jueves, 30 de marzo de 2023

LA MENTIRA JUZGA

 Colaboración de Paco Pérez

LA VERDAD ES CONDENADA

Isaías les pedía que cumplieran los mandatos del Señor con humildad, escuchando, animando a quienes estuvieran caídos, no respondiendo a las ofensas recibidas y dando la cara por quien siempre está a nuestro lado, el Señor.

Ese modelo de predicación se repitió con Jesús pues aconsejaba “amar y perdonar”, “curar a los enfermos”, “acoger a los marginados sociales”, “no promover revueltas”, “ser justos”… ¿Qué delito cometía enseñando estas prácticas?

El pueblo lo acogió bien pero quienes dominaban el poder religioso, político y económico comenzaron a no verlo así… ¿Por qué?

La religión había establecido unas normas y, quienes vivían desordenados, tenían que arrepentirse y hacer sacrificios. Jesús las respetaba pero daba prioridad a las cosas importes de la vida. Ocurría cuando se reunía con estas personas, aunque estuviera mal visto, para hablar y compartir, no les hacía reproches y sí les aconsejaba cambiar, lo hacía sin presionarlos, unos se marchaban y otros lo seguían.

Los responsables religiosos no respetaban el mensaje de Jesús, creían que su práctica era la correcta y que Él era un impostor. Los políticos se sintieron preocupados porque proponía cambiar y aseguraba que el “Reino de Dios" estaba cerca.

¿Cómo podían aceptar los romanos que Jesús ayudara a los necesitados si ellos gobernaban empobreciéndolos?

Jesús era pacífico pero los poderes fácticos recelaban porque temían perder el bienestar que disfrutaban. Esa actitud egoísta de entonces aún persiste porque para quienes actúan al margen de Dios cambiar es imposible.

El Templo y las prácticas eran un negocio para esos poderes. Un día, Jesús denunció el engaño que había y lo hizo golpeando a quienes usaban la religión para comerciar en el mercadillo que montaban en el “atrio”. Los entendidos afirman que esa acción no buscó corregir a quienes recibieron los golpes sino a quienes se beneficiaban de esas prácticas.

Actuando así crispó los ánimos del poder pero no dejó de subir a Jerusalén para la fiesta de “Pascua” y reunirse a cenar con los discípulos… ¿Lo hizo para cumplir con la tradición o movido por otras razones?

Cumplió con la tradición de reunirse en familia para compartir comida, novedades, llorar y reír; les anunció hechos futuros que les ayudarían después a entender sus palabras, a no darle la espalda, a morir por Él y a despedirse de ellos.

Después, como la Iglesia tiene doctores, éstos profundizaron en los relatos bíblicos y tomaron este pasaje para establecer el ritual de la Eucaristía. Yo me he quedado más superficial en mis reflexiones y opino que, dada su importancia y el origen, el formato no debería haberse modificado tantas veces pues la enseñanza rígida del pasado y la cambiante de nuestros días ha hecho que me cueste asimilarlas. En mi parroquia, ahora, cada semana ponen en el altar la imagen de una cofradía, en el ritual de la Eucaristía los fieles le hacen sus peticiones, al finalizar, los gestores entregan una medalla con la imagen a los nuevos cofrades, y al párroco porque es nuevo, y yo recordando Éxodo 20, 4-5 y preguntándome… ¿Qué opinará Jesús de estas tradiciones?

Él denunció las injusticias e incorrecciones de los poderes fácticos pero no lo comprendieron, lo traicionaron, lo apresaron, lo condenaron y lo asesinaron. Nuestros tiempos son un reflejo de lo que sucedió entonces pues ahora, con la mentira y la injusticia, también se busca ocultar la verdad.

Jesús ayudó a las personas, no se lo reconocieron, lo vendieron, no lo acompañaron en su dolor cuando oraba, huyeron de su lado, lo negaron, lo insultaron y…  ¡Prefirieron a Barrabás!

Pablo nos recuerda que Jesús se comportaba como un hombre cualquiera, a pesar de su condición divina, se puso a la altura de los más humildes y, acusado injustamente, fue condenado a morir crucificado.

Dios no lo abandonó y lo encumbró donde le correspondía.

 

 

 

 

 

 

 

 

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