jueves, 3 de octubre de 2013

LA SAGA DE LOS “PARATRENES-CHOCOLATES”


Colaboración de Paco Pérez
Capítulo VII
Una mañana, tomamos café en “Zona 3” y, como no encontramos contrincantes para la partida de tute, decidimos dar un paseo tranquilamente hasta el “Cerro Mengíbar”.
 

Nos fuimos parando con los conocidos, FernandoEl pavo” o “El número uno”, el primer apodo es por herencia familiar y el segundo se lo ha puesto él porque dice ser el mejor jugador de tute que visita la cafetería. Estaba en la puerta de su casa y cuando pasamos junto a él Avelino lo saludó así:
- ¿Qué haces número uno?
- Tomando el sol, hoy no he tenido ganas de bajar a la partida.
- Lo que te ha pasado es que tienes más miedo que una zorra.
– El número uno va a tener miedo, lo sé yo.
Se dieron otras cuantas bromas y seguimos caminando hasta nuestro destino y una vez allí me comentó que aquellas olivas eran de PedrínPorroncho” y que él se las cortaba. Las recorrimos detenidamente y me fue explicando de qué manera había que hacerles la poda, una tarea sencilla pero no realizada de manera correcta por muchos agricultores.
Caminamos por el lomo del cerro y regresamos por la carretera de Mengíbar.
Cuando llegamos al paseo ya era la hora de tomar unas cervezas, entramos en “Tropezón”, ya había algunos conocidos y habituales de la liguera, nos acercamos hasta ellos, se aposentó en un taburete con ellos y los inmortalicé en esta toma impagable por el valor sentimental que tiene para mí.
Avelino no saboreaba la cerveza, le gustaba abrir la boca y depositar en su interior el contenido de la copa de manera rápida y de golpe, lo hacía así para que le entrara por el gaznate con los mismos efectos que cuando hay en el pueblo una nube y entonces baja en riada por la “Cañailla” toda el agua acumulada de golpe, arrollando a su paso todo lo que encuentra.
A pesar de todo hay que resaltar una realidad, no era muy cervecero porque solía tomarse una y no más. Le gustaba más tomarse unas copas de la marca “Mayor de Castilla”, vino tinto con denominación de origen “Ribera del Duero”, le encantaba ese paladar.
En el plano gastronómico era una de las mejores cucharas del planeta. Solía comérselo todo pero todos tenemos una debilidad especial por ciertos alimentos, la suya estaba en el cordero y en el jamón. La tapa que más le gustaba era el jamón y hubo un tiempo en el que lo pasó mal porque tuvo que acudir al dentista para ponerse una dentadura postiza. Cuando estaba en la fase de sacárselos y ya le quedaban muy pocos, tan pocos que le dejaron uno arriba y otro abajo, pues un día estábamos tomando la liguera y nos pusieron jamón, como le encantaba le importó un comino que no tuviera nada más que los dos centinelas, machacó como pudo el trozo con las encías y se lo tragó. Mientras mascaba, BartoloméZapatero” lo observaba riéndose y le dijo:
- Mira como trabaja sin hilo la máquina de coser.
Le dijo esta metáfora porque el diente inferior subía y bajaba a todo ritmo, igual que las máquinas, mientras intentaba machacar el jamón.
Él no se molestaba por nada debido a que estaba acostumbrado a dar y a tomar, tenía buen humor y después siempre respondía con alguna de sus ocurrencias. Por eso le decíamos estas cosas, para sacarlo de sus casillas y divertirnos con sus respuestas. Al vernos reír con ganas, no se hizo esperar mucho rato y, cuando tuvo la boca libre, nos regaló esta amable frase:
- ¡¡¡Qué malicos sois, a cual peor!!!
Lo único que hice fue reírme con la ocurrencia de Bartolomé con mi habitual explosión, pues a pesar de ello recibí su disparo de lleno cuando abrió de nuevo su desdentada boca:
- Éste es el más malo de todos.
- ¿Qué te he hecho yo? –le pregunté.
- ¡¡¡Que eres más malo que tu abuelo PérezEl viejo”, que ya es decir!!!
- Deja a mi abuelo tranquilo en su caja, él no tiene por qué salir aquí –le contesté.
- No te preocupes, si él también tenía también un abuelo que se las traía en paquete, valía más de dos duros –afirmó Bartolomé.
- ¿Por qué dices eso? –le preguntó Avelino.
- Porque cuando lo sacó el enterrador, después de llevar muerto un montón de años para juntarlo con otro familiar, estaba más tieso que un junco, lo puso de pie al lado de la bóveda y parecía que iba a salir corriendo – le argumentó.
- Entero totalmente, parecía un zagal recién peinado. Si le hubiera dado una mano de hierro hubiera salido corriendo hasta la “Cañada Moral” y le hubiera hecho las cabezas a los melones.
Para qué decir la que se armó con su ocurrencia.
Con Fernando Bergillos, AntonioBotana” y JoselilloEl de Concha” tenía una especial amistad. Ésta les hacía veranear juntos y mendruguear algo en compañía de las esposas y, alguna vez que otra solos.
Según me contó el señor Joselillo, un domingo se reunieron en “Tropezón” con las señoras, ellas se acoplaron juntas para comentar sus asuntos femeninos y los hombres, también juntos, en los sitios que les dejaron libres ellas.
- ¿Qué desean tomar ustedes?
El señor Tirado, tomó la palabra, y le hizo el pedido en función de sus deseos y sin consensuarlo con los otros comensales:
- De entrada, unas cervecitas con sus correspondientes buenas tapas, un buen plato de sol y sombra y unas gambitas al “pil pil”.
El camarero tomó nota y se marchó. Al rato vino con el servicio solicitado y lo depositó en la mesa. Las gambas estaban todavía con una elevada temperatura y, antes de que nadie comenzara a picar en ellas, el señor Tirado tomó un cuchillo, golpeó con él en una botella de cerveza para llamar la atención de los reunidos y entonces decirles unas palabras. Lo hizo porque las mujeres habían empezado a charlar a gran ritmo y no escuchaban a nadie. Cuando logró que se calmara el ambiente  les habló así de amable y bien educado:
- Señoras las gambas se toman así, no lo olviden: Con un palillo se pinchan de una en una, beben un trago de cerveza y después la paladean bien.
Él, como buen maestro, les enseñó cómo hacer el número de la gamba pero las mujeres, cuando terminó de enseñarles el camino, siguieron con su animada conversación y una de ellas cogió un tenedor, no un palillo como les sugirió él, y pincho de golpe cuatro gambas.
Cuando vio Avelino la escena explotó:
- ¡¡¡La madre que me parió!!! ¿Qué, me estaría escuchando la señora?

CONTINUARÁ…

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