sábado, 23 de julio de 2022

LA ORACIÓN

Colaboración de Paco Pérez

¿ES CORRECTO CÓMO LA HACEMOS?

La mayoría de las personas rezamos con un formato similar al que empleamos cuando entramos en un comercio a comprar. A éste llevamos una lista con las necesidades de la despensa y cuando nos dirigimos al Padre lo hacemos como si fuera un tendero, le comunicamos lo que necesitamos y le pedimos que nos lo conceda.

¿Lo hacemos así o es una visión excéntrica?

Opino que, al ORAR, debemos evitar convertir el tiempo de intimidad con el Padre en un acto mercantil egoísta en el que pedimos por nuestras necesidades, nos olvidamos de los demás y, además, tenemos el atrevimiento de comprometernos a pagarle después de haber recibido su ayuda. Otros dirigen sus peticiones a las imágenes de su particular devoción porque, como son muy milagrosas y le tienen mucha fe, intercederán ante el Señor por ellas…

Tal vez se practique esta modalidad de orar porque leemos poco la Biblia y porque las lecturas y homilías dominicales no son suficientes para que encontremos el camino de la oración. Recordemos lo que dijo Jesús en Lucas 11, 9-13: [Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.

¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?].

Jesús oraba tres veces al día, en cualquier lugar, en soledad y, a veces, se pasaba toda la noche orando. Los discípulos sabían que lo hacía pero desconocían cómo. Esa realidad y el deseo de aprender los empujó a pedirle que los enseñara.

Él les respondió con el texto del Padrenuestro. Lo encontramos en LUCAS 11, 2-4: [Él les dijo: Cuando oréis, decid:

- Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.].

Lo rezamos repitiendo el texto de manera mecánica pero deberíamos hacerlo intentando encontrar la esencia de su contenido. Reflexionemos sobre este consejo guiados por los expertos: [Decimos “Padre”, la mejor prueba de que somos sus “hijos”, lo enseñaba Pablo; “Santificado sea tu nombre”, manifestándole nuestro respeto y reconociéndole que es santo; “Venga tu reino”, petición que le hacemos para que sea Él quien nos guíe en nuestro caminar diario; “danos cada día nuestro pan del mañana”, tiene un sentido material para el cuerpo y otro espiritual para la salvación; “perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo”, es necesario reconocer nuestra condición pecadora y, antes de hacerlo, haber perdonado a quienes nos ofendieron o deben algo y no nos dejes caer en la tentación”, siempre lo hemos entendido como una petición para las tentaciones que la vida nos presenta cada día pero va más lejos, se refiere a esos momentos dolorosos que viven las personas y entonces les hace caer en la tentación de culparlo a Él de sus penas y ya reniegan de la fe.].

El Señor, dialogando con Abraham, le habló de su proyecto de viaje a Sodoma y Gomorra para comprobar lo que se decía del comportamiento libertino de sus habitantes. Abraham intentó ayudarles pidiéndole clemencia para los inocentes que allí encontrara, lo hizo recurriendo a los números y a su bondad con las personas pues él opinaba que en el total de habitantes de un lugar siempre son minoría los infractores y mayoría los inocentes. El Señor escuchó a Abraham y le aceptó su propuesta final.

En esta escena se nos enseña cómo debe ser el encuentro de las personas con el Señor, una conversación amigable en la que le expongamos con humildad y confianza nuestros problemas, sabiendo que Él siempre nos atenderá.

Pablo nos explica la acción salvadora que tiene el Bautismo para las personas que, teniendo fe, creen en Jesús aunque estén atrapadas en las redes de sus malas obras porque saben que Él las perdona y, con su sacrificio en la cruz, las rescata del pecado y las salva.

 

 

  

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