martes, 26 de febrero de 2019

NUESTRO ENTORNO

Colaboración de Paco Pérez
Capítulo I
Cuando tenemos algo no sabemos valorarlo pero si nos falta ese algo entonces lloramos por haberlo perdido o dejado atrás al marcharnos a otro lugar para poder vivir mejor. Es cierto que amamos mucho al terruño olivarero villargordeño y eso hace que nos acordemos de él si estamos fuera pero… ¿Qué hacemos cuando regresamos al pueblo en vacaciones?
La mayor parte de los añorantes sólo se preocupan de convivir con la familia, darse un paseo hasta la Ermita para visitar al “Cristo de la Salud”, descansar de los ajetreos de cada día y tomar algunas cervezas fresquitas en los lugares de siempre.

Estoy seguro que no se molestan en darse una vuelta por los parajes típicos con la cámara de fotos para mostrar a su regreso unas buenas imágenes del mar de olivos que nos rodea escoltado por las elevaciones montañosos que asoman tras ellos, ni de admirar los paisajes que tenemos con las poblaciones vecinas que, por estar ubicadas en puntos elevados de nuestra provincia y relativamente próximos a Villargordo, podemos observar así con facilidad: Baeza, Jabalquinto, Mengíbar, Jaén y Campillo del Río.
Por estas fechas, otros años, he salido a nuestros campos a diario porque ya nos mostraban su verdor y los coloridos agradables de las primeras flores pero, este año, por culpa de las escasas lluvias que hemos recibido, las plantas tienen unas medidas enanas y un verdor amarillento intenso, hasta el punto de que para ver una margarita amarilla o un jaramago te ves negro. No obstante, he estado atento a la evolución de los almendros y los he visitado durante este mes en tres ocasiones con la finalidad de grabar cómo iba su floración. Las capturas obtenidas durante este mes fueron:
1.- El día 3:


2.- El día 10:




3.- El día 24:

Espero que cambie el tiempo ya, que nos caigan los tímidos chaparrones que están anunciados para la semana próxima y que después, calentada la tierra con las temperaturas primaverales que ya tenemos, le regalen a los campos las bellezas florales con las que tanto disfruto en las eras de “La Dehesa Boyar”.


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