viernes, 24 de octubre de 2014

A MI TITA MARIANA

Colaboración de José Martínez Ramírez

Con tus trenzas acabadas, con tu sueño de noche,
con tus ojos de abril, con tu voz apagada,
en tus manos azules y tu pelo tan negro,
de luz de gas de un candil.

Fulgor que resbala en la fuente de tu piel de aceituna,
final de septiembre, luna menguante de mañana invernal.
Maestra de tórtolas, maestra de cola de pavo real
 Y de visillos encalados de algas de mar.

La noche subyace digna y perfilada,
tierna e infatigable, como vuela la vida,
Confundida en un segundo o a mil años luz,
Es lo mismo. Que tu tacto aparezca distinguido
y que tu voz engalane el sonido del viento.

Que la luz y la escarcha duerman unidas
y que tu voz despierte con suspiros de fresas.
Si ayer dormitabas sobre nubes de seda
que hoy, la noche, despierte suspendida y fugaz.

Una niña descalza sueña con caracolas
en su mar verdiblanco y busca aceitunas
de plata y miel, sabe Dios donde irá.



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