jueves, 17 de abril de 2025

DOMINGO 1º DE PASCUA

 Colaboración de Paco Pérez

JESÚS ENSEÑÓ QUÉ ES LA MUERTE 

La Resurrección de Jesús impactó a sus seguidores, aunque Él ya lo había anunciado. María Magdalena fue la primera sorprendida cuando encontró el sepulcro abierto, comprobó que no estaba el cuerpo de Jesús y fue a comunicar a los discípulos lo ocurrido.

Pedro acudió corriendo acompañado de Juan y también se sorprendió al ver la escena y no comprender lo que veía pero Juan sí la comprendió porque recordó que Jesús les comunicó “que resucitaría” e interpretó lo ocurrido como el cumplimiento del anuncio, que era Hijo de Dios, dónde estaba, el verdadero sentido de su muerte y creyó en Él.

Pedro y los otros lo interpretaron como un fracaso y el fin del proyecto anunciado, no creyeron y se escondieron.

Pagola nos ayuda a comprender a Jesús resucitado interpretando los encuentros que tuvo con los discípulos: [Jesús es el mismo, pero no el de antes; se les presenta lleno de vida, pero no le reconocen de inmediato; está en medio de los suyos, pero no lo pueden retener; es alguien real y concreto, pero no pueden convivir con él como en Galilea. Sin duda es Jesús, pero con una existencia nueva.].

¿Qué regaló Jesús a los discípulos con esa nueva forma de relacionarse?

La oportunidad de comprender el verdadero sentido de la muerte, que no es el final y después nada, sino el premio por llevar una vida digna y comprometida con los problemas del necesitado… ¡La salvación prometida?

¿Nos apuntamos?

Pedro lo hizo cuando comprendió a qué vino Jesús, entonces creyó, cambió y, sin miedo, salió del escondite, proclamó de Él las cosas buenas que hizo, que lo crucificaron como si fuera un malhechor y que resucitó. Afirmó que ellos fueron testigos de haber convivido con Él después de resucitar, que les dio el encargo de predicar para dar testimonio de lo visto y oído y que por ello afirmaba que Jesús, al ser juez de vivos y muertos, perdona a quienes creen en Él. 

Pablo aconsejaba que cambiaran, abandonaran la lucha que les hacía acumular lo perecedero y siguieran el camino que Jesús enseñó al rescatarnos del pecado con el perdón, el que lograremos si trabajamos practicando el amor universal, la justicia y la solidaridad.

 

 

 

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