sábado, 11 de diciembre de 2021

ADVIENTO III

 Colaboración de Paco Pérez

ARREPENTIMIENTO, CAMBIO, ALEGRÍA Y ESPERANZA

La invasión de los asirios causó una gran devastación, los habitantes de Israel estaban hundidos moralmente y, a pesar de las adversidades padecidas, conservaron sus principios religiosos. El profeta Sofonías, apoyado en esa realidad, intentó levantarlos del estado de desolación en que estaban y si se mantuvieron firmes en la fe fue por la esperanza que él les infundía recordándoles que el Señor estaba con ellos y que los levantaría de su postración luchando a su lado.

Más adelante, Juan “El Bautista” intentó encauzar al pueblo y lo hizo con una fuerza inusual pues predicaba con planteamientos que no se parecían en nada al modelo que ellos estaban acostumbrados con el judaísmo, guiados por los sacerdotes y los doctores de la Ley.

Antes de comenzar su predicación abandonó la vida que había tenido y se fue al desierto a meditar, cuando estuvo preparado se aposentó junto al Jordán y hablaba a las personas de un modelo religioso que nada tenía que ver con el que ellos habían venido practicando. Al hacerlo, Juan empleó un lenguaje sencillo que era entendido por todos, les proponía arrepentirse de sus pecados y bautizarse en el Jordán para así recibir el perdón.

El lugar donde predicaba y las acciones que les proponía eran la primera parte del proceso de preparación que él había iniciado pero después comenzaría otra fase y ésta sería realizada por el que vendría después, lo llamaba “el más fuerte” pero nunca lo nombró como el Mesías.

Sus mensajes calaron fuerte y acudían personas de todos los lugares y de todas las clases sociales pero hubo un momento en el que esas personas desearon cambiar de comportamiento y, al no saber cómo hacerlo, le preguntaron:

- [Entonces, ¿Qué hacemos?].

Las respuestas que él les dio fueron un manual sencillo para el comportamiento que debían tener siempre: Compartir con quienes no tuvieran nada, ser justos al aplicar la ley, no aprovecharse de las personas sino ayudarles

Con su forma sencilla y radical de decir las cosas su mensaje fue calando entre el pueblo y comenzaron a confundirlo con la figura que el pueblo de Israel llevaba años esperando, el Mesías. Juan lo negó y les explicó, de manera razonada, las diferencias que había entre él y el que vendría después: Su Bautismo era con agua, y el que recibirían después sería con Espíritu Santo y fuego. También les explicó que cuando viniera actuaría como el agricultor en la era en época de recolección, es decir, cogería el bieldo y aventaría para separar el grano de la paja y después quemaría lo que no fuera útil o necesario. Así les aclaró que debían esforzarse en el día a día y hacer penitencia para que no perdieran la esperanza en la pronta venida del Mesías. Con su labor valiente la comunidad creció en un buen ambiente de unidad y fraternidad, el que se encontró Jesús cuando se acercó al Jordán.

Pasaron los años y Pablo, siguiendo esa línea, aconsejaba a los filipenses que fueran prudentes, que nunca perdieran la alegría para poder transmitirla a los demás y, sobre todo, que confiaran en el Señor pues Él siempre está cerca de las personas para ayudarles. Con estos argumentos les pedía que cuando oraran se mostraran arrepentidos y le pidieran esperanzados su perdón.

En nuestros tiempos no basta con pronunciar homilías bonitas y dar consejos o escuchar distraídos desde los “bancos”. Quienes los dan deben ser como Juan, radicales, señalando las injusticias y a quienes las cometen y los que escuchan sentados en los “bancos” deberán abandonar la postura cómoda y pasiva que practican para profundizar en la “verdad” de Dios, convenciéndose de que ir a misa engalanados con las mejores vestimentas o ir detrás de una imagen por las calles no es lo que Juan proponía, él deseaba que conociéramos que hay muchos prójimos que viven sin lo necesario y que deberíamos solucionarles sus problemas... ¿Seguimos este camino?

Si algún día logramos cambiar nuestro comportamiento es posible que entonces podamos conocer la verdadera cara de la alegría.

 

 

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