viernes, 3 de diciembre de 2021

ADVIENTO II

 Colaboración de Paco Pérez

ARREPENTIMIENTO, CAMBIO Y ESPERANZA

Después de Salomón el pueblo relajó su espiritualidad, no daba culto al Dios verdadero y se entregó a las prácticas paganas, el Señor les hacía ver esos errores por mediación de los profetas y les anunciaba que serían deportados de nuevo si no cambiaban. Ellos no escucharon las advertencias, los anuncios de los profetas se cumplieron y fueron invadidos por Nabucodonosor II.

En Jerusalén, el Templo fue destruido, sus gentes más relevantes fueron deportadas a Babilonia y una vez allí en el ambiente se respiraba dolor y desesperanza porque una vez más entendían que el Señor les había dado la espalda y castigado al permitir que vivieran de nuevo en la esclavitud.

Baruc trabajaba para mantenerles viva la esperanza y para ello les anunciaba que el Señor los rescataría y los llevaría de nuevo a su lugar de origen, un tiempo después se cumplieron sus palabras.

Pasaron los años y Juan El Bautista” comenzó a divulgar su mensaje de salvación a finales del 27 o comienzos del 28, lo que significó un terremoto en el plano espiritual para el pueblo de Israel… ¿Por qué les causó ese impacto?

Porque rompió los moldes de la tradición religiosa que el pueblo practicaba en el Templo, ofrecían sacrificios para poder alcanzar el perdón del Padre, lo que hizo fue intentar abrirles las entendederas para que comprendieran qué era lo importante y qué no sobre el modelo de culto que se practicaba. Como su padre era sacerdote en una pequeña población él conocía bien el funcionamiento de la vida religiosa que se practicaba y por ello, tal vez, decidió no continuar por ese camino. Como todo lo que se predica debe de ir acompañado de la práctica, él fue coherente y decidió no entrar a formar parte de la clase sacerdotal, se marchó de casa y se retiró a vivir en el desierto… ¿Por qué tomó esa decisión?

Él sabía que las personas habían caído en una situación lamentable, que los pilares esenciales de la vida habían sido destruidos y que, cuando eso ocurre, lo que debemos hacer es reconocer el error, arrepentirnos y pedir perdón a Dios. Tras ese análisis comprendió que lo mejor era alejarse de la sociedad donde reinaba el mal que lo estropea todo para irse a vivir en soledad, libre de todas las influencias perniciosas que se generan por culpa del egoísmo y confiando en que el alejamiento le ayudaría a ver la realidad con claridad.

En sus predicaciones, les proponía cambiar de comportamiento mediante el arrepentimiento, la conversión y la purificación mediante el Bautismo en las aguas del Jordán. Después sería el momento de reintegrarse en la sociedad para vivir de manera ejemplar y esperar la llegada de Dios.

Juan vivió de manera humilde, dando ejemplo, y predicando sin miedo su visión de la realidad que allí vivían.

Pablo, estando ya encarcelado, escribió a los filipenses para comunicarles su agradecimiento por los esfuerzos que habían estado haciendo en la comunidad para que sus enseñanzas siguieran divulgándose y les recordó que estos esfuerzos no debían ser cosas de un día sino una acción permanente hasta el final de los tiempos para que así, cuando les llegara el momento de presentarse al Padre, sus desvelos fueran reconocidos y recompensados.

También les comunicó que los echaba de menos y los animaba a no cesar de caminar en esa línea de superación, así los mantenía esperanzados en el día de la venida del Señor.

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