martes, 12 de noviembre de 2013

¿CÓMO ENGAÑAR AL TIEMPO O AL ABURRIMIENTO?

Colaboración de Paco Pérez
Es posible que alguno de ustedes opine, cuando lea la noticia, que ésta es fruto de la subjetividad de un amigo.
La realidad es que estoy convencido de la veracidad de lo noticiable y por eso creo que uno de los descubrimientos más grandes de nuestros tiempos lo hizo un villargordeño hace ya bastante años, mi gran amigo José Carlos Castellano.

Llevamos muchos años buscándole respuesta a los problemas del cuerpo humano pero, aunque se ha avanzado una enormidad, no tenemos la respuesta fidedigna para cada incógnita. Cuando un tema es indescifrable la medicina lo encierra en su ya famoso cajón de sastre, los nervios, nos manda unos fármacos para intentar darnos en la tecla y pasado un cierto tiempo estamos otra vez igual. Cuando fracasa el pastilleo consumido nos cambian a otro nuevo que ha salido y así estamos dando vuelta alrededor de la farola durante años y años… ¿Qué hemos conseguido con ese camino? Tener cada vez menos reflejos vitales, ser más infelices, amargar la vida a quienes viven a nuestro alrededor y llevar a nuestro cuerpo a un estado, cada vez más acuciado, de vegetal insensible y abúlico.
Si la persona llega a comprender que ese no es el camino, se arma de ilusión por la vida y reacciona a tiempo con cualquier respuesta de felicidad el camino se vuelve llano y transitable.
¿Nunca habéis viajado por esos caminos llenos de patuscos que, al pisarlos sin darte cuenta, te tuercen los tobillos y te hacen caer al polvo, de pinchos que te arañaban las piernas si te arrimas un poco a ellos o de perros ladradores que te meten el resuello para adentro al presentarse delante de ti y saludarte con sus dientes afilados?
Cuando una persona mayor, mi caso, duerme unas cuantas horas y se levanta a orinar porque bebió demasiados líquidos la noche anterior, despreciando los consejos del urólogo, pues las consecuencias son las normales y al retornar a la cama piensas en todo y el sueño queda aparcado para la noche siguiente. De vez en cuando, como cualquier meón o meona del pueblo, paso por estas vigilias del sueño y, como me siento feliz viajando junto a ellas, pues me preguntaba en alguno de ellos cómo todavía no han dado solución a los problemas que se aparcan en los cajones de sastre de las consultas médicas.
Unas cuantas noches atrás, en una de estas vigilias, me acordé de los sabios planteamientos de José Carlos para dar solución al problema de retrasar la muerte y me pregunté:
- ¿Nadie se ha acordado todavía de comprarle la patente de su invento o de proponerlo para alguna distinción local, nacional o internacional, a pesar de su genialidad?
Pues no. La multinacionales farmacéuticas son las menos interesadas porque, con coste cero, los enfermos dejarían de preocuparse por la muerte, sanarían, no venderían tantos potingues y ellas dejarían de ganar pasta gansa. Los organismos que conceden los premios de cualquier índole están también al servicio de intereses diversos y está comprobado que, para que éstos sepan que existes, tienes que ser pelota de los seleccionadores, entonces sí se acordarían un poco del que la hace. Como ya conocemos bien a José Carlos, él no pasa por ese aro, pues por esa razón no lo han nominado jamás y de ahí que concederle algún galardón será una quimera.
Lo conozco muy bien, sé que lo único que buscó con su invento fue ser feliz él y ayudar a los que estábamos a su alrededor, y por eso le voy conceder el premio que nunca se concedió a nadie y que a él más ilusión le hará recibir… ¡¡¡LaHiguera verde al ingenio”!!!
Querido amigo… Te prometo que nadie volverá a recibirlo, serás el primero y el último, porque no lo convocaré más veces.
Hoy voy a narrarles lo que descubrió hace ya tiempo y que es el fundamento de los méritos no reconocidos por quienes debieron hacerlo y que le corresponden merecidamente.
Hace muchos años, tantos que todavía teníamos que ir todos los días al ColegioFrancisco Badillo” a trabajar. El recreo tenía una duración de media hora y teníamos que aprovecharla para estirar las piernas y liberar al cuerpo de la tensión acumulada en esas horas pasadas con los niños en el aula, de este apartado se encargaba él con sus geniales ocurrencias.
Una mañana estábamos cabizbajos porque una persona conocida había abandonado el país de los vivos a temprana edad. Conversamos sobre el asunto y entonces tomó él la palabra para anunciarnos que ya hacía algún tiempo que había encontrado la solución para que las personas no murieran tan jóvenes.
Juan LermaEl sereno”, José MaríaEl pesetero” y yo le acompañábamos aquel día y, la verdad, quedamos anonadados con su afirmación. Sin salir de nuestro asombro uno de los contertulios le preguntó muy intrigado  sobre su descubrimiento:
- Tío, tírate del nido y aclárate un poco… ¿Qué solución tienes tan bien guardada en tu cartera para tan irremediable asunto?
- Aburrirse mucho todos los días, tanto si sale el sol como si le da por no salir. Yo lo hago y me va muy bien.
Entonces le pregunté:
- ¿Y qué haces todos los días para aburrirte mucho?
Entonces, con su particular tranquilidad tomó la palabra de nuevo y nos informó, de manera pormenorizada, de lo que hacía:
- Como el secreto está en aburrirme muchísimo pues todas las  tardes me voy a la higuera del “Cerro Pino”.
- ¿Y, con eso qué solucionas? –le preguntó José María muy intrigado.
- Muy fácil. Como estamos en invierno me voy antes de que se acabe el sol, me siento debajo de ella, espero que anochezca y, mientras viene la oscuridad, voy comprobando, día a día, si ya ha salido alguna hoja o alguna breva. Mientras hay luz anoto las incidencias observadas en un cuaderno, tanto si las hay como si no. También anoto si he pasado mucho o poco frío, los estornudos, las veces que me he secado la nariz… En fin, lo normal en un ambiente gélido y desapacible.
En primavera, un año observé que la higuera no tenía en su momento manifestaciones externas normales, pregunté a los mayores y quedaron sorprendidos… ¿Sabéis cuál fue la causa de aquella subnormalidad de la higuera?
La dichosa higuera pertenecía a una generación de higueras jóvenes, ya sabéis lo que esto significa por nuestros hijos, y le pasaba como a las generaciones jóvenes de las personas: Se sentía encorsetada con mi presencia y no quería que le restringiera su liberta por las tardes. Por la forma que tuvo de decírmelo descubrí que estaba bastante resentida, algo muy usual entre los jóvenes, y también que tenía más mala leche que una pared vieja.
Yo seguí a lo mío, aburrirme, y, como era una planta pues no esperaba que me entendiera y por lo tanto no merecía la pena que me esforzara con razonamientos. Cuando comprobó que no había conseguido nada con su actitud de protesta ocurrió lo corriente, es decir, que empezaron a salirle sus cosillas propias. Entonces seguí muy puntual lo que aparecía mediante las observaciones, mediciones y muchas cosas más. Me lo pasé bomba pero cuando comprobé que se me pasó el tiempo en un santiamén me cabreé porque me había apartado de mi filosofía y entonces acordé con ella darle vacaciones en primavera al año siguiente. Ella se puso muy feliz, me dio las gracias y desde ese momento somos muy amigos.
Desde entonces, las primaveras me las paso intentando pescar elefantes en el arroyo Salado, los churrianeros que pasan por allí me dicen que estoy loco pero más locos están ellos que no paran de hablarme de su palacio mientras me observan y charlamos. Puedo afirmar que, hasta la fecha, no ha picado ningún elefante pero como se le ocurra a alguno hacerlo algún día prometo que lo pasearé por Churriana y, lo más importante, mi esposa Paqui ya no tendrá que bajar a la carnicería para comprarme carne tierna durante una buena temporada, ya sabéis que de dientes estoy peor que doña Rogelia.
En verano, otra vez, el aburrimiento alcanza de nuevo un grado excelente porque empiezo a comprobar cada día si ya se le ha caído alguna hoja que otra y cuántas brevas o higos han sido picoteadas/os por los dichosos pájaros. Esta nueva situación me hace cabrearme mucho con los pajaretes, mi chacho TomásCalderas” sabía mucho de ellos, humanos y animales, y de él aprendí cómo se las gastan todos.
En otoño, con la caída de las hojas, me vuelvo a aburrir más de la cuenta porque tengo que trabajar las Matemáticas dos veces todos los días, por la mañana en clase con los niños y al atardecer en la higuera, aquí sumando las hojas que se han caído una y otra vez para no equivocarme.
Entonces Juan Lerma lo felicitó por su razonamiento y le dijo:
- Llevas mucha razón, debe de ser muy aburrido lo que haces en la higuera porque hasta yo me he aburrido mientras escuchaba la historia de tu INVENTO.
Él ni se inmutó con lo que le dijo Juan y siguió filosofando:
- Tu respuesta es normal, estás acostumbrado a jugar al ajedrez con el reloj, por ello la bandera se te cae cuando la máquina lo decide y tú, si no tienes ventaja, encima te cabreas contigo mismo. Estás viviendo el tiempo contra el reloj a diario y cada vez estás más viejales por eso.
Te aconsejo que te busques una higuera en Jaén y así lograrás que el tiempo tarde mucho en pasar, no se te bajará la bandera tan pronto y le ganarás a todos los que jueguen contigo debajo de ella. Lo conseguirás porque ellos seguirán divirtiéndose mientras luchan contra ti y el reloj pero tú, por el contrario, lucharás solo contra ellos ya que el tiempo del aburrido transcurre más lentamente y a tu lado.
Sonó la sirena y, como estuvimos tan ensimismados con los planteamientos de José Carlos, nos quedamos con la sensación de no haber salido al recreo. Entonces me acordé de D. Francisco Bautista y les propuse:
- No tengáis prisa muchachos, tranquilos.
Con mi propuesta yo pretendía sacarles alguna expresión lógica y adecuada al momento: Los niños nos esperan o no es ético demorarnos… En fin, sabía que cualquiera de esas verdades, u otra, aflorarían de alguno de ellos y así fue. Una vez conseguido el objetivo les conté la inolvidable historia que nos regaló D. Francisco en más de una ocasión.
Ocurrió ésta en unos tiempos muy pretéritos, ya son muy mayores los niños que acudían todos los días, en el autocar de Fernando Bergillos, desde Torrequebradilla hasta nuestro Colegio para asistir a clase. Para que esta realidad fuera posible era necesario que funcionara el “Comedor Escolar”. Josefa, la esposa de José “Papato”, y Patrocinio, más conocida como “Patro”, eran quienes estaban al frente de la cocina. Cuando en el menú se servían “Filetes rusos” ellas le comunicaban a D. Francisco que ese día se pasara por la cocina en el recreo, lo hacían porque le encantaban.
Unos cinco minutos antes de que tocara la sirena, él salía de la cocina con la panza llena por haber ingerido 2 ó 3 “filetes rusos”, el pan pertinente y dos botellines de cerveza.
Al llegar al grupo interpretaba siempre la misma escena:
- Hoy, tocaba…  
No tenía que decirnos el nombre de lo que había comido porque ponía las dos manos juntas y las giraba varias veces a izquierda y derecha. Seguidamente sacaba su cigarro y lo encendía, no tenía tiempo para más cosas porque ya tocaba la sirena. Iniciábamos el camino de las aulas y él entonces se resistía a entrar, para manifestar su actitud nos decía siempre:
- No tengáis prisa por entrar en la escuela porque mientras más tarde entremos más pronto salimos.
Como es lógico recordar al “Chache” nos alegró la despedida y entonces José Carlos nos preguntó:
- Bueno, va siendo hora ya de que nos marchemos a clase “ni pollas”… ¡¡¡Digo yo!!!
Las carcajadas que nos provocaron estas palabras salieron del alma y fueron las trompetas que nos recordaron que debíamos emprender de nuevo el camino del aula.
Ahora pongo los pies en el suelo de nuevo y confirmo a los lectores que esta historia está redactada en un plano irreal pero sustentada en hechos totalmente reales: Los personajes, los recreos, la filosofía de José Carlos, la higuera, sus visitas diarias a ella, los “Filetes Rusos”, la frase de D. Francisco… Me he tomado la licencia de ensamblar las ideas e intentar homenajear al recuerdo imborrable de unos amigos y compañeros de trabajo, sólo se marchó D. Francisco, si José Carlos hubiera llegado antes al Colegio nuestro viejo colega hubiera seguido su filosofía y todavía estaría dando guerra entre nosotros, mi padre no tenía el humor de “Don Nipo” pero como la vida es muy amena pues no le hubiera quedado otro remedio que visitar también la higuera del “Cerro Pino” o plantarse una en el corral de casa. Ellos se jubilaron antes de que el invento fuera divulgado.
Amigo José Carlos, tu filosofía de vida es genial y lo importante es que cada cual debe ser fiel a la suya, yo también tengo la mía y la sigo a rajatabla. Si alguien se enamora de nuestros modelos pues se los prestamos durante unos días para que den unas vueltas con ella y, si quedan satisfechos, pues les hacemos unos buenos precios y que nos compren los modelos. Nosotros tenemos recursos imaginativos para no aburrirnos y ser felices con cualquier otra cosa.
Ahora te ofrezco una nueva distracción, me he comprado un invento muy nuevo que está comercializando Zamorita con gran éxito: La paleta matamoscas.
No sé si te ha llegado la noticia de que las últimas moscas del barrio se resisten a abandonar nuestras casas, no creen en tu filosofía de la higuera para vivir más y prefieren la calefacción de los hogares. Yo no les había avisado de mi compra y esta mañana sorprendí a una exploradora que se había parado en el ordenador, la espanté, la seguí con mi adquisición en vuelo alto y, cuando se posó junto a la estufa, le aticé un zambombazo certero. Entonces le dije por si me escuchaba: Esto te ha pasado por no querer seguir la receta de José Carlos.
Ahora me toca a mí mostrarte la filosofía que defiendo para pasar el tiempo de manera feliz: Andar y llevar siempre acuestas el tercer ojo. Gracias a él me lo paso fenomenal, no me aburro y el día se pasa muy pronto, porque cuando llego a casa ya tengo la costura de descargarlas y visionarlas, esta última labor me encanta porque he descubierto que nuestro pueblo tiene muchas bellezas naturales, muchos ni se las imaginan.
Como RECONOCIMIENTO a tus aportaciones a la originalidad villargordeña te ofrezco, como REGALO, una mínima muestra de lo que tengo encerrado en ese objeto que tanto me ayuda a ser feliz, el ordenador:
1.- MADRUGANDO puedes caminar hasta el “Cerro San Cristóbal” o las eras de la “Dehesa Boyar” y entonces podrás encontrarte con estos AMANECERES tan bellos:



2.- Al regresar a casa, el campo te puede regalar estas maravillas que nacieron en él de manera espontánea:

3.- Si CAMINAS por extramuros del casco urbano puedes encontrar todo tipo de sorpresas bellas:




4.- Cuando decidas visitar a algún familiar comprobarás que las edificaciones de nuestros paisanos tienen muchas comodidades y por ello debemos de congratularnos:

5.- Si alguna tarde te encuentras aburrido en casa y te das un paseo por las eras de la “Dehesa Boyar” puedes ver este ATARDECER tan caliente:
6.- Si deseas hablar con Cristo en la ermita puede que tengas suerte y el día que subas, desde allí, puedas observar esta maravilla natural de nuestro entorno:
7.- De vez en cuando, se pueden observar estas curiosidades:

Un abrazo y a dormir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario