sábado, 1 de noviembre de 2014

EL VERDADERO SENTIDO DE LA MUERTE

Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
1 TESALONICENSES 4, 12-17
Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. 
Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. 
Esto es lo que os decimos como palabra del Señor:
Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. 
Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. 
Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. 
Y así estaremos siempre con el Señor.
Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

ROMANOS 5,5-11
Hermanos: la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo!
Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!
Y no solo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
JUAN 14,1-6
Dijo Jesús a sus discípulos:
- No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas estancias, si no os lo habría dicho, y me voy a prepararos un sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.
Y donde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
- Señor, no sabemos dónde vas, ¿cómo podremos saber el camino?
Jesús le responde:
- Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.
REFLEXIÓN
Jesús anima al creyente con un mensaje de futuro cargado de ilusión y de esperanza, va dirigido a quienes algún día abandonarán su estancia en la tierra. Lo hace presentándose como el CAMINO por el que tendremos que transitar para llegar al Padre, lo tendremos que recorrer solos, deberemos hacerlo confiados en que lo lograremos y, para ello, tendremos que seguir sus enseñanzas cargados de fe.
Él, figura del buen explorador, siempre va delante del grupo humano para allanarle las dificultades y así facilitar la llegada a quienes van detrás. Por su condición de Hijo de Dios y buen conocedor de la morada de su Padre nos anticipa que hay lugar para todos, nos deja claro que volverá a recogernos y que, mientras llega ese momento, deberemos transitar solos por el camino que nos enseñó.
En todas las culturas y religiones la realidad de la muerte es el gran misterio de la vida para el hombre. Para los cristianos también lo fue pero hubo un punto donde la visión desconocedora e incomprensible de ella cambió, estuvo el hombre ofuscado hasta que vino Jesús… ¿Por qué hasta entonces?
Porque los acontecimientos que sucedieron al final de sus días fueron la aclaración del misterio para quienes creemos.
Jesús nos enseñó que, con su muerte y resurrección, esta vida es un tránsito hacia la otra y que la muerte corporal no es fin.
San Pablo lo aclara bien, el cielo es el destino final para todos y  no importará morir antes o después. Al final de los tiempos los muertos resucitarán y, junto a los vivos de ese momento, serán arrebatados en colectivo para entrar en la morada que nos tiene preparada el Padre.
La esperanza debe orientar y alimentar nuestra creencia porque en el plan de Dios para el hombre pecador entraba que Jesús muriera y resucitara. No tendría sentido su trayectoria si no hubiera pretendido el Padre mostrarnos esta realidad, así comprendiéramos bien el gran misterio de la muerte.
Todo lo que ocurrió es fruto del gran amor de Él hacia nosotros, los pecadores.
Si razonamos los acontecimientos mencionados nunca perderemos la esperanza de estar entre los elegidos y así nuestro caminar siempre irá con rumbo firme guiados por su doctrina de amor.
Desgraciadamente, el hombre no entiende la MUERTE desde la realidad de Dios y por eso convierte la festividad de los “DIFUNTOS” en lo que no es, un circo y un despilfarro inútil de dinero en flores, velas y elementos ornamentales… ¿Cuántos hubieran podido comer hoy en España si hubiéramos regalado el importe de esos gastos a Cáritas?
¿Hemos entendido el sentido real de la MUERTE?



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