lunes, 3 de agosto de 2015

FOTO PROTESTA

LOS TONTOS CONTEMPORÁNEOS ESTÁN POR TODA ESPAÑA
Colaboración de Paco Pérez
Tengo la radio junto a la cama y todas las mañanas, al despertarme, la suelo activar para que trabaje durante media hora y después le doy permiso para que haga lo que quiera hasta el día siguiente… ¡¡¡Pues, a pesar de que tiene esa jornada laboral tan corta, hay días que se pone rebelde y no quiere levantarse puntual para hacer su trabajo!!!
En ella se cumple esa expresión que dice: [Mientras menos se trabaja menos se quiere hacer.]. Esto ocurre porque como ya lleva algunos años en casa, con contrato indefinido, pues la conozco muy bien y la trato como si fuera de la familia, esa es la razón por la que le perdono sus perezas.

Me gusta ser fiel en la amistad, con quienes nos venden los tomates, con quienes no sirven el café… Soy así y por esa razón  siempre escucho COPE… ¡¡¡Para qué voy a cambiar cada día de emisora si, cuando lo he hecho, lo único que conseguí fue volver loca a mi amiga al mover el dial de aquí para allá!!!
Para evitarle ese trastorno ya llevo un tiempo sin visitar otras cadenas y con ello he ganado porque al despertarme somnoliento sólo activo el interruptor de la voz y, gracias a esa fidelidad, siempre acierto. Durante media hora me actualizo con sus comunicadores sobre las noticias nacionales, regionales, provinciales y deportivas e inmediatamente ejecuto el proceso inverso. Cuando corto el suministro de energía a la señora “radio” me incorporo en la cama, adopto la forma del cuatro mientras permanezco sentado en el borde del catre, pongo los pies en el interior de las chancletas e inicio el nuevo día.
Entre ambos procesos, siempre dependiendo de la hora en que abro los ojos, escucho “La Mañana” y, mientras lo hago, algunos días tengo la suerte de coincidir con la entrada en antena de Luís del Val, ese veterano periodista que a diario retrata para su audiencia un hecho relevante de la actualidad y, además, lo hace con una técnica magistral e irónica que lo diferencia del resto de los comunicadores, yo diría que lo hace con un estilo único. Este señor nos tiene cautivados a muchos oyentes porque dice las cosas con crudeza máxima pero, a su vez, la presenta envuelta con el bello papel de una ironía sutil y delicada. No obstante, si los hechos tratados son graves y se merecen un jarro de agua muy fría pues nunca duda a la hora de arrojar al personaje a la piscina de “Los tontos contemporáneos”, aunque estemos en enero.
Esta expresión que él ha acuñado, sólo para quienes se merecen un tirón de orejas por lo que han hecho o dicho, está sustentada en verdades contrastadas y no sobre mentiras inventadas. Desde que fundó el club de “Los tontos contemporáneos” la plantilla ha ido creciendo y se puede afirmar que quienes forman parte de él son legión porque proliferan por todos los pueblos y ciudades de España.
¿Para qué he montado esta liaza?
Para informarles de que a Nerja también ha llegado la moda y ya hay gentes que forman parte de ese club, aunque creo que son pocos y anónimos.    
Una mañana caminábamos por una de sus calles, muy cerca de la Plaza Cantarero, y en una pared observé una pintada de protesta con este texto: [Los animales no son nuestros esclavos.].
Al toparme con la pintada quedé sorprendido con su contenido, la grabé con el móvil, continuamos nuestra ruta y ya la conversación giró hacía su mensaje. Dimos diversas opiniones y desde ese día decidí que tendría que exponer mi opinión en un escrito. Es cierto que comparto la opinión del grafitero porque la esclavitud nadie la desea y, además, porque hace años que fue abolida y desde entonces se acabaron los abusos que se cometían con las personas. Portugal abrió el desfile abolicionista, fue el 12 de febrero de 1761. Después continuaron su ejemplo Francia, el 4 de febrero de 1794; Chile, el 15 de octubre de 1811; Inglaterra, el 23 de agosto de 1833; Perú el 3 de diciembre de 1854; EEUU, el 18 de diciembre de 1865… ¡¡¡En un acierto que esta persona o grupo se sume, bastantes años después, a ese sentimiento abolicionista y que lo haga en defensa de los animales pero, según mi criterio, es un error que no se preocupe de mencionar en su texto a las personas que son esclavizadas a diario cuando tienen que caminar sorteando los excrementos que los perros depositan en la vía pública!!!
Es cierto que a un animal también se le puede esclavizar haciéndole trabajar sin descanso y sin darle alimento pero creo, sinceramente, que en nuestros días eso ya no ocurre porque la inmensa mayoría de los trabajos se hacen con máquinas y los animales sólo se usan con cuentagotas y donde la accesibilidad es muy complicada.
El maltrato se ejerce con las personas y con los animales por maldad o para poder conseguir una mayor rentabilidad de ellos… ¿No se hacía eso con los esclavos negros en las plantaciones?
Partiendo de aquí opino que no sé a qué situación de maltrato animal se referirá el autor pero debe pensar que los animales están para servir al hombre y no al revés. Está en Génesis 1, 27-28: [Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; y los creó macho y hembra y los bendijo Dios diciéndoles: Procread y multiplicaos; y henchid la tierra, sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra.].
Habrá que entender este grito de protesta en el contexto del populismo actual que hay en España contra las corridas de toros, tenemos el ejemplo reciente del alcalde de La Coruña, pero… ¿Los animales son la verdadera preocupación de estos populistas o seguir las instrucciones políticas de los “radicalismos de izquierdas” para acabar con la marca “España”? ¿No se acuerdan ya de la que metieron con las siluetas de los toros negros que había en las elevaciones aledañas de nuestras carreteras?
Es posible que estos antisistema no hayan presenciado en su vida ningún caso de maltrato animal, yo sí. Pues por tener esa negativa experiencia detesto las acciones de esa clase y, sobre todo, porque mis formas de ser y de pensar me lo impiden. Presencié un caso lamentable hace ya bastantes años.
Éramos niños, en Villargordo no sobraban los entretenimientos pero sí había infinidad de piedras de todos los tamaños por las calles, en las eras y en los campos de alrededor. En el marco de ese ambiente un grupo de pequeñajos, entre los que me encontraba, caminábamos por la calle La Parra para subir hasta el Cerro San Cristóbal. Al llegar al final de ella y entrar ya en el descampado se nos cruzó un gato, alguien lo acosó con silbidos y el asustado animal optó por correr y encaramarse a la más alto de un poste de la luz, supongo que consideraría aquel lugar era muy seguro. Pues no, cometió un error garrafal, y lo que debió hacer fue correr en cualquier dirección con su agilidad felina antes que subirse al palo porque comenzaron a lloverle piedras de todos los tamaños y desde todos los ángulos, duró esa lluvia hasta que consiguieron el objetivo buscado, derribarlo. La piedra que lo alcanzó tuvo que impactarle en alguna zona vital porque cayó fulminado, una vez en el suelo se ensañaron con él y lo remataron. Esa escena nunca se me ha olvidado… ¡¡¡Y no fui maltratador!!! 
Pues bien, por esa pintada anónima con la que el autor ha ensuciado una pared, me voy a regalar un poco de libertad para tomarle prestada al maestro Luís del Val su famosa expresión y dedicársela a él, así ya podrá formar parte, desde hoy, del selecto club de “Tontos contemporáneos de España, con adscripción en la sede local de Nerja”. Ahí puede retirar el autor el título, lo hará en horario matutino de oficina
D. Luís, cuando incorpora al club un nuevo tonto, lo hace ayudándose de la experiencia que ha acumulado durante sus 71 años y de los consejos de su tía Pascualina. Él tiene una doble ventaja sobre mí para reconocer a los “Tontos contemporáneos”, reconozco que a mí me cuesta más: [Soy algo más joven y no tengo tías Pascualinas.].
La verdad, para éste caso no he necesitado ayudas porque se le ve el plumero con facilidad al “tonto”, el argumento primero ya me hizo protestar, coger el móvil y captarlo de inmediato. Pero no lo hice por casualidad, fue fruto de la indignación acumulada que me han ido causando, y causan a diario, las escenas que presencio por las calles de Villargordo y, sobre todo, en Nerja.

Aquí, al haber muchos más habitantes, hay muchos más “mascoteros” y, consecuentemente, mis vivencias se multiplican, teniendo siempre como único testigo a mi esposa.
Hace unos cuantos días caminaba con ella por la Avenida Ciudad de Pescia y me cabreé mucho porque la imagen que ofrecían las defecaciones perrunas a nuestro paso era asquerosa y, además, porque unos transeúntes ya habrían tenido que tirar sus zapatos al contenedor porque habían pisado las cagadas de los esclavizados perritos que los “mascoteros” habían sacado a pasear sin las bolsas de plástico pertinentes para recoger sus antihigiénicas cagadas en plena vía pública.


Mi reacción fue inminente, grabar con el móvil los excrementos que había en la acera. Mientras lo hacía, Mari se percató de que una señora se había parado y observaba asombrada, desde unos metros más adelante, lo que yo hacía. Cuando pasé por su lado me preguntó:
- Señor, por favor… ¿Puedo hacerle una pregunta?
– Sí -le contesté.
- ¿Colecciona usted cacas de perro?
La expresión nos causó una gracia enorme, reímos juntos unos momentos, le aclaré la razón por la que lo hacía y, al escucharnos, se sumaron más transeúntes al debate.
Puedo afirmar que nadie estaba conforme con lo que está ocurriendo en nuestras calles con las defecaciones de los perritos.
Estos señores son unos listillos oportunistas porque no comprenden que manifestar nuestra disconformidad con la guarrería que ocasionan sus perros no es esclavizar y sí es reclamar el derecho de caminar entre las personas pero no revueltos con los animales y sus excrementos. Deben denunciar donde sí hay esclavitud animal clandestina para ganar mucho dinero: En las “peleas de gallos y de perros” ilegales, con las apuestas clandestinas; en las “cacerías de elefantes, zorros u osos”, donde se negocia con el marfil o las pieles; en las “monterías de jabalíes o ciervos”, donde las cabezas son tratadas como elementos ornamentales y en los encierros de “San Fermín” en Pamplona, para atraer ganancias con la TV y el turismo.
¿Por qué no han ido los populistas a las fiestas de Pamplona para protestar cada amanecer por los encierros televisados? ¿Por qué no van a África y denuncian el negocio que tienen montado para cobrar entre unos 180 euros por un jabalí o los 45 000 euros por una pieza relevante?
En Pamplona estuvieron el día 4 de julio, pero no el día 7, un centenar de activistas y simpatizantes de los colectivos AnimaNaturalis y PETA pero no tuvieron valor para torpedear el ambiente en los días puntas de la celebración.
Yo no tengo nada en contra de los animales, de sus propietarios y de quienes se erigen en defensores de ellos por no sé qué razón. Pero sí estoy en contra de que los saquen a las calles y a los parques para que orinen y defequen en cualquier lugar y, además, no hagan la limpieza posterior y nos dejen de regalo sus restos olorientos. Lo estoy porque después pasamos la personas, solas o con niños, y tenemos que andar evitando que nuestros calzados aplasten sus lindos mojones o se impregnen de sus orines.
Hace pocas fechas presencié como una señora liberaba a su mascota del cordel y el perro salía corriendo sin control, ella se cruzaba de brazos fumando plácidamente su cigarro, el animal entraba en un pequeño parque de barrio con césped y hacía sus necesidades, ella miraba hacia el infinito mientras el animal se quedaba ligero de equipaje, no se acercó a retirar la suciedad vertida por el animal, yo me mordí la lengua para hacer caso al consejo de Mari y nos alejábamos del lugar de los hechos para que su animal no se sintiera maltratado si le recriminaba a ella lo que acababa de presenciar.
¿Cuándo se va a poner remedio a estos desmanes para evitar que unos pequeños e inocentes niños jueguen en esas zonas de ocio y, con la suciedad allí vertida, puedan adquirir alguna enfermedad perruna al entrar con sus manos, ropas o chupetes en contacto con esos restos? ¿No sería aconsejable que nuestras autoridades, locales o nacionales, legislen para evitarlo antes de que sea tarde?
Para evitar estos desmanes les propongo que legislen ya en esta línea y tipificando las multas para cada incumplimiento:
1.- Los animales tienen que estar censados en los ayuntamientos.
2.- Todo animal llevará colgada de manera permanente una chapa con la identidad del dueño.
3.- Irán por la vía pública con el bozal y la cadena de control.
4.- Pagarán un impuesto anual para la limpieza de las vías y reponer los desperfectos que ocasionan.
5.- Los ayuntamientos construirán lugares dedicados a la expansión de los perros para que allí hagan sus necesidades.
6.- Será responsabilidad de los dueños el que sus animales no meen sobre el mobiliario urbanos o en las esquinas o quicios de las casas.
¿Qué sucederías si las personas empezáramos a hacer lo que este perro hizo en el parque de nuestro cementerio en Villargordo?
Nos dirían de todo, nos rodearían y, en Nerja, nos llevarían a escobazos hasta el mar.

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