miércoles, 23 de julio de 2014

LOS PRIVILEGIOS DE LOS POLÍTICOS

Colaboración de Ramiro Aguilera

Hoy me hago eco del escrito fue publicado por Juan Gérvas, en Madrid, el 20 de julio de 2014.
Él tomó como referencia, o fuente inspiradora, la afirmación vertida por un comentarista: <Los privilegios de que gozan los políticos son objeto de crítica pública porque, aunque se consideran gente normal, están muy alejados de la realidad y apenas hacen nada para mejorarla.>.
Para comprender el fundamento del escrito os aconsejo que no dejéis de abrir los enlaces porque ahí están las ayudas que, a veces, necesitamos para no sentirnos confundidos con el contenido de un texto, en este caso con el que nos propone Juan.

¡Que le corten la cabeza!
Alicia estaba dudando si debería o no echarse de bruces como los tres jardineros, pero no recordaba haber oído nunca que tuviera uno que hacer algo así cuando pasaba un desfile. «Y además», pensó, «¿de qué serviría un desfile, si todo el mundo tuviera que echarse de bruces, de modo que no pudiera ver nada?» Así pues, se quedó quieta donde estaba, y esperó. Cuando el cortejo llegó a la altura de Alicia, todos se detuvieron y la miraron, y la Reina preguntó severamente:
¿Quién es ésta?

La pregunta iba dirigida al Valet de Corazones, pero el Valet no hizo más que inclinarse y sonreír por toda respuesta.
¡Idiota! –dijo la Reina, agitando la cabeza con impaciencia, y, volviéndose hacia Alicia, le preguntó-: ¿Cómo te llamas, niña?

Me llamo Alicia, para servir a Su Majestad -contestó Alicia en un tono de lo más cortés, pero añadió para sus adentros: «Bueno, a fin de cuentas, no son más que una baraja de cartas. ¡No tengo por qué sentirme asustada!»
¿Y quiénes son éstos? -siguió preguntando la Reina, mientras señalaba a los tres jardineros que yacían en torno al rosal.
Porque, claro, al estar de bruces sólo se les veía la parte de atrás, que era igual en todas las cartas de la baraja, y la Reina no podía saber si eran jardineros, o soldados, o cortesanos, o tres de sus propios hijos.

¿Cómo voy a saberlo yo? -replicó Alicia, asombrada de su propia audacia- ¡No es asunto mío!
La Reina se puso roja de furia, y, tras dirigirle una mirada fulminante y feroz, empezó a gritar:
¡Que le corten la cabeza! ¡Que le corten…!

¡Tonterías! –exclamó Alicia, en voz muy alta y decidida.
Y la Reina se calló.
“¡Que coman pasteles!”
Estos políticos privilegiados creen que “su” Estado de Bienestar es “el” Estado de Bienestar de los españoles”
A Alicia no le cortaron la cabeza en el cuento. A quien sí le cortaron la cabeza en la guillotina fue a María Antonieta de Austria, reina de Francia. Fue en el curso de la Revolución Francesa, el 16 de octubre de 1793. María Antonieta de Austria se había ganado el odio de los franceses, y el asunto se resume en la frase con la que respondió a la queja del pueblo de que no tenían pan para comer: “¡Que coman pasteles!”
Quizá no fuera cierta la atribución de la frase, pero sí fue cierto el odio del pueblo por los abusos de la realeza. Eran tantos sus privilegios y tanta la distancia entre el lujo y la pobreza que la guillotina fue condena mesurada y piadosa.
Es casi seguro que María Antonieta de Austria no entendiera porqué le cortaban la cabeza. Los privilegiados terminan pensando que sus privilegios son justos y necesarios, “lo normal”.

En España la casta de los políticos, llena de privilegios sin cuento, también se siente “gente normal”. Hasta lo dicen en el Parlamento: “Es que parece que nos subimos a esta tribuna y no tenemos familia ni un grupo humano con el que relacionarnos, parece que no vivimos como la gente. Señoría, vivimos como la gente. Somos la gente, y cuando salimos de aquí, cada uno tenemos las preocupaciones de la gente: el niño enfermo, la compra sin hacer, el puente, que se va toda la familia de casa y nosotros trabajamos el viernes porque tenemos Consejo de Ministros. Dejemos de hablar de la gente como si nosotros no fuéramos la gente. Somos la gente, y cuanto más lo seamos, mejor la representaremos”. Los políticos se creen, pues, “gente normal”, por más que estén enfangados en privilegios increíbles

Les falta decir eso de “¡Que coman pasteles!”, pero en el fondo lo piensan; que si no hay pan, ni trabajo, ni atención médica, ni vivienda, ni futuro de pensiones, ni educación, ni investigación, ni servicios públicos, pues “¡Que coman pasteles!”. Los políticos son “gente normal” que deberían incluso dar pena por tener que trabajar el viernes, en el Consejo de Ministros.
Naturalmente, nadie cree tales salmodias y se les odia. Los políticos son la hez de la sociedad en opinión de la gente. Y por ello los políticos temen a la gente y precisan apretar las tuercas de la “seguridad” y proponen leyes restrictivas y compran material “antidisturbios” e incrementan el gasto en policía, para acallar protestas, para impedir la libre expresión, para sofocar las críticas y para evitar las manifestaciones y los escraches.
Presumen del Estado de Bienestar
Estos políticos privilegiados creen que “su” Estado de Bienestar es “el” Estado de Bienestar de los españoles”. Son tan inconscientes y crueles como María Antonieta de Austria, y generan el mismo odio, contra “la casta”. Por ejemplo, los políticos creen que es “lo normal” es estar aforados y así lo han defendido los diputados del PP y del PSOE

Los países mediterráneos tienen un Estado de Bienestar que no es eficiente ni equitativo. En concreto, España ha tenido de siempre un miserable Estado de Bienestar, que ni PSOE ni PP han logrado equiparar al de otros países europeos. Por ejemplo, en el apoyo a las familias España va a la cola de la Unión Europea. La pobreza está incrementándose al punto de que España es el segundo país de la Unión Europea en pobreza infantil, sólo superado por Rumanía

El desempleo ha crecido hasta ser España el segundo país de la Unión Europea con mayor porcentaje de trabajadores sin trabajo, sólo por detrás de Grecia. Además, los parados españoles cuentan con escaso subsidio de desempleo y con pocas esperanzas de empleo, especialmente entre los jóvenes y los mayores de cincuenta años.
El sistema educativo público se deja hundir, al tiempo que suben las matrículas, disminuyen hasta las “becas Erasmus” y no digamos la investigación.
Las personas con dependencia y sus familias nunca salieron del pozo, pero vieron “la luz al final de túnel” (esa frase manida siempre en la boca de la casta). Ahora se les ha ido cegando el túnel, por el PSOE y por el PP.
Estos políticos de la casta dicen que no se han “tocado” las pensiones, pero se incumplió el acuerdo de su actualización y se han incrementado los gastos sanitarios de los pensionistas. Por ejemplo, el copago de medicamentos, realizado sin ningún fundamento al punto de que los tribunales han “tumbado” las propuestas más extravagantes y abusivas, como el euro por receta en Madrid y en Cataluña.
El sistema sanitario ha perdido presupuesto y trabajadores. Se ha recortado el acceso, ligado ahora a la cotización, lo que está provocando muertes por falta de atención. Además, la mayor perdedora ha sido la atención primaria, a quienes todos los políticos que han gobernado (del PSOE, del PP, del PNV y de CiU) ponen como “la puerta de entrada” y “el eje del sistema”. No es extraño que Juan Simón hable de “lengua y boca de serpiente” y que pida la guillotina en la plaza de la sanidad pública

Estos políticos, la casta, presumen del “mejor Estado de Bienestar del mundo” y demandan ser considerados “gente normal”. Es decir, mandan comer pasteles cuando no hay pan. Algún día lo pagarán.



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