jueves, 13 de junio de 2019

D. FELIPE IRIARTE FERNÁNDEZ Y LOS JÓVENES


Colaboración de Paco Pérez
INCURSIÓN NOCTURNA EN LA SEDE DE J.O.A.C.
Ya comenté que D. Felipe tuvo un gran tirón entre los villargordeños por su forma de ser: generoso, sincero, espontáneo… Tampoco debemos olvidarnos jamás de las muchas cualidades personales que tenía para el desempeño de su ministerio sacerdotal y dejarlas arrinconadas en la buhardilla del recuerdo, no se lo merecería quien siempre supo qué deseaba alcanzar y cómo hacerlo. Su trabajo con los jóvenes locales fue positiva y si no podemos catalogarla de perfecta para aquellos tiempos es porque la semilla que se esparce no cae en la misma clase de tierra y después, por esa realidad, el fruto cosechado no es uniforme.

En aquellos años los jóvenes, en su mayoría, tenían como profesión la agricultura pues en nuestro pueblo no había más actividad industrial que las derivadas del campo. Había una fábrica de harina y otra de aceite, ambas eran propiedad de Juan MillánZarate”; en la “Verja” también se molía aceituna, estaba en el edificio que después se convirtió en restaurante con Pepe Luís GarcíaZamorita” y otra se instaló junto al Museo Cerezo, su propietario fue José AlmagroDibujo”, la montó con una maquinaria nueva pero no tuvo éxito. Unos años después se organizaron dos cooperativas de aceite, cuya propiedad era de los socios; en la de Juan MillánZarate” nació “San Juan” y unos meses después, de nueva construcción, el “Cristo de la Salud”. También había cuatro “hornos de pan” que ocupaban a los componentes de otras tantas familias: El de Joaquín, después lo vendió a BlasOruga”, estaba en la calle Conde Mejorada; el de Tobalicooruga”, el padre de “El Chache”, en la calle Ramón y Cajal; el de Miguel, en la calle Jesús y el de “Los Checas”, en la calle José María Polo.
Con estas posibilidades de ocupación laboral la casi totalidad de los jóvenes locales estaban destinados a desempeñar trabajos en la agricultura y una mínima parte de ellos tenían posibilidades de estudiar y ganarse la vida con los libros.
D. Felipe, conocedor de esta realidad, intentó ayudarles para que no se perdieran en la nada, los agrupó según sus posibilidades y así fue como nació la asamblea local de J.O.A.C. Una vez constituida el siguiente paso fue nombrar una Junta Directiva que se responsabilizara de la organización administrativa y de movilizar las actividades. Los cargos directivos elegidos fueron:
- Presidente: BlasEl Mellao”.
Secretario: FrascoEl Trapero”.
Tesorero: Eleuterio Lombardo.
Toda organización, cuando comienza a caminar, siempre tiene ciertos problemillas y los jóvenes de J.O.A.C. también los tuvieron cuando otros jóvenes del pueblo que no trabajaban en el campo solicitaron formar parte de la asociación. Las solicitudes presentadas fueron la de Joselillo Carretero, funcionario del Sindicato Obrero Católico, y la de PacoEl  Feo”, empleado en la tienda de tejidos de su tío LuísEl Chivo”. En una primera reunión de la Junta Directiva las primeras solicitudes presentadas fueron rechazadas y el argumento que les dieron para hacerlo fue que “no eran obreros del campo”. Cuando informaron a D. Felipe del acuerdo que habían tomado éste les habló, los convenció de que debían reconsiderar su decisión y, cuando se volvieron a reunir por consejo suyo, decidieron aceptarlos porque Joselillo trabajaba en el Sindicato Obrero Católico. Para sufragar los gastos que se ocasionaran comenzaron a cobrar una cuota a los socios y así, después de muchos esfuerzos lograron juntar 450 duros, todo marchaba bien y estaban muy contentos.
Una noche, los directivos de J.O.A.C. estaban en el BarEl Maza” tomando unos vinos; entró AlonsoCatalino”, un conocido de Mengíbar; se saludaron y se unió a ellos. Este señor era en aquellos momentos teniente de la Guardia Civil y con el paso del tiempo ascendió y llegó a general. Como tenía un sueldo pues disponía de dinero y el hombre tuvo el gesto de invitarlos. Ellos estaban a dos velas de dinero y se encontraron pillados en un callejón sin salida… ¿Cómo invitaban ellos después?
Hablaron Eleuterio y Frasco sin que se percatara Alonso y acordaron que Frasco echara un achaque, abandonara el bar, se acercara hasta la sede de J.O.A.C. para tomar prestados los fondos que tenían allí guardados y unos días después los devolverían entre los tres. Con esta acción salieron aquella noche del apuro en que los había metido el Guardia Civil con la invitación y, cuando se les calentó el bigote, la juerga acabó cuando los fondos de la asociación religiosa acabaron en el bolsillo de PedroEl Maza”.
La cuentas felices que se hicieron aquella noche se les atragantaron más pronto de lo esperado pues aquel dinero estaba guardado porque habían acordado invertirlo en una obra buena, comprar un aparato de radio a Catalina Alcalde Uceda, una hija de AmadorEl Zapatero”, porque le habían amputado una pierna y los jóvenes de J.O.A.C. decidieron hacerle ese regalo para que pudiera distraerse en su casa mientras se recuperaba.
En una de las reuniones que celebraban semanalmente decidieron realizar de inmediato la compra acordada y entonces fue cuando se descubrió lo que había sucedido… ¡Así fue cómo las buenas intenciones se quedaron en proyecto y Catalina sin aparato de radio!
D. Felipe se enfadó mucho porque no esperaba aquella acción, estaba formando a un grupo de jóvenes y le habían respondido con una faena, en aquel momento los cesó y los expulsó de la asociación; después fue a casa de Eleuterio, contó a sus padres lo ocurrido y el padre, Paco LombardoEl de Margarita”, le dijo sorprendido:
- ¡No me diga usted eso D. Felipe, no me diga! ¡Tan honrados como son! ¿Cómo han podido hacer eso?
D. Felipe, viendo el impacto que les había causado la noticia, salió de la casa y se marchó.
Ellos se comprometieron con sus padres a pagar el dinero cogido de la tesorería con sus ahorros pero, por culpa de la trastada, después de la visita del cura a sus domicilios ya recibían menos paga de sus padres. Como no encontraban una respuesta positiva para reponer el dinero Frasco comenzó a poner en marcha una estrategia pícara…
¡Cogerle a sus padres alpiste del montón que tenían en la cámara y venderlo en la tienda de la “Chocolata”!
Para conseguirlo Frasco subía a la cámara, se lo guardaba entre la ropa, salía a la calle, en la esquina lo esperaban Eleuterio y Blas con unas talegas, le recogían la mercancía, la llevaban a la tienda, la vendían y cobraban. Como el invento ya se estaba repitiendo varios días seguidos el padre de Frasco se mosqueó mucho porque lo veía subir con más frecuencia de lo normal a la cámara. También porque al guardarse el alpiste éste entraba en contacto con la piel, le hacía padecer muchos picores y por eso se tenía que rascar más que un mono. Estas dos realidades, para una persona mayor, resultaban chocantes y un día no se aguantó ya y le dijo:
- ¿Qué negocio te traes entre manos para que subas tanto a la cámara?
Frasco le respondía, cada vez, con un achaque diferente y así capeaba el temporal pero las triquiñuelas siempre tienen un límite y un día la casualidad hizo que su padre descubriera lo que estaba haciendo. El padre subía a la cámara por cebada para los animales y su hijo bajaba en ese momento relleno de alpiste. Como las escaleras eran estrechas, Alonso se apoyó en su hijo al cruzarse, se agarró a él por el vientre y entonces descubrió porqué subía y bajaba tanto a la cámara y porqué se rascaba tanto.
Como las ventas a la “Chocolata” se interrumpieron pues no podían liquidar la trampa con prontitud, pensaron cómo arreglar el problema y entonces inventaron otra estrategia… ¡Balcinarían las gavillas de trigo segadas, desde el campo a la era, de los agricultores que los contrataran!
El primer encargo lo recibieron de Agustín Castellano “El del Cine Cervantes”, hablaron de los precios y, como era mayor y ellos unos mozuelos, les recomendó que fueran prudentes en el transporte pues si no lo hacían bien se perdía mucho trigo. Ellos sabían que esas recomendaciones que les hacía todos los días eran verdaderas pero, como tenían prisa para recuperar el dinero que necesitaban, trabajaban muy acelerados y el viejo no cesaba de darles la murga con la misma cantinela:
- ¡Chiquiiillos, que me estáis haciendo perder mucho trigo con las prisas!
Mientras cargaban el último porte maquinaron una jugarreta para fastidiar al señor Agustín por las monsergas que les dio … ¡Cuando transportaran la mies hacia la era volcarían el carro!
Ocurrió lo que Agustín había intentado evitar, se perdieron muchas espigas con el accidente provocado pero ellos se sintieron felices con lo que hicieron. Como habían acabado el encargo pues acordaron con Agustín que irían por el cine para cobrar el trabajo.
Al día siguiente estaban deseando que llegara la noche para cobrar, Blas se acercó por la calle hasta la ventanilla de la taquilla, comprobó que estaba allí esperándolos y le dijo:
- Agustín, estamos aquí… ¿Podemos pasar?
- ¡Claro!
Después de los saludos de rigor, ajustaron las cuentas según el número de portes y el precio de cada uno. Cuando quedó fijada la cantidad final todos estaban de acuerdo y, cuando ya sólo quedaba que Agustín les pagara, éste les dijo:
- Bueno, como en el último viaje perdí mucho trigo mis cuentas son otras, os pagaré la MITAD.
Ellos protestaron pero nada consiguieron porque el señor Agustín se mostró inflexible.

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