domingo, 22 de mayo de 2016

¿QUÉ DIOS SE ENSEÑA A LOS HOMBRES?

Colaboración de Paco Pérez
Uno al que nadie ha visto, al que conocemos muy poco y del que sí sabemos que tiene una bondad tan grande que es capaz de perdonar a quienes lo ofenden a diario y de diferentes formas. Esta forma de ser nos la mostró de una manera muy sencilla a los hombres pero no lo comprendieron entonces y tampoco lo comprendemos ahora.

Por esas y otras razones su mensaje no se pone en marcha de manera definitiva o hacemos muy poco para que dé los frutos que Él desea. La única explicación que se me ocurre… ¡¡¡Nos resulta muy complicado amar a los demás como a nosotros mismos, por eso muy pocos pueden perdonar cuando los ofenden y, mucho menos, si se lo hacen de manera permanente!!!
Ocurre así porque está instalado en nuestras vidas el egoísmo y la solución está en aplicar la lógica, esa que se deriva del reinado de la justicia y del amor.
Como el compromiso de la sociedad con la resolución de los problemas ajenos es casi nulo pues esa postura nos lleva a buscar respuestas fáciles, hablar mucho y hacer poco. Por eso, necesitamos la adormidera de la religión para que ésta nos apacigüe el malestar que se ocasiona en nuestra conciencia con esas acciones, entonces nos inventamos unos dioses que no nos den voces y que no nos pidan explicaciones para las acciones negativas que realizamos a diario… Esta es la religión que practicamos y con ella nos sentimos muy contentos.
A veces, un señor poda el tronco gigante de un olivo milenario porque ha dejado de darle fruto, después lo lleva a un escultor, le encarga una talla dedicada a Cristo o a la Virgen María, le pone el nombre de una advocación y, una vez acabado, lo dona a un templo o decide ponerlo en una dependencia de su casa. Que cada cual se imagine, por la experiencias que todos conocemos, lo que ocurrirá con esa imagen y acertará pero la verdad es que, ese señor o señora, se sentirá muy feliz con lo que ha hecho porque es el fruto de la tradición religiosa que le enseñaron en la familia o en el entorno.
A los discípulos les pasó igual, eran personas normales que se formaron en la tradición judía; por esa razón no entendían las palabras de Jesús y sentían miedo de que se manifestara en su condición de Hijo de Dios, un error grave porque debían de haber sentido seguridad, alegría y confianza pues amando a los hombres de la forma que Él lo hacía sólo podía ser bueno y por ello debió de generarles buenas sensaciones desde el principio.
Otra característica de Dios es su deseo de comunicarse con los hombres para que puedan conocer su realidad: Él ama al hombre tal y como es y eso nos debe llevar a pensar que aunque tengamos momentos o etapas de debilidad siempre tendremos oportunidades de cambiar.
Con Jesucristo se nos ofreció la oportunidad de conocer a Dios en toda su grandeza: Amando a todos los hombres por igual y por encima de cualquier raza, religión o conducta.
Jesús es Dios y quedó demostrada esa condición cuando abrazaba a los “pecadores” y a las personas que aquella sociedad judía, orientada en una religión cargada de preceptos humanos y ausente de AMOR al prójimo, rechazaba por tener mala fama o baja condición social. Él no lo hacía como ellos y su comportamiento diferente con el prójimo dio lugar a que la sociedad se escandalizará… ¿Nos hemos preguntado por qué somos, algunos, tan racistas?
Los “doctores de la Ley” que regían los destinos de la religión judía no comprendían que un hombre, Jesús, pudiera tener la doble condición de hombre y Dios y que, además, siempre estuviera dispuesto a perdonar nuestros errores. Entonces… ¿Por qué nos empeñamos en seguir mostrando tan poca disposición para el perdón?
Si el hombre no rectifica esta actitud, no recibirá el amor y el perdón de Dios.
No debemos olvidar que perdona quien es capaz de no creerse superior a nadie y de disculparse cuando ofende pero en Dios, sin meter la pata con nadie, la acción del perdón es su práctica diaria. Cuando aparecen los problemas en la vida del hombre, éste piensa que Dios no esomnipotente” sino “débil”. Esta idea, muy generalizada, cobra más fuerza ante el dolor y la miseria que afecta a tantos seres humanos y es entonces cuando el hombre se pregunta… ¿Si Dios lo puede todo, por qué no pone remedio a estas situaciones?    
Dios es amor y es bueno, por eso no puede ser indiferente ante el mal. Es una potencia sin límite pero el amor que nos propone sólo tiene efecto si es ofrecido y aceptado. Siempre debe ser ofrecido, pero nunca “impuesto mediante la coacción” porque así “se impide el crecimiento del amor”.
El “Dios de terror” que nos enseñaron desde pequeños, ese que “amenaza con el castigo e impide la libertad”, no produce amor sino hipocresía.
Nadie esperaba que Jesús muriera debido a que tenían puestas en Él unas esperanzas que no se cumplieron, según ellos, cuando lo vieron muerto en la cruz. Para ellos esa escena fue una muestra de “debilidad”, no propia de alguien que decía ser Hijo de Dios, por eso se atrevieron a rechazarlo, los que no lo querían, y a burlarse de Él. 
Los males que le sobrevienen a la humanidad no son entendidos por nuestras mentes poco profundas pues algunos consideramos que Dios no es de amoroso como nos lo pintan. No debemos pensar así porque muchas desgracias son responsabilidad exclusiva de los hombres; otras se deben a circunstancias naturales que podrían haber sido originadas por el hombre, debido al comportamiento insensato que da a la naturaleza o las que se derivan de las fuerzas descontroladas que tienen su origen en la naturaleza.
Es un error que intentemos buscar explicaciones que compatibilicen el amor de Dios y el mal para justificar lo que hacemos porque Él es vida incluso en la muerte, Jesús nos la regaló al morir; es fuerza que nos ayuda a superar las situaciones complicadas y esperanza de una vida mejor.
Debemos ENTENDER y ACEPTAR esta realidad bíblica: [Dios nos ama, Jesús es Dios y nos mostró esa realidad. Cuando se marchó de entre nosotros nos envió al Espíritu Santo, que también es Dios, para que nos ayudara y nos abriera las entendederas.].
Si creemos y aceptamos, ayudados por la fe, en el camino de la Santísima Trinidad estaremos en paz con el Padre y por ella tendremos la esperanza de alcanzar al final la glorificación y, aunque pasemos por momentos complicados, estas situaciones nos harán seguir luchando para alcanzarla pues sabremos que Él nos regaló su amor y, además, nos envió el Espíritu Santo.








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