lunes, 10 de octubre de 2016

LAS COSAS DE BENIGNO AGUDO

Colaboración de Paco Pérez
DOCTOR, NO ME ENCUENTRO BIEN
Capítulo II
En los años en que Benigno Agudo transitaba por nuestras calles la medicina local estaba atendida por don Nazario Fraile Matesanz, un doctor que tenía fama de ser más bruto que “Cajetas”, que vino a Villargordo soltero y que aquí encontró a la mujer de sus sueños, María Francisca Bautista. Cuando se casaron no tuvieron hijos pero en ellos se cumplió el refranero local: [A quienes Dios no les da hijos les regala sobrinos.]. 

En su caso tomaron como hijo propio a un sobrino muy pequeño de María, era mellizo de Antonio BautistaAntoñito Donazario”, murió sin llegar a echar los dientes y entonces fue Antonio quien vivió con ellos, sin necesidad de ser adoptado. Este caso es un ejemplo perfecto de cómo deben ser este tipo de decisiones, se relacionaron con él como si fuera legítimo y María murió con más de noventa años perfectamente atendida por la familia de Antonio.
Estas relaciones ocurren de tarde en tarde, pero ocurren, y siempre que se dan coincide con que estuvo presente durante el tiempo que duró la acción invisible y silenciosa de una gran mujer, también tenemos otros casos en los hay que dar los méritos a ciertos hombres, pero en este caso la gran mujer fue Isabel Castellano  “Isabelita la de Teléfonos”.
He comenzado así porque Don Nazario era nuestro doctor cuando ocurrió en nuestro pueblo el hecho que os voy a mostrar para deleite de todos.
Un invierno se presentó de una manera muy anómala y, aunque todos sabemos que nuestras temperaturas suelen ser muy extremas en invierno y en verano, en esa ocasión fue muy crudo y, además, nevó. Parece ser que a todas estas circunstancias inevitables se unieron a las malas condiciones que reunían las viviendas de entonces para combatir el frío y las escasas posibilidades que tenían las familias para comprarse buenas ropas de abrigo. Entonces se comentó que estas circunstancias adversas se juntaron y ocasionaron que en el pueblo hubiera una epidemia muy grande de “gripe” y que muy pocos vecinos se escaparan de padecerla. Otra realidad que empeoró la situación fue que, además de lo anterior, no había medicinas eficaces como ahora para combatirla y que las familias no tenían medios económicos para ir a los médicos y comprar después las medicinas que les prescribieran.
En Benigno Agudo esas circunstancias económicas no se daban, por eso fue a la consulta del doctor Nazario, y, cuando lo visitó, le preguntó el doctor:
- ¿Qué le pasa a usted?
– La verdad, no lo sé, pero es que tengo frío y no me siento bien –le contestó el enfermo.
Entonces, D. Nazario continuó con el interrogatorio para intentar orientarse mejor y llegar con más facilidad al descubrimiento de la enfermedad de su paciente. Para lograrlo le preguntó de nuevo:
- ¿Lo que tiene qué es “benigno” o “agudo”?
– Las dos cosas, porque yo me llamo Benigno Agudo –le respondió.
La respuesta dada debió estar motivada por no estar atento a lo que le preguntó debido a su enfermedad o a que era un hombre muy dado a practicar el buen humor.


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