domingo, 16 de noviembre de 2014

EL MENSAJE NOS AUMENTA LA RESPONSABILIDAD Y EL COMPROMISO

Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
PR 31, 10-13.19-20.30-31
Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. 
Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. 
Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. 
Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. 
Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. 
Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. 
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. 
Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

TESALONICENSES 5, 1-6
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba.
Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. 
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. 
Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

MATEO 25,14-30      
Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos; a otro, dos; a otro uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco; el que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos; en cambio el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a saldar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
- Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.
Su señor le dijo:
- Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo:
- Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.
Su señor le dijo:
- Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.
Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo:
- Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.
El señor le respondió:
- Eres un empleado negligente y holgazán.
¿Cómo sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que al volver yo pudiera recobrar lo mío con los intereses.
Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil, echadlo fuera, a las tinieblas: allí será el llanto y el rechinar de dientes.
REFLEXIÓN
Dios regala a las personas, al nacer, unas cualidades; las que cada una recibe son únicas y por ellas debemos aprender, lo primero de todo, a desarrollar lo recibido de Él para corresponderle y dar a los demás lo máximo de nosotros.
Nunca olvidaremos que los elementos genéticos nos condicionan pero no es menos cierto que el resultado final podrá ser grande o pequeño si logramos, o no, disciplinarnos a la hora de poner a trabajar lo recibido. Con esfuerzo e ilusión mejoraremos día a día lo que hacemos, esta predisposición será permanente y no deberá ser flor de un día.
Los ejemplos de la esposa y de los empleados emprendedores es una confirmación de lo que deben hacer las personas cuando abren los ojos a la realidad de la vida. Cuando se ofuscan ya no ven el camino, el fracaso comienza a tomar cuerpo y, una vez consumado, entonces comenzaremos a buscar al culpable para justificar nuestra mala acción pero la realidad la tenemos en nosotros mismos, está en nuestros miedos o en nuestras indecisiones –eso le ocurrió al empleados temeroso.
Con las cosas de Dios pasa igual si no comprendemos lo que espera de nosotros será difícil que le agrademos con nuestra respuesta, el camino de la vida lo tiene que recorrer la persona pensando que todo lo que hagamos sea válido y no pernicioso porque estamos rodeados de otros seres a los que no podemos atropellar en nuestro viaje… ¿Hemos entendido de manera clara qué nos pide Dios que hagamos con los talentos recibidos?
Jesús, durante su estancia entre nosotros, nos fue confiando sus bienes antes de marcharse… ¿Qué cristiano no tiene en su casa el “Gran tesoro de la Biblia” para poder consultarla y descubrir en ella qué espera Dios de cada persona cuando regrese al final de los tiempos para pedirle cuentas?
Nosotros, como respuesta, en vez de leerla y empaparnos de su mensaje para trabajarlo la colocamos en una librería como si fuera un adorno más de la casa, nos olvidamos de ella y, de vez en cuando, la tomamos en nuestras manos para quitarle el polvo acumulado.
El hombre judío no reconoció a Jesús cuando fue un ciudadano más entre ellos y cuando le enseñó el camino, todavía no han encontrado al Mesías y fueron los que vivieron más cerca de Él. En el Nuevo Testamento encontramos los hechos que protagonizó durante su tiempo terrenal y seguimos sin reconocerlo porque su mensaje de “Amarás a Dios y al prójimo como a ti mismo” no es puesto en marcha por la mayoría de los hombres… ¿Por qué hacemos eso?
Porque no lo hemos reconocido todavía y de ahí nuestra inacción sobre su mensaje, supongo. Pensemos unos minutos sobre esta interrogante… ¿Nos reconocerá Él a nosotros cuando regrese al final de los tiempos?
A ese banquete final estamos invitados todos y de nosotros depende que seamos aceptados o rechazados al entrar. Debemos poner a trabajar los talentos que nos dejó, de hacerlo tendremos recursos para comprarnos un traje adecuado para ese banquete y entonces nos permitirá entrar a él.
Debemos regalar al mundo una nueva dimensión de nuestro comportamiento, la que le hemos sobre ese tema está obsoleta, entre todos; para lograrlo trabajaremos unidos, a la vez y sin que nuestras buenas obras levanten polvareda.
Jesús propuso estas parábolas para enseñarnos que en aquellos tiempos la propiedad era escasa (las personas no podían ampliar sus posesiones por esa razón) y, como es lógico, si alguien lo hacía solía ser por medios ilícitos, es decir, estos procedimientos para aumentar el capital familiar no estaban bien vistos entre la sociedad de aquellos tiempos.
Pero también hay que enfocarlas como una forma de reprender a quienes no seamos buenos gestores de la responsabilidad que se nos confiere y con ellas nos enseña que cuando tengamos que dar respuesta de ella entonces se nos medirá por los frutos que presentemos.
Quienes pasan del mensaje viven la vida embarcados en la materialidad y, como ahí todo es válido, se olvidan de que también hay otro modelo de felicidad diferente a la que nos ofrece la modernidad con su exceso de consumismo.
El Señor vendrá algún día a pedirnos cuentas y no sabemos cuándo será el día ni la hora. Es cierto que vendrá y habrá que tener para ese momento los deberes bien acabados.
Quiero resaltar, como homenaje a la mujer, que hoy su figura colocada en un pedestal muy elevado y sus cualidades son puestas de manifiesto, así como las consecuencias positivas que se derivan de su trabajo y comportamiento para quienes están en su entorno, familia y trabajadores.


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