Colaboración de Paco Pérez
CONFIAR SALVA
Los judíos que
vivían fuera de su tierra tenían dificultades para conservar la fe por las influencias y presiones que
recibían al vivir en minoría dentro de una comunidad cuyo
pensamiento y cultura eran diferentes y porque, además, los humillaban y perseguían.
El Señor,
conociendo estas injusticias, les ayudaba para que permanecieran unidos
en la fe, anunciándoles su liberación y recordándoles que, a pesar de ello,
nada quedaría sin ser juzgado por Él.
Hoy, la fe, también está presente pero la realidad es distinta, una cosa es hablar de ella y otra vivirla.
Abraham y su familia enseñan que tenerla
es la esencia de la creencia, con ella el creyente no duda. Sara no tenía edad de engendrar, confió
y tuvo a Isaac. Abraham fue probado, tenía que
sacrificar a Isaac, confió y fue premiado.
Ellos tuvieron fe y obedecieron, murieron y no
presenciaron el cumplimiento de las promesas que les hizo pero fueron acogidos en el Reino.
Nosotros decimos tenerla pero cuando la adversidad nos visita dudamos y hasta nos
atrevemos a encararnos con Él.
Pasaron los años, se manifestó Jesús y les comunicó
que el Padre, con su generosidad infinita, nos da el Reino y, con ejemplos, les
mostró el camino para alcanzarlo. Lo hizo enfrentando dos temas, la riqueza y
la indigencia, y ponderando la honradez y la vigilancia, pero no lo
interpretaron correctamente.
Seguimos actuando mal porque la ambición da prioridad
a lo material, arrincona la honradez y la generosidad y nos impide vivir con
responsabilidad ejerciendo nuestra profesión y en las relaciones con la
comunidad.
Quienes durante años sólo se preocupan de trabajar y
acumular, al presentárseles los achaques de la vejez, se ven desbordados,
reflexionan y se preguntan… ¿Qué hemos
hecho mal para estar ahora así?
No percatarse a tiempo de que luchar para conseguir un
bienestar material no ayuda después
a mejorar, que en cualquier momento los llamará el Padre y lo acumulado se quedará aquí pues a ese viaje se va sin
equipaje.
Si practicamos este modelo de comportamiento desde siempre…
¿Por qué no rectificamos?
Porque la ausencia de fe nos impide valorar que siendo honrados y estando atentos y vigilantes
podremos responder cuando se nos pidan cuentas y entonces estaremos junto al Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario