sábado, 25 de marzo de 2023

LA MUERTE

 Colaboración de Paco Pérez

¿FINAL O COMIENZO?

Muchas personas presentan lo que hacen como acciones benefactoras y después se descubre que buscaban otros objetivos. Hasta el último momento intentan confundirnos pronunciando de manera interesada las palabras que más les ayudan: El prójimo, la amistad, el amor, la generosidad, el compartir, creer en los proyectos… Ese formato de engaño suele funcionar hasta que la mentira flota, entonces se visualiza y ya se descubre que aquel comportamiento que parecía una acción loable sólo era un acto mezquino que buscaba obtener beneficios personales.

En el evangelio de Juan, también se habla de amistad, amor, confianza, fe en Jesús y Dios, acompañamiento en los momentos difíciles…

Si nos detenemos y enfrentamos ambas realidades comprobamos que generalizar es malo pero la propuesta de Jesús sí es buena porque nos enseña a caminar y no a confundirnos, es decir, con Él todo cambia porque su amistad con María, Marta y Lázaro era verdadera y se confirma en las lágrimas sinceras que derramó pues mostraron el amor que sentía por aquellos hermanos, eran tan buenos que otros amigos también los acompañaron en aquellos momentos de dolor, la confianza y la fe que las hermanas tenían en Jesús quedaron reflejadas en el recibimiento que le hicieron a pesar de no haber venido antes.

¿Por qué no acudió Jesús en el momento de recibir la noticia de la gravedad de Lázaro?

Es posible que algunas personas, si hubiera curado la enfermedad de inmediato, después creyeran y otros no, recordemos la curación del ciego, pero al devolverle la vida después de estar enterrado cuatro días y en fase de descomposición ya hizo más creíble que Jesús era Hijo de Dios, sobre todo para quienes lo presenciaron, y de eso se trataba, que hubiera testigos para que la divulgación de la presencia de Dios en lo que hizo Jesús no ofreciera dudas.

No debemos olvidar que Jesús no hizo aquella acción portentosa para alcanzar fama personal, lo que hacen las personas, sino para enseñarnos que debemos dirigir nuestras peticiones de ayuda al Padre, lo que hizo Él para que la vida retornara a Lázaro; mostrarnos así la grandeza de Dios; ayudarnos a reconocer que Él era el Mesías anunciado por los profetas y enseñar a los asustados discípulos, y a nosotros, que la muerte es un acto físico cuya huella queda en el sepulcro y un acto final con resurrección.

Ezequiel también habló de la muerte al pueblo, cuando éste estaba cautivo en Babilonia y lo hizo para anunciarles que Dios los sacaría de sus sepulcros. Con este lenguaje simbólico intentó hacerles comprender que si los difuntos estaban encerrados en las tumbas ellos también lo estaban al vivir cautivos. Lo hizo así para anunciarles que serían liberados por Dios y que regresarían a Israel.

Hoy, las palabras de Ezequiel cobran vigencia porque las guerras, las consecuencias físicas de la pandemia, los terremotos y la crisis económica están ocasionando a la población mundial hambre, desplazamientos humanos y sufrimientos, otras formas de esclavitud que también ocasionan miedo y muerte.

Para Pablo, quienes viven apegados a las cosas materiales se alejan de Dios, y eso le debe desagradar, mientras que quienes no están apegados a las prohibiciones y sí al Espíritu, por lógica, Él los protegerá pues si Jesús está en nosotros, aunque nuestro cuerpo muera, no deberemos preocuparnos porque el mismo Espíritu que lo resucitó a Él también dará vida a nuestros cuerpos.

 

 

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