miércoles, 1 de junio de 2016

CONVOCANDO A LO DESCONOCIDO, LA MUERTE

Colaboración de Paco Pérez
EL ESPERITISMO
El objetivo de esta entrada es presentarles unos hechos reales que ocurrieron en Villargordo hace ya muchos años. Fueron unas vivencias que tuvo mi buen amigo Pedro Berrio Melguizo sobre esta temática cuando era un niño, prácticas muy frecuentadas por muchas otras personas de nuestro pueblo en el pasado. Los hechos de este relato ocurrieron durante la década de los cincuenta… ¿Cuántas personas, pequeñas o mayores, de mi generación tuvieron la suerte de no haber sido asustadas con prácticas de esta clase?

Asistir a sesiones prácticas de “esperitismo” no estaba generalizado, lo normal de entonces era que casi todos escucháramos alguna vez que otra historias sobre las “apariciones de espíritus”. En nuestra niñez los mayores nos contaban estos relatos y lo normal era que se nos dieran los nombres y apellidos de quienes recibían la visita del difunto, qué relación tenían los protagonistas y qué personas tenían cualidades especiales para actuar de intermediarios en la resolución de estos casos.
Estas historias comenzaban cuando una persona decía que un muerto se le había aparecido o aparecía y daba como muestras de la veracidad de lo que decían el hecho de que veían luces o escuchaban ruidos. Si la persona afectada se veía agobiada por la repetición continuada de esas vivencias perdía el sueño, sentía miedo, se mostraba inquieta… Entonces, esta sintomatología despertaba entre sus mayores mucha preocupación y, ante las preguntas que hacían a la criatura afectada ésta ya les relataba las desagradables experiencias que estaba viviendo. Una vez informados acudían en busca de ayuda a las personas que en el pueblo creían y practicaban la doctrina del “esperitismo”, por eso eran catalogadas y conocidas como “esperitistas”. En el pueblo había una señora mayor que reunía esas condiciones, la conocíamos popularmente con el apodo de “La Pila”.
Se nos decía entonces que, después de la entrevista, la persona “esperitista” les daba una respuesta sobre la causa de su problema, normalmente éste tenía su origen en el “espíritu” de un familiar que no había cumplido una promesa. Una vez que el origen del problema había sido localizado, quienes actuaban de médium, les comunicaban lo que tenían que hacer para que el alma del difunto pudiera descansar en paz, siendo amplísimo el repertorio de acciones que prescribían a quienes acudían: Encender velas, en la ermita, en la iglesia o en el Santuario de la Virgen de la Cabeza; estar todo el día en la ermita (desde que amanecía hasta que anochecía) para cumplir triduos, quinarios o novenarios ante el Cristo de la Salud; vestir hábitos de las distintas advocaciones de las imágenes que había en nuestro pueblo; dedicarles misas normales o de fiesta (con velas, campanas y cánticos)…
Cuando hacían lo que les había recomendado la persona “esperitista” la normalidad retornaba a quien sufrió la afectación que deterioraba su espíritu, la persona afectada se tranquilizaba y su vida retornaba a la normalidad.  
El “espiritismo” es una doctrina y no es tan mayor, nació en Francia a mediados del S. XIX siendo Allan Kardec la persona que lo engendró cuando lo dotó de la sistematización que le hizo alcanzar una gran notoriedad. La doctrina con la que sostuvo sus planteamientos proclama: [Los espíritus son seres sin cuerpo material que pueden entrar en contacto con los seres humanos.].
Kardec decía que el “espiritismo” era también ciencia porque estudia la naturaleza, origen y destino de los espíritus; la relación de éstos con el mundo corporal como filosofía, cuando estudia las consecuencias morales que resultan de esas relaciones, y religión.
El plantear estas ligeras pinceladas “espiritistas”, sin profundizar en el conjunto, tiene la única finalidad de no desorientar al lector sobre el tema sino todo lo contrario. He creído conveniente ofrecerlas porque de no hacerlo nos habríamos quedado en los relatos de las experiencias locales que expondré después y entonces, tal vez, no les hubiera ayudado a comprender que son unas prácticas más serias y profundas de lo que puedan parecernos y que estábamos acostumbrados a escuchar.
También actúo así porque considero que no debo pasar por alto el hecho comprobable de que mi “Religión Católica” y la “Esperitista” no deben ser practicadas a la vez por las personas que decimos ser “católicos” debido a que Kardec estableció para ellos unos principios con los que niegan los fundamentos sobre los que se asienta la “Católica”.
Por lo anterior deberemos comprender que la práctica habitual de quienes siendo “católicos” acuden o acudieron a sesiones de “esperitismo”, convencidos de que encontrarían la respuesta buscada, están en un error grave y que, además, están fallando a los principios básicos de la “Católica”.
Ahora os voy a mostrar la historia “esperitista” que recientemente me contó Pedro en la cafetería, ocurrió unos días antes de venirnos a Nerja, y que él vivió cuando era muy pequeño junto a otras personas de su familia (mayores y pequeños) y una vecina en la casa de su abuela Rosa.
Como Pedro es muy aficionado a este tipo de temas pues también es un fiel seguidor de Íker Jiménez en su programa televisivo de “Cuarto Milénium”. Hablando de este programa y del presentador nos comentó que muchas noches tuvo que apagar el televisor porque los temas que trataba Íker le ponían los pelos de punta, hasta el punto de que una vez acostado ya no podía conciliar el sueño. Sobre este programa de TV y su presentador ya habíamos hablado en más de una ocasión, sabíamos que no le ayudaba a relajarse sino a todo lo contrario, le aconsejábamos que no presenciara el programa pero no conseguíamos el fin buscado porque nunca escuchó nuestros consejos y por eso este tipo de experiencias y sus reacciones no las vivió una vez sino muchas.
Esa mañana nos comentó que su abuela Rosa tenía en Torrequebradilla una hermana, casada con un primo de ambas que era apodado “El Morito”, y una prima. Un día viajó a ese pueblo acompañada de su nieto Martín. Cuando visitaron a la prima estaba en compañía de una hija que se llamaba Rosario y que unos años después se convirtió en la esposa de Juan El de Segundo” y otra que tenía entonces unos 18 años. En esa visita asistieron a una reunión “esperitista” dirigida por la muchachita, increíble pero cierto. La abuela y el nieto quedaron impresionados con lo que vieron y porque comprobaron que tenía unas condiciones especiales para estas prácticas. Cuando regresaron a Villargordo la abuela comentó con sus familiares lo que vivieron y ninguno la creyó.
Un tiempo después la prima y su mozuela vinieron por el pueblo y fueron a la casa de la abuela de Rosa para visitarla. Aquel día había muchos familiares en la casa y los que no lo estaban fueron llamados por la abuela, también estaba aquel día de visita una vecina de la madre de Pedro, se llamaba Catalina MorianaCatalina la Zarata”.
Hablaron de temas diversos y la abuela les dijo que, como la muchacha era una médium muy buena, pues si querían conocer algo especial del más allá ella podía conectar y hacerlo. Aceptaron los allí presentes que, por cierto, eran muchos.
La muchacha les mandó que se colocaran los participantes formando una circunferencia y ella se situó en el centro, lo hizo sentada y acompañada de una silla porque ella le comunicaba las respuestas que recibía de los espíritus invocados mediante los golpes o los movimientos que daba o hacía.
El primer paso que dieron los participantes fue coger, a petición de la médium, la silla con las dos manos y que, mientras lo hacían, pusieran el dedo gordo de cada mano haciendo una cruz. A continuación ella se puso, durante unos dos minutos, en estado de meditación para convocar al muerto y, según Pedro, cuando percibió su presencia le dijo:
- Ven hasta nosotros y, cuando hayas llegado, da un golpe.
La respuesta no llegó y se dieron cuenta porque la silla no se movió, ellos se quedaron sorprendidos, la médium no se inmutó pero miró a Alfonso Melguizo Melguizo (tío de Pedro) y le dijo:
- ¡¡¡Márchate al patio!!!
Alfonso obedeció, se fue al patio y la sesión continuó con normalidad. Una vez reanudada, Catalina le expuso a la médium una historia de familia que la tenía intranquila:
- Unos días antes de morir mi suegro discutí con él y por aquellas palabras que nos dijimos ya dejamos de hablarnos. Unas cuantas mañanas después amaneció muerto y, la verdad, no me quedé tranquila por haberse ido sin que hubiéramos hecho las paces.
La señora Catalina se paró brevemente, dejó de hablar y entonces le dijo la señora “esperitista”:
- Señora… ¿Qué desea usted que le pregunte?
– Me gustaría saber si él deseaba haber hablado de nuevo conmigo antes de morir para normalizar nuestra relación.
Durante unos minutos de silencio la médium invocó al espíritu del suegro y cuando hubo acabado de recibir el mensaje le dijo:
- Me ha dicho que no quiere cuentas con usted.
A Catalina, que era una mujer de armas tomar, le sentó muy mal la respuesta recibida y le respondió así:
- ¡¡¡Ni yo contigo!!!
Continuó la sesión y una persona de la familia quiso saber:
- ¿Quién es, de los niños que hay aquí, el más malo?
En esta ocasión la silla que usaba para responder a sus preguntas comenzó a moverse, lo hizo durante unos minutos y, después de detenerse, se inclinó sobre Pedro.
En el momento de comunicarnos lo que vivió se rio mucho y aceptó como verdadera la respuesta que recibieron pero lo que no nos dijo es cómo se sintió en el momento que ocurrieron los hechos y qué influencia tuvo después sobre la configuración de su personalidad.
Ese día, el padre de Pedro, Juan Francisco Berrio JiménezPinchitos”, como era muy aficionado a echar quinielas le planteó esta cuestión:
- Quisiera saber si el espíritu entiende de las “quinielas del fútbol”.
Comunicada la pregunta recibió una respuesta afirmativa y Juan Francisco quiso profundizar más en el tema y le propuso que le  comunicara los secretos que sabía sobre cómo acertar.
La silla dio unos golpes y la médium los interpretó así:
- Me comunica que no quiere contestar a tu pregunta pues no contesta sobre cosas futuras, sólo lo hace sobre el pasado o el presente.
Las personas que dirigen estas sesiones “esperitistas” las acaban así:
- ¡¡¡Da un golpe y vete a descansar!!!
Según Pedro, esa sesión no acabó así porque se le olvidó mandarlo a descansar y se quedó en la casa de la abuela… ¿Qué ocurrió?
Cuando estaba la abuela durmiendo sentía ruidos extraños y golpes en las puertas. Esta situación estuvo repitiéndose durante unos quince días, hasta que la prima de Torrequebradilla viajó de nuevo y por casualidad a Villargordo con su hija, visitó la casa de la abuela, ésta le comentó lo que escuchaba por las noches, se reunieron de nuevo alrededor de la silla los que estaban allí en esos momentos y ésta preguntó:
- ¿Erais vosotros los que dabais esas noches los golpes?
Le respondieron que sí y la médium dijo:
- Dais un golpe y os vais a descansar.
Después de esta sesión la normalidad retornó a la casa y ya no se escucharon más ruidos y golpes.
Estas señoras, un tiempo después, volvieron a Villargordo, hicieron otra visita a la abuela y hablaron de otro tema diferente. En dicha conversación la muchacha les comentó que el espíritu del muerto que ella convocaba se llamaba “Gandunga” y era originario de Torres (Jaén). Entró en contacto con él porque en una ocasión fue a ese pueblo y visitó una casa, en ella se encontró con una reunión de este tipo y en ella se invocaba a este espíritu. Cuando regresó a Torrequebradilla ella probó con la invocación de “Gandunga” y tuvo éxito.
Algunos años después Martín Berrio, el hermano de Pedro, fue destinado como maestro a un pueblo y allí coincidió con otro maestro, éste era de Torres y en una conversación con él le mencionó la leyenda que había en su pueblo sobre el espíritu de “Gandunga” y entonces recordaron en la familia de Pedro que lo que les había contado no era un invento de ella.



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