lunes, 27 de septiembre de 2021

RECUERDOS DEL CINE “MARAVILLAS”

 Colaboración de Paco Pérez

VIAJANDO A JAÉN PARA LLEVAR Y TRAER LAS PELÍCULAS

Capítulo XVIII

Juantri ha recordado con gran precisión sus vivencias sobre lo que fue este original cine y no hay mejor fuente para relatar los hechos que quienes lo viven mientras ocurren.

Al leer en sus escritos los múltiples usos que el tito Juan daba a la furgoneta Mercedes de color blanco viajé al pasado para revivir las escenas cómicas que tuve la suerte de presenciar mientras las protagonizaba, unas veces estando solos y otras en compañía de otras personas, viajando a Madrid para ver algún partido de nuestro querido Real Madrid o para gestionar con el club la inauguración de la Peña, cuando lo llevaba a Mengíbar algunos domingos por la mañana para que viajara en la Sepulvedana a ver el partido de aquella tarde, conviviendo en la Peña o tomando en el bar unas cervezas. Siguiendo su ejemplo voy a relatar algunos de los muchos hechos que protagonizó y que presencié.

El recuerdo de la furgoneta Mercedes de color blanco me hizo viajar hasta una mañana de verano, iba con mi esposa hacia la parada del autocar para viajar a Jaén y nos encontramos con Juan en la esquina de “Los Mateos”, nos saludamos y, al vernos arreglados, nos preguntó:

- ¿Vais a Jaén?

Le contestamos afirmativamente y nos propuso que viajáramos con él en la furgoneta pues iba a llevar unas cintas de las películas y a recoger otras.

En aquellas fechas la carretera de Las Infantas estaba cortada por reformas y había que ir por otras rutas alternativas, él optó por la más corta y tomó la que iba por el camino Lucena, unos kilómetros después se desvió por un carril malísimo y finalmente retornó al tramo de la carretera que se reformaba y que estaba abierto al tráfico, lo hizo muy cerca de la “Casilla de Justo”.

Aunque era temprano ya hacía calor, en aquellos tiempos los vehículos no solían tener refrigeración y como al conductor le importaba un comino que el polvo entrara en el vehículo pues viajamos con los cristales bajados, la polvareda que se levantaba al circular fue nuestra inseparable compañera de cola y no nos abandonó hasta que de nuevo pisamos el asfalto.

Al llegar a Jaén condujo el vehículo hasta la plaza Coca de la Piñera, aparcó frente a la cafetería de la Estación de Autobuses, nos preguntó sobre cuándo pensábamos regresar y le dijimos que regresaríamos en el autocar de las once treinta porque acabaríamos pronto. Entonces nos dijo que iba a desayunar y que nos esperaba una hora, acordamos que si no regresábamos a tiempo que se marchara y nos despedimos.

Cuando nos bajamos del vehículo descubrimos que las vestimentas estaban cubiertas de polvo, tanto que estaban casi tan blancas que nos recordaron a las sardinas cuando se preparan para echarlas a la sartén.

Realizamos la gestión que motivaba nuestro viaje y regresamos pronto, él nos estaba esperando y, cuando estuvimos subidos de nuevo en la furgoneta, nos dijo:

- Ahora vamos a ir a la nueva Estación de Autobuses para gestionar mi asunto, yo acabo más rápido que vosotros.

En aquellas fechas la vieja Estación estaba también de reformas y la parada provisional de los autocares estaba junto al viejo Campo de Fútbol del Real Jaén. Al llegar a ese entorno comprobamos que aparcar en aquella zona era un caos, él lo necesitaba, miraba en todas direcciones pero no encontraba dónde hacerlo y, sin esperarlo, le dio un brusco volantazo al vehículo sin activar la intermitente de giro, aparcó encima de una acera muy amplia que vio libre de personas y… ¡Menudo pitorreo le metieron los conductores que iban detrás!

Él no se inmutó ni se preocupó, comenzó a hablar solo y, antes de bajarse, soltó una frase de las suyas mientras abría las puertas traseras de la furgoneta para coger las sacas de las cintas, la que aún no he olvidado:

- ¡Coooño, tendré que resolver yo mis asuntos!

Cogió las cintas, fue a facturarlas, recogió las nuevas,  regresamos al pueblo con una nueva capa de polvo en la ropa y al llegar a casa las vestimentas fueron a pedir cita a la lavadora.

 

 

 

 

 

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