sábado, 19 de julio de 2014

LAS PARÁBOLAS NOS MUESTRAN LOS SECRETOS DEL REINO

Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
SABIDURÍA 12, 13. 16-19

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

ROMANOS 8, 26-27

Hermanos:
El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

MATEO 13, 24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:

- El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:

- Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
Él les dijo:
- Un enemigo lo ha hecho.

Los criados le preguntaron:

- ¿Quieres que vayamos a recogerla?

Pero él les respondió:

- No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.
Les propuso esta otra parábola:

- El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.

Les dijo otra parábola:

- El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta:
- Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
- Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.

Él les contestó:
- El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
REFLEXIÓN
Se nos muestra al Padre como el único dios verdadero, nos relata los poderes que tiene para actuar y además, debido a su grandeza, justifica su actuación afirmando que Él no tiene que dar explicaciones sobre el por qué actúa de una manera o de otra. No tiene que darlas ante las preguntas que se plantea el hombre cuando, por sus limitaciones intelectuales, no puede comprender el por qué ocurren determinadas cosas.
Por encima de todo hay que tomar el mensaje que se da a quienes ostentan el poder, instándolos a que apliquen siempre la justicia en sus decisiones.
San Pablo analiza la condición negativa del hombre, su debilidad. Por ésta no es capaz, todavía, de comprender que todos ocupamos un lugar en el plan de Dios para el hombre, que por ese desconocimiento le pedimos cosas sin saber qué es lo que realmente deberíamos de hacer y por eso nos olvidamos de que el Espíritu es el que vela por nuestras necesidades sin descanso.
El tránsito de Jesús por la vida fue una escuela permanente para quienes lo seguían entonces y, en nuestros días, para quienes decimos ser cristianos. Nunca se cansó de mostrar el camino al hombre y, además, con una adaptación total a quienes tenían que escucharle. Sus coetáneos eran gentes incultas y sencillas y cuando les enseñaba algo lo hacía usando las parábolas, unos ejemplos sencillos que Él sacaba de la vida cotidiana de su entorno. La parábola fue el lenguaje que uso Jesús como forma fácil de comunicarse con quienes acudían a escucharle. En ellas les proponía la realidad como lenguaje entendible y nosotros, ahora igual que antes, tenemos que interpretarlas porque no se nos da la respuesta, es decir, se nos obliga de manera indirecta a ejercitar nuestras facultades intelectuales.
Este proceder no fue un camino de definiciones incomprensibles, todo lo contrario, Él facilitaba así la comprensión de sus propuestas.
Pasó el tiempo y el camino que nos legó, totalmente acabado, para que camináramos por él de manera plácida no es utilizado por quienes decimos ser seguidores suyos y preferimos hacerlo por senderos inadecuados, de ahí que nos perdamos con demasiada frecuencia y no logremos llegar nunca al lugar que ansiamos.
El Papa Francisco dijo hace unos meses: <Volver a Galilea, volver a la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo.>
Yo, impresionado con esas sabias palabras, propongo: <Volver a Cafarnaún para iniciar el CAMINO que Él enseñó allí, junto al lago; reflexionar sobre sus parábolas; intentar comprender mejor, con sus mensajes, los secretos del Reino y después seguir con nuestra ruta hasta que nos llegue la hora de presentarnos al Padre.>
Jesús usó la cizaña, una planta habitual de aquellos tiempos en el entorno agrícola en que vivía, y, por la enseñanza que se deriva de ese ejemplo, hay que pensar y razonar. Si logramos hacerlo y extrapolamos, desde aquella planta hasta nuestra sociedad, entonces podremos comprender que ésta también está en el campo social en que vivimos y que crece junto a los demás seres, nuestra cizaña es el MAL. La cizaña crecía entones junto al trigo y se consentía que crecieran juntas porque si se eliminaba cuando estaban pequeñas nos podríamos confundir y arrancar la planta de trigo.
Hoy nos ocurre igual con el MAL, está presente de diversas maneras en nuestro entorno, el hombre tiene que caminar junto a él, saber valorar entre las ofertas que recibe y después elegir entre lo recto o lo torcido.
Cometemos de manera permanente un error, querer eliminar el MAL de un plumazo… ¿Por qué? Porque la vida perdería el estímulo de luchar contra algo que hay que vencer y también porque cuando nos da un golpe fuerte en la línea de flotación, nos ayuda a bajarnos los humos de ese orgullo que tenemos, unos más y otros menos, y que nos hace creernos invencibles
Decir qué elementos son los de una condición u otra no procede pero sí conviene no olvidar que el entorno donde nacemos y la enseñanza que recibimos son quienes configurarán nuestra mente para que a la hora de hacer nuestra elección no nos perdamos.
Para mí, la FAMILIA y la PARROQUIA son los dos elementos que determinan nuestra formación cristiana y la posterior postura que tendremos que tomar al tener que elegir nuestro CAMINO, el que emana de DIOS o del MAL.


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