sábado, 22 de noviembre de 2014

FESTIVIDAD DE CRISTO REY

Colaboración de Paco Pérez
EL ANUNCIO DEL “REINO DE DIOS”
TEXTOS
EZEQUIEL 34,11-12. 15-17  
Así dice el Señor Dios:
- Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. 
Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. 
Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear.

Oráculo del Señor Dios. 
Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. 
Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor:

- Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío. 
1ª CORINTIOS 15, 20-26. 28
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte.
Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo.
Y así Dios lo será todo para todos.

MATEO 25,31-46  
Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre y todos sus ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. 
El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: venid vosotros benditos de mi padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.
Entonces los justos le contestarán:
- Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermos o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les dirá:
- Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Y entonces dirá a los de su izquierda:
- Apartaos de mí malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y no me visitasteis, en la cárcel y no vinisteis a verme.
Entonces también éstos contestarán:
- Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?
Y el rey replicará:
- Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.
REFLEXIÓN
Cuando Ezequiel anuncia el “Reino de Dios” al pueblo de Israel éste estaba deportado en Babilonia porque los reyes habían fracasado como forma de gobierno al no saber defender los derechos y necesidades de los hombres de su tiempo, fueron invadidos… ¿Por qué les hace esa profecía?
Para levantar la moral al pueblo que ha sido esclavizado y trasladado a otro país, allí vivían sin la esperanza de regresar algún día y entonces él les anuncia un futuro mejor en el que serán guiados por un “buen pastor”, Dios, hasta su Reino.
Pasan los años y ese anuncio se retoma convirtiéndose en la razón de ser del cristianismo, en él está el fundamento de la creencia que tenemos: [Hay que trabajar por el “Reino de Dios” cuando caminamos por la Tierra.]
Hacerlo es fácil pero lo hemos convertido en un problema por el egoísmo que, casi todos, guardamos con celo en nuestro interior y que muy bien pudiera resumirse en las palabras de un mensaje que mi querido abuelo me repetía con demasiada frecuencia cuando era un niño y, como es lógico, entonces yo no lo entendía muy bien: [Niño, no olvides que los hombres pensamos así: primero yo, después yo y siempre yo.].
Las palabras de Ezequiel son la ayuda que se nos regala hoy para que comprendamos con más facilidad que el Padre siempre tuvo la misma preocupación, el hombre y sus problemas.
Hay que entender una cosa, Él nos manifestó siempre su línea de actuación de la manera más adecuada para cada momento histórico en el que vivían los hombres y para que éstos lo comprendieran con más facilidad. El Padre se nos fue presentando de manera diferente porque las entendederas humanas no fueron siempre las mismas debido al desarrollo educativo y cultural pero debemos reconocer que Él, a pesar de ello, siempre buscó lo mismo: [Ayudar al necesitado y comprender a todos en sus tribulaciones.].
Aunque Dios es bondad, amor, comprensión y perdón; no obstante, será muy bueno que no olvidemos que también es justo y que por ello nuestras respuestas tendrán que ser pesadas con ese criterio y no de manera alegre o injusta.
Pasan los años y San Pablo nos presenta una evolución más significativa del mensaje sobre el final de los tiempos.
Ya no estamos sólo en la fase de las promesas sobre los acontecimientos del futuro porque Jesús ya había resucitado y entonces pasábamos a una nueva fase en la que quedan incluidos también todos los muertos, en ella estamos todavía.
Las palabras de Ezequiel anunciando el “Reino de Dios” seguirán estando vigentes hasta que vuelta Cristo al final de los tiempos… ¿Cuándo?
Hoy se nos aclara qué le ocurrirá a quienes ostentan el poder terrenal, supongo que la razón que inspira esa visión del futuro que espera a la clase dirigente o pudiente tiene su fundamente en lo mal que ellos tratan al prójimo y en que Dios no permitirá que quienes no actuaron bien queden impunes.
Jesús volverá a la Tierra al final de los tiempos, de eso no hay duda, acompañado de su séquito celestial para juzgar a los vivos que habiten el planeta en ese momento y lo hará tomando, como elementos de condena o salvación, las obras que hicimos para ayudar al prójimo en sus necesidades materiales, físicas o espirituales.
Queda muy claro que, una vez acabada esa fase, ofrecerá al Padre el fruto de su actuación.
En ese momento volverá el Padre a ser “Todo para todos” porque el final de los tiempos que tanto buscaron quienes comprendieron desde el principio el mensaje ya se había cumplido y el tiempo del “Reino de Dios” anunciado ya había llegado. 

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