viernes, 10 de noviembre de 2017

TARZÁN, CHITA Y JANE

Colaboración de José Martínez Ramírez

Dedicado a mi querido primo Antonio Alarcón BergillosEl Moruno” porque me recuerda a un Tarzán que, hace muuucho tiempo, pudo vivir en el paraje de “Carchenilla” y que, tal vez, se alojara en la “Cueva del Gato”.

Se encuentra Jane enferma,
tumbada. Se despereza abril,
barritan colmillos de marfil,
entre el verde de la selva.

Tarzán está joven y viril,
tiene una obsesión febril
con cubrir a su jembra
pero, de una  forma gentil,
le dijo al héroe juvenil
que le dolía la cabeza.

Parece Tarzán un albañil
subido a un árbol de Brasil,
lleno de pájaros y maleza.
Miró a Chita, quieta de perfil
con la mano en su pernil,
y le dijo con delicadeza:

Oooh, amado primate conejil,
sin nada en ti de textil,
observa ésta, mi dureza,
semejante a un misil
que mira el culo de un mandril
apuntando con nobleza.

Hombre, esa gamba al pil-pil
no quisiera yo para mí
y sí para aquella cebra
con lomo de ferrocarril
y belfos de alcaucil,
que a mirarte empieza.

O la leona que tan reptil
mira a tus ojos de alguacil,
sin reparos ni tibieza.
O la tigresa de ojos carmesí
inquieta, tierna y pueril,
como chorizo con lentejas.

Chita, con esta mano juvenil,
caerán gallardas por mil
con cariño y tristeza.
Mientras Jane, ese abril,
dormitaba muy monjil,
fue mi infancia aquella selva.

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