sábado, 24 de agosto de 2024

¿SEGUIMOS A CRISTO O A LA TRADICIÓN?

 Colaboración de Paco Pérez

RECTIFICAR ES EL CAMINO

La religiosidad de las personas estuvo, y está, ligada a la tradición que había, y hay, en el lugar donde nacían y por eso adoraban a los dioses.

Josué solucionó ese problema convocando al pueblo y a los representantes de las tribus para pedirles que reflexionaran y decidieran si abandonaban la idolatría o daban culto al verdadero Dios, el que los liberó de los sufrimientos que tenían en Egipto. Cambiaron y aceptaron al Señor como único Dios.

Pasaron los años, el pueblo esperaba la venida del Mesías pero no lo reconocieron en Jesús porque sus palabras y acciones no fueron comprendidas, ni por los discípulos, porque al anunciarles su muerte consideraron que todo era un fracaso y no una buena noticia… ¡No comprendieron que su muerte era necesaria para salvarnos!

Sus palabras llamaban al seguimiento pero muchos no lo comprendieron, lo criticaron y se alejaron de Él. Sólo continuaron a su lado unos pocos discípulos y le manifestaron su fidelidad pero, cuando tuvieron que demostrarla, huyeron.

¿Le damos la espalda nosotros?

Puede ocurrir cuando, a diario y solos, tenemos que responder con justicia ante los temas de la vida o cuando acudimos a los concurridos actos que hemos convertido en tradiciones o costumbres: Asistir a la misa semanal o de difuntos; visitar las imágenes a diario para tocarlas o encenderles velas; acompañarlas en procesión y, al acabar, despedirnos hasta el año próximo…

Algo debe cambiar porque las personas han pasado de tener a Dios en el centro de sus vidas a mostrarse indiferentes… ¿Por qué?

Porque se nos mostró a Dios como no es, un Padre que nos espera en actitud fiscalizadora para ajustarnos las cuentas y castigadora, imagen que no se corresponde con las enseñanzas de Jesús.

También porque tenemos una religión que potencia el culto a las imágenes pero no se programa en las parroquias una “Escuela Bíblica” en la que profundice para conocer mejor a Dios, se lea Éxodo 20, 1-6 y se comprenda lo que hacemos… ¿Sólo eso?

Debemos cambiar el compromiso cristiano de manera individual, yo el primero, en todos los ámbitos.

Pablo nos ayuda aconsejando que haya armonía en la familia y la sociedad y, como ejemplo, les puso una comparativa tomando como referencia las relaciones entre la Iglesia y Jesús y la mujer y el hombre. En ella Cristo es la cabeza visible de la Iglesia, ésta está bajo su protección y ambos trabajan en perfecta unión, empujados por el amor. Siguiendo ese patrón de comportamiento, el hombre protegerá a la mujer y los dos defenderán muy unidos la familia y, empujados por el amor, se respetarán y ayudarán.

 

 

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