lunes, 7 de mayo de 2018

EL CINE


Colaboración de Paco Pérez
Capítulo IV
LA PUBLICIDAD DE ENTONCES, EL “AFICHE”
Al coleccionismo de “carteles”, “afiches” y “fotogramas” de cine no se le ha dado en España la importancia que se merece aunque es un tema interesante. Si fisgoneamos en los medios comprobaremos que en otros países extranjeros sí tienen otro concepto diferente y este interés se puede demostrar porque hay personas que son capaces de pagar mucho dinero por ellos cuando reúnen las características de raros, muy antiguos o haber sido diseñados para publicitar a las películas míticas de los enamorados del cine. A pesar de estas realidades se debe reconocer que para coleccionarlos no es necesario gastar mucho dinero.

Existen colecciones especializadas en películas de género o dedicadas a directores, actores, épocas… En fin, las posibilidades de agrupamiento que ofrecen estos elementos del cine son grandes y yo os voy a ofrecer una muestra siguiendo criterios personales pero habrá otros.
Siempre hubo personas que se preocuparon por reunir objetos de índole diversa, nuestro paisano Tomás Lendínez García se encuentra entre quienes sienten este placer. Este deseo de coleccionar está presente en muchas de ellas, como también son muchos los objetos por los que pueden mostrar ese interés: llaveros, sellos, bastones, mecheros, fotos de futbolistas… Pues también los hubo que, desde que tuvieron pocos años, orientaron su esfuerzo coleccionista hacia los AFICHES,CARTELES” y “FOTOGRAMAS que los cines locales, o los de otras poblaciones limítrofes, regalaban a los vecinos hace ya bastantes años.
La observación de estos ejemplares nos ayudará a ver la evolución que experimentó la publicidad de las películas cuando se estrenaban en sus salas de invierno o verano.
Los “afiches” que se utilizaban al comienzo para publicitarlas le incorporaban algún texto explicativo breve o sinopsis y, además, eran mucho más bellos que los que se emplearon unos años después. Éstos folletos tenían forma de díptico y consistían en una hoja de papel doblada por la mitad, de tamaño pequeño, con la que se anunciaba el espectáculo cinematográfico que se proyectaría ese día. Éstos tenían la portada, el interior y la contraportada. Un tiempo después se simplificaron los elementos iniciales y, como es lógico, los costes de impresión también bajaron.



Hay coleccionistas de “afiches” que, al comenzar a guardarlos, buscan en ellos la belleza del trabajo artístico que llevan impreso: las fotografías, los dibujos, los textos o el colorido.


Otros lo hacen porque sienten la nostalgia de lo felices que se sentían viéndolas en los incómodos cines de aquellos tiempos. Estas personas sólo están interesadas en juntar los de las películas catalogadas como inolvidables.


Aquellas personas de gran sensibilidad e ilusión por el mundo irreal guardarían sólo afiches de películas de hadas, príncipes y princesas o los de animales…



También podríamos hablar de aquellos que guardan todo lo que llega a sus manos, lo hacen sin otras pretensiones lógicas y por ser así no saben que son coleccionistas.



El terror es un tema que también tiene sus seguidores y, aunque lo pasan mal durante su proyección, no pueden dejar de verlas.

Por último tenemos a los amantes de los temas infantiles.

Podríamos seguir buscando motivos para coleccionar “afiches” pero lo vamos a dejar aquí y que cada uno encuentre más temas para agruparlos.





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