sábado, 6 de diciembre de 2014

VIAJANDO AL PASADO, TAL VEZ, ENCONTRARÍAMOS ALGUNA SOLUCIÓN PARA EL PRESENTE

Colaboración de Paco Pérez
Hace años, las niñas jugaban con sus muñecas de trapo; a la rueda; al esconder; a la chicha; a la comba, a las casicas, para imitar las actividades de las madres…
 

Los niños nos distraíamos con una pelota de goma o de trapo; un patín, construido por el mismo usuario; una pita, elaborada por los jugadores con una rama de olivo; unas latas de tomate con unos ramales se usaban como zancos para emular a los artistas del circo; con un trompo y una cuerda; unas canicas; unas chapas o tapones de cerveza o de refresco servían para jugar a “La META” en los pocos acerados que teníamos entonces en Villargordo; una escopeta de caña…


La juguetería femenina era más sencilla de preparar pues las muñecas y la comba necesitaban unos materiales y unas herramientas que estaban en la misma casa, además, las madres aprovechaban esas iniciativas de sus hijas para enseñarles los primeros pasos en el mundo de la costura... ¡¡¡Qué grandes costureras, modistas y bordadoras hubo en nuestro Villargordo!!!
Todavía quedan algunas figuras que viven de la costura pero lo lamentable de nuestros tiempos es que casi nadie se preocupa ya de coger el hilo, una aguja y un dedal para arreglar un descosido en las prendas o meterle a una falda o a un pantalón. Lo que he afirmado es fruto de una realidad que está más acuciada en las poblaciones grandes y cada vez abundan más los letreros como éste: “El costurero de Rebeca”.   
La masculina ya no tenía esas facilidades pues era más variada y, para su elaboración, había que salir de la casa para obtener los materiales y ello nos obligaba a pasar por varias etapas:
1.- Relacionar los materiales que ibas a necesitar.
2.- Localizar el taller de carpintería o de herrería en el que los ibas a conseguir, tenías que ser muy conocido de ellos para que te permitieran coger los desperdicios de los materiales.
3.- Como no había útiles de trabajo en las casas, las piedras eran los martillos y las navajas las sierras.
4.- Para el ensamblaje hacían falta las puntas y comprarlas no era fácil. Esta fase era una odisea, había que buscar y pedir en las tiendas las cajas usadas de madera y romperlas para obtenerlas.
En la operación de montaje era muy frecuente machacarse las uñas de los dedos con el martillo-piedra. Nadie iba al médico y nuestras madres cogían una tira de tela blanca, obtenida de las camisas viejas de los padres, nos echaban un chorreón de alcohol en la herida, llorabas y pataleabas durante un rato, nos soplaban en la zona afectada para aliviar el dolor que ocasionaba el alcohol, nos liaban el dedo y salíamos corriendo para continuar con la labor constructora que habíamos abandonado. El tiempo que duraba la elaboración absorbía nuestra atención y nuestros ratos libres de manera total y, una vez acabado el proyecto, te sentías muy feliz.
¿Por qué me he puesto añorante y he sacado del fondo de armario del recuerdo esta realidad vivida con frecuencia por casi todos/as los/as de mi tiempo?
Porque, a pesar de las penurias económicas de entonces y de las dificultades que había para la consecución de algo, casi todos éramos conscientes de ello y sabíamos que no se podía exigir a los padres lo que no había. Entonces no nos podíamos permitir el lujo de ser caprichosos con la petición de ciertos caprichos, lo sabíamos muy bien. Lo que entonces era una desgracia para un padre, el no poder complacer los deseos de sus hijos, a la larga resultaba beneficioso para las criaturas porque les regalaban algo que no se adquiere en el mercado… Una personalidad fuerte y sensata que había sido forjada en la escuela de la necesidad con la sabia metodología de “la ausencia de caprichos”.
En estos tiempos los niños tienen de todo y ya nada les causa sensación. Piden un deseo y, para que no les den la tabarra, se lo compran de inmediato. Se levantan y ya desayunan con los dibujos animados, así se distraen y no molestan. Después se marchan al colegio y la paz entra en la casa. Para las tardes les buscan actividades dirigidas por expertos, o que dicen serlo, y así el contacto entre padres e hijos queda reducido a un beso y a complacer las peticiones que les hacen, los niñitos nunca ponen los pies en la tierra y siguen elucubrando otros deseos para proponerles nuevos caprichos… ¿Cuál es el gran fallo de esta sociedad?
¡¡¡COMPLACE a los hijos pero no los EDUCA!!!
Crecen las criaturas entre programas basura de la televisión y asimilan un vocabulario tremendo, propio de mayores y próximo a la incultura. Las series americanas hacen furor entre ellos, las costumbres decadentes de aquella sociedad impactaron en la nuestra, las importamos porque molaba un mogollón y, como nosotros somos más valientes que nadie, pues les pillamos la delantera y así nuestra juventud pasó, de esta forma tan simple, a ser la más analfabeta del planeta pero la primera en asimilar toda la modernidad que estaba destrozando al mundo juvenil exterior.
En España siempre nos pasa igual, llegamos tarde a la fiesta y, cuando los demás abandonan todo lo relatado por inútil, aquí lo implantamos como avance y ahí estamos ahora, presos de lo importado y padeciéndolo en el momento más inoportuno.
Ya nadie escribe en el idioma de Cervantes y han diseñado uno que es muy guay, por ejemplo: Sustituyen “que” por una “q” o una “k”. Ellos dirán lo que quieran pero la verdad del asunto es que no saben escribir con ortografía y de ahí que se hayan convertido en inventores de la nueva jerga juvenil escribana… No sabe escribir casi nadie pero sí tienen un móvil de última generación, todos han adquirido una habilidad pasmosa redactando esos mensajes mientras se divierten, dicen ellos, en las “Fiestas del BOTELLÓN”.


Una vez que los decibelios comienzan a inundar el ambiente y los elementos que entonan el ánimo siempre están en los plásticos en un situación inestable, lleno o vacío, pues el ánimo ya les circula eufórico desde los pies hasta el gorro. En esta situación aparece el camello de turno, lo reciben como como las mamás al panadero del barrio al amanecer y éste les ofrece, con sumo sigilo y como algo genial para que las fuerzas no los abandonen en toda la noche, la “hierba”, la “pastilla” o la “papelina” de COCA o CABALLO. Aquellos que pican por primera vez difícilmente podrán volver ya a la normalidad pues han aprobado con suma facilidad unas oposiciones libres a la “DROGODEPENDENCIA”, se convertirán en unos enfermos sin voluntad, robarán o traficarán para seguir enganchados, instaurarán en sus familias el “estado de follón permanente”, tendrán problemas con la justicia, tal vez acaben algunos en el trullo y, lo peor… ¡¡¡Ya, nunca serán unas personas normales y felices!!!
Todo esto les ha venido porque se lo dieron todo, menos la educación, y porque no aprendieron a construirse sus patines, la muñeca...
Cuando camino, paso por las zonas que los jóvenes han elegido para el “botellón”; como suelo hacerlo solo me aburro y, al pasar por ese espacio, me dedico a contar las botellas de licor y de refresco dispersos por el lugar y que usaron para sus combinados la noche anterior. A veces, estando en esta rutinaria e indignante tarea, también tengo que ver las JERINGUILLAS y los preservativos.
Ante este panorama de desolación sufro y me pongo en el pellejo de esos padres que cada fin de semana tienen que acostarse pensando en qué estarán embarcados sus hijos/as y a que peligros se pueden ver arrastrados. Cuando hablo así es porque yo también soy padre y porque pasé por esas noches de preocupación e incertidumbre (aunque de ello hace ya unos quince años y entonces no estaba el horno tan caliente)… ¡¡¡Qué relajo me entraba cuando escuchaba abrirse la puerta, ya podía dormir porque regresaban a casa!!! 
Yo también fui joven, mi generación también bebió y se divirtió, pero no tuvimos que cometer tantos abusos graves para hacerlo. El freno más grande que tuvimos fue ir de fiesta siempre con un duro de menos… Ahora van con muchos euros de más en la cartera y, como consecuencia, también vuelven con mucho de más en su cuerpo.
El 2 de enero de 2011 fue un día grande en la lucha contra la DROGODEPENDENCIA porque ese día entró en vigor la Ley 42/2010 de 30 de diciembre de 2010, más conocida como “La ley antitabaco”, no olvidemos que al fumador también hay que considerarlo como tal. Desde ese día todos hemos ganado, los fumadores empedernidos y los pasivos. Yo entro en el grupo de los pasivos y hasta entonces conviví, en lugares públicos, con personas que originaban al fumar una humareda grande y ese día, por primera vez, esos señores se tuvieron que adaptar a mí para poder jugar la partida de ajedrez… ¡¡¡No fumaron!!!
Las autoridades, a todos los niveles, no tienen la buena costumbre de tomar las medidas correctoras adecuadas para todos los temas graves que nos agobian, y éste de la juventud no es moco de pavo, y por ello necesitan recibir una solución correctora rápida para protegerlos de los peligros que los acechan a diario. No lo hacen porque siempre están en campaña electoral y, como consecuencia de ello, dejan de hacer sus deberes debido a que temen perder al electorado que tiene pocos años. Si legislaran con unas leyes adecuadas los padres encontraría un apoyo serio pero, por desgracia, lo que hacen para ganar simpatías es habilitar a los jóvenes lugares concretos donde la concentración permita a las autoridades, eso es lo que argumentan para hacerlo, tenerlos mejor controlados pero la verdad es que en esos lugares no controla nadie a los que allí están y, como es lógico, con ese proceder no se ayuda a la erradicación del problema.
Ante esta inacción social y oficial, la ciudadanía responsable (afectada o no) deberá de luchar para que las FAMILIAS y los HIJOS vivan en PAZ y alejados de esta epidemia social, lo haremos: en nuestra parcela de responsabilidad familiar, en plataformas, en asociaciones o donde haga falta y sensibilizando a la opinión pública… ¡¡¡Hay que dar la cara y no esconderse!!!


Como despedida, agradecer a los espacios de Internet que publican las fotos e ilustraciones que nos recuerdan los argumentos expuestos y, además, sin ánimo de lucro. Otras son de mi archivo.

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