jueves, 25 de octubre de 2018

PENSAMIENTO TÓXICO- 6


Colaboración de Paco Pérez
¿“PROGRESISTAS” O “CONSERVADORES”?
Desde hace un tiempo, en España, el paisaje político que se nos ofrece a diario y durante las campañas electorales con más intensidad no es seguido por la ciudadanía con espíritu crítico, un grave error… ¿Por qué opino así?
Porque si lo hacemos de esta manera no nos tragaremos los programas de gobierno porque sí, sin más, sino analizándolos bien y así, después de conocerlos todos, ya podríamos confrontarlos para descubrir sus verdades y sus mentiras. Si lo hiciéramos con este espíritu después podríamos dirigir nuestro voto en la dirección que más interesara para conseguir el bien nuestro y el de nuestra nación.

La realidad es que no lo hacemos así porque nos vienen inoculando, desde hace años y sin que nos demos cuenta, un formato divulgador de noticias falsas y no de proyectos reales que permitan mejorar lo existente. Con esta técnica el elector, con la espiral de odio que genera ese formato, es posicionado inconscientemente contra quienes han sido colocados en la diana a la que todos deben disparar hasta que quede destruida. Así, los inoculados, desconocen las propuestas de todos, se olvidan de los hechos que protagonizaron nuestros gobernantes en el pasado, no valoran si nos favorecieron o nos perjudicaron y cuando llega el día de la votación acuden con el sobre que le habían llevado a su domicilio, bien guardado en un bolsillo, o, si no fue así, buscarán apresurados “dónde están los suyos”. Como ejemplo de lo que he dicho antes voy a contarles lo que me ocurrió cuando era joven.
Cada vez que había elecciones tenía la gran suerte de que me tocaba ser “presidente” de “mesa electoral” yo protestaba en el Ayuntamiento y los responsables nunca me escucharon porque me siguieron nombrando una y otra vez. La última que lo fui me ocurrió algo inesperado y sorprendente, nunca me había sucedido algo de esa clase y voy a omitir los nombres de los protagonistas porque ya están fallecidos.
La mañana estaba avanzada, no habíamos tenido incidentes y un señor del PP que estaba acreditado por su partido para vigilar el buen funcionamiento del proceso entró en la cabina de votación y salió dando voces contra mí, decía que los de izquierdas habían colocado sus papeletas encima de las del PP y me pedía explicaciones. Le rogué que no me subiera la voz porque yo no había observado nada anormal para que hubiera ocurrido lo que decía, fui a comprobarlo y llevaba razón. Arreglé el entuerto, se tranquilizó y todo volvió a la normalidad.
Un rato después entró en la estancia una señora algo mayor, recordé que ya había estado antes y que se había marchado sin votar, de nuevo pasó a la cabina y unos minutos después se escuchó una atronadora voz que preguntaba:
- ¿Dónde están los míos?
Acudí en su ayuda y entonces, al comprobar que de nuevo estaba todo revuelto, ya comprendí que ella había sido la causante del problema denunciado con anterioridad. Arreglé de nuevo el lío y le pregunté:
- Señora María… ¿Qué le pasa?
– ¡Que no encuentro a los míos!
– Si me dice quiénes son yo le ayudo a encontrarlos.
– ¡Los comunistas!
Le cogí su papeleta, un sobre y se los entregué. Después de darme las gracias me confesó:
- Es que no sé leer y tampoco veo ya los escudos.
Si estas personas caen en manos desaprensivas entonces quienes votan son los interventores y no la mencionada persona.
El interventor me amenazó con impugnar los resultados porque consideró que la mesa había sido consentidora y se mostró con un exceso de celo injusto, me juzgó mal y tuvo poco sentido común. Si hubiera ejecutado su amenaza hubiéramos tenido que repetir la votación y haber sufrido la injusticia de ser tratados como sospechosos de amaño.
Así son de éticos algunos políticos, en nuestro pueblo y en cualquier otro lugar de España.
Esta escena nos descubre la gran tensión en que viven estos señores mientras dura el proceso electoral, la poca comprensión que muestran con quienes no llevan ningún interés personal de partido porque lo hacen obligados por la ley y nos enseña que todo esto ocurre porque los votos es lo más importante para ellos ese día.
Esta lucha por las siglas fue insignificante e intranscendente si lo comparamos con lo que hacen en nuestros tiempos sus sucesores, éstos muestran mucho más encono pues sólo piensan en cómo quedará el cuadro de resultados después del escrutinio porque con la ley pueden resultar modificados los resultados de manera legal. Así es como el señor Sánchez vive en la Moncloa, agrupado con los partidos de izquierdas que están dispuestos a firmar cualquier cosa para exigirle el acabar con la legalidad vigente.
Esta realidad viene sucediendo desde hace unos años en España movidos por el odio que sienten hacia la derecha, todo por intereses de gobernanza y no para el buen funcionamiento de nuestras instituciones públicas.
Con esta lamentable finalidad han acuñado, como sentimiento común para ir en contra de la derecha del PP y Ciudadanos, el “pensamiento único” que les hace enarbolar con orgullo la bandera simbólica de “izquierda progresista”.
Cuando llega la hora de una campaña electoral se lanzan, como lobos hambrientos, contra los candidatos “conservadores” para sacarles sus trapos sucios y se olvidan de dos cosas muy importantes:
- La “izquierda progresista” tienen tantos trapos sucios, o más, que la “derecha conservadora” pero los medios amigos tapan los “progresistas” y airean los “conservadores”, ahí está la clave de la fuerza moral que ellos se adjudican y que proclaman como elemento diferenciador.  
– Sus programas de gobierno llevan las utopías de siempre, esas que ellos se encargan de elevar a la categoría de novedad, algo que es verdad, y lo digo porque como nunca cumplen lo que prometen pues cada cuatro años las ponen en primera fila otra vez porque la gente ya no se acuerda de que son las promesas incumplidas de la vez anterior.
Recuerdo las conversaciones que teníamos en la “Transición” mientras nos tomábamos unas cañas en el bar durante los primeros años de la “democracia” y en ellas ya había algunas personas que remaban de manera intencionada para la izquierda. Como la mayoría estábamos en las nubes ideológicas pues nuestras opiniones giraban sobre razonamientos sencillos y adecuados al tema tratado. En aquellos tiempos el tema religioso estaba más incrustado en las personas y los que ya estaban politizados sabían que esa razón podía incidir en los resultados electorales si el sistema religioso decidía tomar partido y entonces se comenzó a divulgar que “Jesús fue el primer socialista”… ¿Podían molestarse quienes tuvieran dos dedos de frente por ese mantra intencionado?
También hubo quienes decían que las personas de izquierdas eran muy idealistas pues consideraban que sus planteamientos estaban basados en conceptos o ideas que estaban poco ajustadas a la realidad. Cuando pasan los años y los idealistas de antaño ya no tienen que disimular sus planteamientos inamovibles pues se nos muestran encajados en sus tradicionales postulados y por eso no aceptan la posibilidad de que puedan existir otros caminos o que todo pueda ser modificable… ¡Ya no camuflan su “pensamiento único”!
Frente a ellos está la “derecha conservadora”. Sus defensores caminan con los pies en el suelo y por eso entienden que para lograr los objetivos que se proponen hacen falta una serie de hechos contrastados o realidades materiales tangibles, a éstos los catalogan como unos “realistas  materializados” que se olvidan de los empobrecidos.
¿Qué comportamiento es el más correcto?
Entiendo que ambos planteamientos no son perfectos porque toda forma de pensamiento es cerrada y no acepta modificaciones o cambios. Si el idealista no valora suficientemente la realidad pues lo que emprende tiene muchas posibilidades de no acabar en éxito. La “derecha materialista” prefiere actuar con propuestas cuya aplicación sea posible porque ya están contrastadas, siempre antepone los hechos a las ideas y por eso se muestra en una línea conservadora.
Yo considero que con los planteamientos materialistas la sociedad tiene más posibilidades de salir adelante que con los idealistas porque los primeros ponen los pies en el suelo y los segundos no.
Si aplicamos estos posicionamientos a quienes dirigen las instituciones públicas en España es posible que encontremos ejemplos reales, históricos y actuales, que puedan confirmar lo dicho.
¿Podemos negar que con Aznar la economía alcanzó un nivel inmejorable y que con Rajoy se mejoró la debacle ocasionada por Zapatero?
La izquierda se atribuye unos valores inmaculados que guían a este colectivo político a la hora de dirigir los destinos de los españoles, una vez bautizados con ellos ya sufren sus efectos transformadores y se adjudican el calificativo de “progresistas”, proclamándose como “izquierda progresista”. Este colectivo, opino, se ha encajado con sus formas de actuación en la línea del “PENSAMIENTO ÚNICO” descrito por Nicolas Sarkozy así: [El “pensamiento único”, que es el pensamiento de quienes lo saben todo, de quienes se creen no sólo intelectualmente sino también moralmente por encima de los demás…].
Si analizamos las propuestas que nos hicieron y cómo acabaron después pues sólo nos queda recorrer dos caminos posibles: Abrir los ojos y ver la realidad de su actuación o seguir con ellos cerrados para no verla tal como es. Recordemos algunos de sus hechos reales recientes y la deriva a que nos han llevado.
Como “Nada ocurre por casualidad” pues ahora estamos sufriendo las consecuencias de lo que comenzó mal con los planteamientos del señor Zapatero:
- Propuso la “Alianza de Civilizaciones” en la 59ª Asamblea General de la ONU, el 21 de septiembre de 2004, entre Occidente y el mundo musulmán para luchar contra el terrorismo internacional sin necesidad de tener que recurrir a una intervención militar… ¿Quién podía rechazar esa idea?
Me parece que nadie pero la realidad nos ha dicho que 14 años después sólo se ha conseguido crear un Foro donde se reúnen los representantes de los países miembros, alrededor de cien, para hablar… ¿Han conseguido que no haya guerras o atentados?
El Sr. Zapatero, acostumbrado a vivir en las nubes, suele viajar a Venezuela para intermediar entre Maduro y la oposición, ésta denuncia su mala praxis… ¿Ha impedido con su intermediación que un detenido salga volando por la ventana de una comisaría y muera?
Si su invento de la “Alianza de Civilizaciones” busca un entendimiento entre Occidente y el mundo musulmán me veo obligado a preguntarme… ¿Cómo es posible que este señor haya reabierto las heridas de la Guerra Civil aprobando la “Ley de la Memoria Histórica” y enfrentando a los españoles?
También me veo obligado a preguntarme… ¿Cómo es posible que no impidiera la formación del “cordón sanitario” contra los españoles de pensamiento “conservador”?
No sé si, después de recordar estas realidades propiciadas por él,  lo mejor para la salud mental del lector será reírse o llorar.
Es bueno tener ideas que ayuden al progreso pero de ahí a proclamarse “izquierda progresista” y hacer que España fuera tan mal administrada que la dejara, después de su mandato, en la ruina más grande que hemos conocido y por eso creo, sinceramente, que de “progresista” tuvo poco.
España estuvo en Irak en “misión de paz” pero el señor Zapatero, otra incongruencia más en su trayectoria, basó su campaña electoral del 2004 en vendernos su “programa electoral progresista” del “NO a la guerra”, como tema estrella, para combatir al PP de Aznar. Con él y los atentados de los trenes subió al poder y, cumpliendo lo que había prometido, retiró las tropas que estaban en Irak cumpliendo labores humanitarias. 
Después, con él en el Gobierno, las tropas españolas participaron en la guerra de Libia, en la de Afganistán

Mi abuelo le hubiera dicho a Zapatero: [Señor Presidente, veo que usted también conoce: “Como no soy río me vuelvo para atrás cuando quiero”.].
Por todos estos comportamientos incorrectos los españoles sectarios tienen claro que hay dos clases de guerras: Las buenas, aquellas en las que España intervino cuando nos gobernaba el PSOE con Zapatero de Presidente y la mala, cuando el PP de Aznar mandaba.
Unos años después con el PSOE de Sánchez estamos asistiendo otra vez a un continuo circo: “Comunican que harán una cosa y al día siguiente anuncian la contraria”. Hace unas fechas hemos comprobado que siguen luchando entre mantener el postureo idealista de su  tradicional “NO a la guerra”, anunciando romper el acuerdo comercial con Arabia Saudí sobre la venta de armas y después retrocedieron para que Navantia no perdiera la construcción de las fragatas y ellos los votos de los gaditanos y los ferrolanos, como daño colateral.
Entiendo que para ser “progresistas” hay que comprender algunas normas elementales:
1.- Si España tiene una industria que produce armamento pues tendrá que venderlo a otros países o cerrarla, ustedes deciden señores “progresistas”.
2.- Si cerráramos nosotros esta industria otros países seguirían produciendo y vendiendo… ¿Qué conseguiríamos con esa decisión?
Más españoles parados a los que habría que ayudar y menos aportaciones para las arcas de la Seguridad Social.


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