Colaboración de Paco Pérez
ESCUCHA, CAMBIO,
ARREPENTIMIENTO Y ESPERANZA
Juan “El Bautista” guiaba al pueblo viviendo y predicando de manera diferente a como lo hacían los sacerdotes y los doctores de la Ley. Ellos lo hacían como reyes, con ostentación y preocupándose mucho de la buena imagen. Él vivía austeramente y predicaba con radicalidad y sencillez mostrándoles la verdad, ellos lo valoraban y acudían a él personas de todas las clases sociales desde todos los lugares. Sus palabras les cambiaba el comportamiento pero, como desconocían la forma de lograrlo, le pidieron consejo y les dijo: Alimentar al hambriento, vestir al desnudo, no agobiar al endeudado, no emplear la violencia, abandonar la ambición, practicar el compartir y ser justos en la familia, la sociedad o la profesión.
Por hablarles así creyeron que era el Mesías pero él lo negó y afirmó que sus propuestas sólo eran la primera parte del proceso de cambio iniciado, que después comenzaría la definitiva y que en ésta no intervendría él porque sería propuesta por el que vendría detrás. Juan lo llamaba “el más fuerte”, nunca lo nombró como el Mesías pero sí les explicó las diferencias que había entre ambos: Su Bautismo era con agua, y el que recibirían después sería con Espíritu Santo y fuego. Les aconsejó cambiar y no perder la esperanza de ser acogidos porque cuando viniera actuaría como el agricultor en la era, separaría el grano de la paja y quemaría lo que no fuera útil.
Hoy,
los predicadores deben ser muy radicales al señalar los abusos, las injusticias
y a los responsables. Los que escuchamos deberemos abandonar la equivocada
postura de creer que asistiendo a la eucaristía dominical y alguna cosilla más
cumplimos pero la realidad es que ese no es el camino que Juan proponía:
Profundizar en la verdad y cambiar.
Un
tiempo después Pablo les aconsejó ser prudentes, no perder la alegría para
transmitirla a los demás, confiar en el Señor porque siempre está cerca de
nosotros para ayudarnos, orar mostrándonos arrepentidos y pedirle esperanzados
su perdón.
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