sábado, 18 de noviembre de 2017

DIOS NOS REGALA LOS “TALENTOS”

Colaboración de Paco Pérez
PONERLOS A TRABAJAR ES UNA DECISIÓN PERSONAL
Estamos viviendo en la era del progreso y de los avances científicos pero esa realidad no nos debe ofuscar y hacernos creer que con ellos lo tenemos todo alcanzado pero sí debe ayudarnos a tomar conciencia de esta otra… ¿Nos ha servido para equilibrar el reparto del pastel económico o éste transita por los caminos de siempre y por eso nos sigue ocurriendo también lo de siempre?
Quienes aspiran a gobernarnos prometen a los ciudadanos cosas imposibles y después, cuando ya están arriba y tienen que cumplir con lo prometido, se olvidan de ellos y no legislan para que los pobres sean tratados con justicia.
Como fruto de esa práctica permanente la desigualdad social sigue incrementándose año tras año y por eso, en nuestros días… ¡¡¡Los ricos son cada vez más ricos, y comen a diario, pero los pobres son cada vez más pobres, y algunos no pueden tomar ni un cacho de pan!!!

El progreso debería servir para contribuir al “estado del bienestar”, favoreciendo la igualdad y combatiendo la desigualdad.
Jesús conocía las realidades que afectaban a sus gentes y les predicaba para que se rompieran esas barreras que entorpecían la convivencia porque en aquella sociedad no se veía bien que las personas se enriquecieran rápidamente con malas artes. Hoy nos ocurre igual y seguimos preguntándonos… ¿Es posible pasar de una situación económica deficiente, o normal, a otra de riqueza en un periodo temporal corto?
Sí lo es pero también nos hemos preguntado muchas veces… ¿Cómo se consigue ese progreso tan rápidamente?
Estas evidencias tenemos que tratarlas con prudencia porque nadie puede ser catalogado de “ladrón” hasta que la justicia humana lo sentencie y mientras tanto nosotros, los que de manera indirecta hemos sido robados, debemos ser prudentes y tratarlos como “presuntos ladrones”.
En la Biblia nunca se aplaudió que las personas progresaran así porque si alguien subía es porque otro bajaba. Si seguimos esa línea podemos interpretar el texto del evangelio en el plano material y preguntarnos… ¿Premió Dios a quienes pusieron a trabajar el dinero y castigó al que no lo hizo?
Yo creo que no porque de hacerlo así nos estaría enseñado que acumular riqueza es el camino para alcanzar el Reino y no hacerlo el de la perdición. Entiendo que Jesús nos mostró el lado humano de la vida, lo que realmente ocurre, para enseñarnos que una cosa es ser responsables en el desempeño de nuestro trabajo y otra el hacerlo con la intención única de acumular por egoísmo, es decir, debemos huir de la acumulación innecesaria que ocasiona tanto desnivel y pobreza.
El Señor, cuando nacemos, nos regala los dones naturales y después los sobrenaturales pero, si los dejamos encerrados en nuestro interior estaremos siendo conservadores e incurriendo en el mismo error del “tercer siervo”… ¿Qué hacer entonces?
Lo correcto es que seamos capaces de reconocer lo que hemos recibido de Él, saber valorar la grandeza de su regalo, agradecérselo y, finalmente, poner a trabajar los talentos recibidos.
Si consideramos que la familia es un talento pues los esposos tendrán que poner todo su esfuerzo en conseguir que sus miembros trabajen al unísono y con responsabilidad para que todos lleven una vida ejemplar. El libro de los Proverbios nos recuerda que la mujer desempeña un papel importantísimo en ella pues nunca falla en el trabajo, la educación, la administración… Por todo esto, y más que nunca vemos, su papel silencioso y eficaz en el desarrollo del plan de Dios para las personas debe ser reconocido por lo que vale realmente pero no para lo que algunas personas quieren que valga. Éstas se olvidan de la Biblia, la que siempre reconoció su grandeza, porque enfocándolo como lo hacen se apropian de esa realidad y la presentan como si fuera idea de ellas y su gran preocupación.
El texto de Pablo nos recuerda que en nuestro caminar diario terrenal no debemos olvidarnos de la realidad de Dios nunca porque quienes lo hacen abandonan sus obligaciones hacia Él y en su momento vendrá para pedirnos cuentas sobre la gestión del capital que cada uno recibió.
Todos no recibieron la misma cantidad de dones y con nosotros ocurre igual pero lo que deberá hacer cada uno, independientemente de lo recibido, será desarrollar lo recibido con honradez y sin escatimar esfuerzos porque después deberemos rendir cuentas en función de lo que hemos hecho para desarrollar lo recibido.


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