viernes, 20 de diciembre de 2024

ADVIENTO IV

 Colaboración de Paco Pérez

MARÍA ES EJEMPLO DE FE, ACEPTACIÓN Y ENTREGA

Tras la invasión asiria Miqueas huyó, se refugió en Jerusalén y allí encontró mucha injusticia social, trabajó para enderezar a los paganos con oráculos de destrucción, anuncios de esperanza y prometiéndoles que vendría un rey que sería de la estirpe de David, tendría origen humilde, nacería en una población pequeña y con Él se restablecería la verdad y la justicia.

Para recorrer los caminos del Señor les aconsejó hacerlo con humildad, sencillez, modestia y espíritu de servicio pero nunca con fuerza, espectacularidad, orgullo o grandeza.

Había leyes que regulaban la convivencia familiar, religiosa o social y no reconocían los derechos de las mujeres porque, al considerarlas personas incapaces de realizar determinadas acciones, les negaban el derecho a formarse; elegir esposo, lo hacía el padre; participar en los actos sociales y religiosos… Pero sí tenían que cuidar de la familia; trabajar en la casa y, además, ayudar al esposo en los trabajos del campo; permanecer encerradas en casa; cumplir con la ley de la pureza… Justificaban ese trato argumentando que la mujer fue un regalo que Dios hizo al hombre para que estuviera a su lado y le ayudara pero, como Eva no lo valoró, perdimos la felicidad que nos regaló Dios.

Después hubo mujeres que, con fe y creencia en Dios, aceptaron sus propuestas y se convirtieron en protagonistas, como Isabel y María. Éstas arrinconaron la tradición judía cuando recibieron la llamada de Dios y aceptaron. María visitó a Isabel para cuidarla en los últimos momentos de su gestación sin pensar en los prejuicios sociales del momento, viajar sola, y así ayudó a que Juan “El Bautista” naciera bien. Con su respuesta quedó probado que cuando la fe y la protección de Dios actúan las personas responden, salvan los obstáculos y el objetivo se alcanza.

¿Hemos sabido valorar con sus ejemplos el papel que Dios regaló a la mujer?

El pueblo presentaba a Dios holocaustos y ofrendas para complacerle pero Jesús les comunicó que no lo deseaba, que abandonaran esas prácticas, aceptaran la misión y se sacrificaran para alcanzar la salvación.

Cristo se sacrificó por todos y lo hizo una vez pero sus efectos fueron para siempre.

 

 

 

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