lunes, 27 de octubre de 2014

TOMANDO CAFÉ EN NERJA

Colaboración de Paco Pérez
Capítulo III
SE ALARGÓ LA REUNIÓN
Dos amigos, FrasquitoEl avispa” y ÁguedoEl tarta”, se juntaron una tarde y decidieron a tomar unas copas. Se les calentó el bigote con ellas, la reunión se prolongó más de la cuenta y hablaron también de muchos temas, es decir, hicieron lo que siempre ocurre en estos casos.

Parece ser que Frasquito no paraba de decir embustes, uno tras otro y sin parar. Águedo bebía y escuchaba sin intervenir y cuando ya estaban bien calientes decidió tomar la palabra y le dijo:
- Un día iba para la “Saravandija”, un paraje de Nerja que está detrás de un lugar que es conocido como “El paso de perro chino” y que es una pendiente muy pronunciada, y al pasar por ahí vi a más de CIEN cabras montesas.
Frasquito le respondió de inmediato y con acusaciones directas hacia el amigo:
- Eso tendrá su rebaja y su descuento y, a lo mejor, puede que fueran hasta cabrillas de mar.
Águedo le respondió muy pausado pero con cierto  aire de cabreo:
- No está maaal. Tú, te has pasado toooda la noche echando embustes, uno detrás del otro y sin parar… ¿Qué hacía yo mientras tú hablabas? ¡¡¡Callar!!!
Ahora, por uno que yo echo vas y me llamas embustero.
¡¡¡Así que, ahora, me voy a dormir!!!

UN NERJEÑO EN BARCELONA
En España se vivían los tiempos de las necesidades extremas, poco trabajo y mucha pobreza. Por esta razón muchos andaluces emigraron al extranjero para trabajar y un tiempo después regresar con algo de dinero para que sus familias pudieran vivir mejor. Otros prefirieron no cruzar la frontera y desplazarse a otras regiones españolas más industrializadas para probar suerte en el mundo laboral.
Un nerjeño sin cualificación profesional, José Rodríguez, eligió Barcelona como punto de destino para probar suerte en el trabajo.
Unos días después de llegar allí fue admitido en una empresa constructora y empezó al día siguiente a trabajar.
Estuvo en el tajo muy puntual y se presentó al encargado como le habían indicado en las oficinas de la empresa. Éste le pidió que lo acompañara, lo presentó a otro señor, se saludaron muy amablemente y ya se marchó el encargado.
El nuevo señor distribuía al personal contratado según su cualificación y según las necesidades de cada día.
Como el nuevo trabajador comunicó que no tenía experiencia en la construcción pues lo llevó al almacén, le dio un pico y una pala, le dijo que lo siguiera y lo puso a picar en una zanja que ya estaba iniciada. Se pasó la jornada laboral picando y paleando la tierra y, al concluir ésta, se encaminó a la oficina y una vez allí mantuvo este diálogo con el señor que le atendió:
- Buenas tardes –saludó José al oficinista.
– Buenas tardes… ¿Qué desea?
– Vengo a cobrar.
– Señor José, en la empresa se cobra al finalizar la semana y no a diario.
– Es que me tengo que marchar para Nerja, es una urgencia.
– En ese caso pase por aquella oficina, allí le pagarán.
José recibió su jornal, el único dinero que tenía para comer y viajar. Después de una semana de penalidades logró llegar a Nerja y les contó sus aventuras.
Entonces, un amigo le pregunto:
- ¿Cómo has venido, pidiendo?
José, sorprendido con la pregunta, le respondió con algo de cabreo:
- ¡¡¡No, si te parece iba a venir dando!!!


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