lunes, 2 de mayo de 2016

EL VIAJERO

Colaboración de José Martínez Ramírez

El viajero, en la estación,
espera entre el vaivén
agarrado a su zurrón
y mira a la gente del arcén.

Unos fuman en tensión
sin saber, casi ni quien
tan siquiera ellos son.
Escucha desde el andén
los ruidos en confusión
mientras llega ya su tren,
tan igual al anterior.
Unos duermen, otros leen
y viven en su interior,
mientras llegan a Jaén.
Observan, con vino y pasión,
el fugaz paisaje de papel;
colores amables de algodón
y almendros blancos de miel.
Uno exige, el valor de un riñón,
ella dice, no hay de qué,
la sujeta de un mechón,
lo patea cual corcel.
Cada cual es un bufón
de este circo, para quien
cada queso a su ratón
y cada abeja a su miel.
Parecida la estación,
como es cada hotel,
a los días del ladrón
y a las noches del burdel.
Ruidos  fuera  de guión,
besos dentro del infiel,
la noche blanca de neón
tapa con su manto la piel
del viajero y del vagón.



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