidades que cometían los poderosos contra las clases sociales desfavorecidas: Compaginar cada día el atropello de las normas sociales para aumentar sus riquezas y el amansar sus conciencias con ofrendas y peticiones al Señor en el templo.

Ellos les pedían que cambiaran ese comportamiento porque, de no hacerlo, el Señor no olvidaría sus acciones. 

Jesús también retrató la realidad de su tiempo, extrapolable a cualquier momento de la historia, personas que son puestas en cargos de responsabilidad porque otros confían en ellas y un tiempo después se comprueba que no desempeñan con honradez la responsabilidad que se les encomendó porque, actuando en beneficio propio, han arruinado su credibilidad y la confianza que en ellas habían depositado.

Pablo les aconsejaba pedir al Señor por las personas del entorno, incluidas las que tenían cargos de responsabilidad, para que hubiera paz y tranquilidad en la convivencia y, también, darle gracias por todo lo que recibimos de Él.

 

 

 

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