jueves, 12 de enero de 2023

JESÚS, EL ANUNCIADO

 Colaboración de Paco Pérez

JUAN, EL TESTIGO DE LA VERDAD

Isaías también sufrió las consecuencias de la deportación pero él, allí o en Israel, siempre intentó poner paz en los enfrentamientos que había. Unos defendían que el mensaje debía estar dirigido a todas las personas, sin establecer diferencias entre ellas, pero otros opinaban que eran una raza especial y no debían mezclarse con otros. Él, como todos los profetas, defendió la igualdad, el Señor se lo reconoció y lo premió, le encargó misiones importantes.

Pasaron los años y Jesús apoyó los planteamientos propuestos por los profetas pero también  les aconsejó que, en algunos casos, era mejor dejar de cumplir algún precepto del judaísmo porque era más importante no hacerlo.

Lo expuesto nos confirma que nada es eterno pues todo está sometido a un proceso evolutivo natural que actúa de manera lenta e invisible y desemboca en un cambio. Las personas también estamos afectadas por esa realidad y no nos equivocaremos si afirmamos que, a veces, son buenos para que todo mejore. Esa es la esencia del Bautismo y por eso se aconsejaba a quienes deseaban recibirlo que dejaran atrás las costumbres viejas para comenzar a dar mejores frutos… ¿Nos hicimos ese planteamiento al recibirlo?

Jesús, hasta que recibió el Bautismo, convivió en un ambiente en el que conoció la problemática de la familia, la sociedad, la religión y los poderes públicos. Cuando acabó el aprendizaje caminó hasta el Jordán, se acercó a Juan y le pidió el Bautismo. Juan no lo había visto nunca pero lo reconoció y dijo de Él, a quienes estaban presentes en ese momento, las palabras que lo identificaban como el Mesías. Las encontramos en JUAN 1, 29: [Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.].

¿Por qué las pronunció?

Como algunos decían que el Bautista era el Mesías, cuando lo vio venir hacia él, no dudó en proclamarlo como el anunciado y esperado por el pueblo y así no habría más confusión pues a él sólo le había correspondido el gran honor de proclamarlo.

La escena del Bautismo nos muestra lo que debemos hacer como cristianos: Arrepentirnos de los errores cometidos en el pasado, manifestar el deseo de abandonar nuestro comportamiento equivocado; recibir el agua y abrir nuestro corazón al Espíritu Santo para que nos guíe.

Pablo, ejemplo de evangelización, también los animaba a cambiar y a dar testimonio llevando a todos la gracia y la paz del Señor.

Ahora estamos acostumbrados a presenciar escenas en las que las personas no siguen a Dios como lo hicieron Isaías, Juan y Pablo… ¿Por qué?

Porque ellos no actuaron empujados por el oportunismo del momento, no buscaron el triunfo o el enriquecimiento personal, no dudaron, proclamaron la verdad y denunciaron la injusticia.

En nuestros días, también podemos comprobar que muchas personas bautizadas tienen comportamientos contradictorios. Se da en quienes manejan los hilos de la economía, si sólo se preocupan de obtener una buena rentabilidad para ellos; de la política, cuando no tienen inconveniente en prometer hoy una cosa y mañana hacer la contraria; de la demagogia, cuando proponen respetar a los animales y las plantas pero también se muestran partidarios del aborto o permiten que en los programas basura de TV la intimidad de las personas no sea respetada o, cómo no, si son muy respetuosos con las creencias religiosas importadas (postura correcta) pero no con la cristiana (acción incorrecta)…

 

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